Elena Rivera, actriz: «Desde que tengo uso de razón tengo miedo a volver sola a casa de noche»

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MICHAEL OATS

Bajo esa apariencia frágil, se esconde una chica con carácter, concienzuda, que si se marca una meta es hasta el final. Pero lo de ser actriz comenzó como una afición y acabó convirtiéndose en su mayor éxito: «En casa me dicen que no saben de dónde lo he sacado»

06 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Elena Rivera aparenta fragilidad. Pero es todo lo contrario. Directa, sincera, clara, y como se marque un objetivo, va a por él. La que fue durante muchos años Karina en Cuéntame, ahora llega a Antena 3 con una nueva serie, Alba. Una chica a la que drogan en una noche de fiesta y es víctima de una violación grupal. Un tema que, por desgracia, está a la orden del día.

—¿Hay algo de inspiración en el caso de La manada?

—Es cierto que te recuerda mucho a esa historia porque es una violación múltiple y la tenemos muy cerca, pero no. Por desgracia, hoy en día hay muchísimos casos así y se intenta mostrar la realidad de lo que está ocurriendo en nuestra sociedad. Es un tema que había que tratar con mucho cuidado y respeto, pero también había que mostrarlo. Y recuerdo que en ciertas escenas, a la hora de grabarlas y luego al ver el resultado, te entra mucho agobio cuando ves que tienes que recrear los hechos y que le preguntan tanto que se siente incluso cuestionada o que puede ser la culpable de todo. Te remueve bastante el estómago. Pero mientras se haya cumplido lo que se pretendía, que es mostrar esa cruda realidad, pues ahí queda el resultado.

—Ellas son víctimas por parte doble, por sus agresores y por la sociedad.

—Sí, realmente eso les ocurre a prácticamente todas. A raíz de que la serie se emitió en la plataforma ATRESplayer [ahora se estrena en Antena 3], he recibido bastantes mensajes de chicas que se han visto muy reflejadas. No me lo contaban, pero en el fondo de los mensajes sí sentía eso, un sentimiento de vergüenza, de culpa, y es lo que se ha intentado mostrar, que la víctima, cuando solo necesita ayuda y apoyo, tiene que estar continuamente explicando y contando todo lo que le ocurrió. Y se intenta recrear los hechos incluso en el procedimiento policial, judicial y con el psicólogo. Hay chicas que ni siquiera lo contaban, me han dicho que, gracias a la serie, han sido capaces de decir lo que les ocurrió. Fíjate.

—¿Te han llegado a escribir chicas que han sufrido alguna violación múltiple a raíz de ver la serie?

—No me daban detalles. Algunas me dijeron que sí las habían violado, otras simplemente me contaban que se habían sentido identificadas por cosas similares a lo que le pasa a Alba. Incluso situaciones de micromachismos, que se ven conforme avanza la serie, y que ya tenemos interiorizados y normalizados como sociedad. Y luego al ver la serie dices: «Buf, esta situación me suena o he vivido algo parecido». Pero me ha impactado mucho que haya mujeres a las que la serie les haya ayudado. Y con eso me quedo.

—Todas convivimos con los micromachismos a diario.

—Sí, ahora mismo algo concreto no sé decir, porque como lo tenemos tan interiorizado... pero luego haces proyectos de este tipo como me ha pasado a mí y lo vas viendo. «Ah mira, esto sí, esto también... Uy, es verdad... Pues esto no me había dado cuenta... Pues esto a lo mejor sí lo he vivido...». Micromachismos que no te das cuenta porque los normalizamos desde que nacemos. Sí, por supuesto, pero en la profesión y en cualquier cosa.

—Para las mujeres salir de noche entraña asumir riesgos, cuando no debería ser así.

—Sí, además el día que hicimos la rueda de prensa lo comentábamos los compañeros. Con Ana Wagener y Adriana Ozores, porque justo el día anterior salió otra noticia de esto. En cuanto ven que te descuidas van a eso, van a la caza, te drogan y ya están pendientes para hacer justo eso. Pero ya no es simplemente ese horror de que ya van a la caza, sino que dices «es que desde que tengo uso de razón tengo ese miedo, cuando salgo con amigas, a la vuelta a casa». Siempre nos las ingeniamos para que ninguna vuelva sola o luego nos avisamos con un mensaje de que ya estamos en casa. Todo eso, lo tenemos supernormalizado. Pero realmente es vivir siempre con un miedo, con un plus de estar siempre alerta o con precaución.

—¿Cuando sales ya no pierdes la copa de vista?

—Ahora que lo he vivido de lleno con la serie, pues te pone más en situación o eres más consciente. Pero siempre he estado con esa precaución, con esos mil ojos, aunque también disfrutando. No se puede vivir con miedo. Pero es cierto que ese respeto y esa cosa de cuidarnos entre las amigas siempre lo ha habido. Siempre lo he tenido muy presente.

—¿Qué tiene que tener un proyecto para que lo aceptes?

—El de Alba ha sido porque sabía que iba a ser un reto enorme. Ya no solo interpretativamente hablando y profesionalmente, porque al final todo recaía sobre mis hombros. Todo iba a girar en torno a mí. Pero por el tema que se trataba, sabía que no solo iba a entretener a la gente y que no iba a ser una historia más. Es una historia que remueve. Y luego a la hora de elegir siempre intento que la historia me atrape y que me aporte algo como actriz, para mi profesión. No solo me baso en qué peso tenga en cada papel porque soy partidaria de que si una historia me parece preciosa y mi personaje es algo más chiquitín, pero es clave para lo que se está contando, pues también voy a ser muy feliz con ese proyecto.

—¿Cómo gestionas la sobreexposición mediática?

—Me han criado en la normalidad dentro de este mundo que no es tan normal, que siempre hay ese postureo, el foco y las luces... Pero también hay sombras y no solamente en la profesión, sino en tu día a día. Intento tratar las redes sociales como una herramienta de trabajo y mostrar hasta donde yo quiero mostrar, pero soy muy consciente de que esa no es la realidad, pero con nadie. Últimamente veo mucho en Instagram que se fuerza para que todo sea perfecto. Y da igual en lo que estés trabajando. Todo el mundo tiene esa necesidad y me da pudor. Intento normalizarlo todo y ser consciente de la realidad de la vida. La realidad no son las redes sociales. El día a día de todo lo que vives está en la calle y en el contacto real con la gente. El problema es la gente que no lo tiene claro y eso puede crear mucha frustración.

—¿Te ha costado mucho deshacerte de Karina, tu personaje de Cuéntame?

—No, la verdad es que no. No he tenido tiempo de sentir esa nostalgia. Por suerte fue terminar y enganchar con muchísimos proyectos y han sido todos también maravillosos, así que ha sido una etapa más de vida, que me ha ayudado mucho a crecer profesionalmente y estoy supercontenta de haber estado en esa escuela tantos años. Siempre lo recuerdo con mucho cariño y con mucha felicidad.

—¿Has temido encasillarte en ese personaje?

—Ese miedo siempre se tiene cuando pasas tantos años y el producto se convierte en algo tan mítico para todo el mundo y ya es historia de España. Claro que sí. Pero cuando ya estábamos al límite de que a lo mejor se nos encasillara más, supimos darle ese punto final idóneo y muy bonito y tanto Ricardo [Gómez] como yo nos fuimos de esa etapa tan maravillosa que fue. Pero no he sentido ese miedo a encasillarme. Era más miedo a la incertidumbre de cuando terminas una etapa tan importante en tu vida, y que no sabes si luego vas a volver a tener otras oportunidades, pero por suerte ha sido al contrario.

—Desde pequeña has participado en programas de talentos, ¿cómo recuerdas esa etapa?

—Mis padres me han inculcado que lo normalizara. Siendo consciente de que no era normal, porque de repente iba por la calle y la gente me conocía y me hacía mucha ilusión. Pero normalizarlo como un hobby más o una extraescolar más. Igual que mis compañeros iban a ballet o a fútbol, pues yo tenía esto de extra que me gustaba, me lo pasaba bien y se me daba bien, pero mi prioridad siempre fueron los estudios. Y así me lo he tomado en mi casa. Sin darle demasiada importancia, sin ir con esa ambición o esas ganas de nada. Simplemente era pasarlo bien y ya está. Y hasta donde yo me sintiera a gusto. Y fíjate, igual ha sido un poco esa manera de no tomárselo tan en serio. He ido descubriendo esta profesión y sentía que era lo que me daba la motivación para levantarme todos los días. Y al final, soy actriz, vivo de esto y soy feliz.

—¿Eres la única en casa que tiene esta vena artística?

—Sí. A mi abuela le gusta mucho cantar en el coro del pueblo, mi hermano toca el piano... pero nadie se dedica profesionalmente. En mi casa me dicen: «Yo no sé de dónde lo has sacado porque no somos nadie así como tú, que te comes el escenario», porque cuando hay público me vengo arriba.

—¿Te cansa que te digan que tienes cara angelical?

—Sí que me dicen que tengo una apariencia muy frágil, pero engaño, y cuando saco mi carácter sorprendo al director o al equipo que no me conoce. Me dicen que soy justo lo contrario de lo que aparento. La dualidad está muy guay. Y yo creo que en un actor es lo más interesante. Que aparentes una cosa y luego darle la vuelta. Además, tampoco me lo dicen continuamente, así que no me tengo que cansar por eso.

—Has hecho Magisterio Infantil, ¿te ves dando clase en el futuro?

—Nunca se sabe. La vida da mil vueltas y si tengo que dedicarme a esa profesión también sería muy feliz. Siento que se me da bien. Soy una tía muy concienzuda y lo tenía como un reto, y me dije: «Aunque me cueste un poco más, me lo saco».

—Es decir, que como te pongas una meta...

—[Se ríe]. Total. A veces pienso: «Bueno, Elena, relativiza un poco porque mi lema es ‘Esto no puede conmigo, no se puede tirar la toalla, y si te marcas algo es hasta el final'». Sí, sí. Soy muy cabezona.