—Desde pequeña has participado en programas de talentos, ¿cómo recuerdas esa etapa?
—Mis padres me han inculcado que lo normalizara. Siendo consciente de que no era normal, porque de repente iba por la calle y la gente me conocía y me hacía mucha ilusión. Pero normalizarlo como un hobby más o una extraescolar más. Igual que mis compañeros iban a ballet o a fútbol, pues yo tenía esto de extra que me gustaba, me lo pasaba bien y se me daba bien, pero mi prioridad siempre fueron los estudios. Y así me lo he tomado en mi casa. Sin darle demasiada importancia, sin ir con esa ambición o esas ganas de nada. Simplemente era pasarlo bien y ya está. Y hasta donde yo me sintiera a gusto. Y fíjate, igual ha sido un poco esa manera de no tomárselo tan en serio. He ido descubriendo esta profesión y sentía que era lo que me daba la motivación para levantarme todos los días. Y al final, soy actriz, vivo de esto y soy feliz.
—¿Eres la única en casa que tiene esta vena artística?
—Sí. A mi abuela le gusta mucho cantar en el coro del pueblo, mi hermano toca el piano... pero nadie se dedica profesionalmente. En mi casa me dicen: «Yo no sé de dónde lo has sacado porque no somos nadie así como tú, que te comes el escenario», porque cuando hay público me vengo arriba.
—¿Te cansa que te digan que tienes cara angelical?
—Sí que me dicen que tengo una apariencia muy frágil, pero engaño, y cuando saco mi carácter sorprendo al director o al equipo que no me conoce. Me dicen que soy justo lo contrario de lo que aparento. La dualidad está muy guay. Y yo creo que en un actor es lo más interesante. Que aparentes una cosa y luego darle la vuelta. Además, tampoco me lo dicen continuamente, así que no me tengo que cansar por eso.
—Has hecho Magisterio Infantil, ¿te ves dando clase en el futuro?
—Nunca se sabe. La vida da mil vueltas y si tengo que dedicarme a esa profesión también sería muy feliz. Siento que se me da bien. Soy una tía muy concienzuda y lo tenía como un reto, y me dije: «Aunque me cueste un poco más, me lo saco».
—Es decir, que como te pongas una meta...
—[Se ríe]. Total. A veces pienso: «Bueno, Elena, relativiza un poco porque mi lema es ‘Esto no puede conmigo, no se puede tirar la toalla, y si te marcas algo es hasta el final'». Sí, sí. Soy muy cabezona.