La lucha de Xosefa en las oposiciones: «Logré la plaza después de 30 años y diez intentos»

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Esta gallega, que por fin disfruta de su plaza en Madrid, relata su periplo y lo que supuso: «El cambio que más noto es levantarme por las mañanas con la tranquilidad de saber que nunca más voy a tener la necesidad de mandar un currículo»

27 feb 2022 . Actualizado a las 13:07 h.

Diez intentos y treinta años opositando. Así se resume la odisea de Xosefa González Gallego, que por fin puede decir a sus 53 años que afronta este 2022 como funcionaria con plaza propia. Natural del municipio ourensano de Sarreaus, vivió casi toda su vida en Vigo y lleva tres en Alcorcón.

El suyo fue un proceso selectivo muy largo. «En diciembre del 2020 salió mi convocatoria, era un concurso-oposición. De las ocho plazas que había, quedé de cuarta. No me lo podía creer. Tenía un trabajo en Madrid, lo perdí, y me preparé por mi cuenta en plena pandemia. Yo empiezo a mandar currículos y tuve la grandísima suerte de que me contrataron para un proyecto de Tragsatec (el organismo de Tecnologías y Servicios Agrarios de la Administración General del Estado)», explica.

Pero tuvo la suerte de que, aunque desarrollaba esta ocupación de corta duración para ese proyecto concreto, le valoraban el trabajo ya realizado previamente en otras Administraciones públicas. «Y yo, que siempre he estado en listas, tenía más de trece años de los cuales los últimos diez fueron continuados en la Universidade de Vigo. Al computarme todo, me presenté», añade. Normalmente, en las Administraciones públicas se hace primero la oposición y después el concurso. Pero aquí, matiza, «para que pudieses examinarte, tenías que acreditar al menos dos años de experiencia previa a las funciones de la plaza a la que te presentabas, por lo que muchísima gente se quedó fuera al no tenerlos».

Xosefa, que ahora también trabaja como preparadora en la Academia Postal, tiene un amplio currículo como opositora. Se presentó a la Administración autonómica dos veces, al Sergas una vez, y las siguientes a universidades: tres veces a la de Vigo, a mayores una a la de Sevilla, Granada y Málaga (aprobó, pero tenía el segundo examen a la vez que el primero de la de Vigo y tuvo que elegir). Para la Administración General del Estado se examinó una vez, en el año 1994. El primero de sus intentos fue a la Xunta, en el año 1991: «Me quedé sin plaza por 0,1. Y claro, dices: ‘Casi lo has tocado’».

Treinta años después, por fin puede decir que lo ha conseguido. No se lo creía cuando la llamaron para notificárselo. «Me llamaron por teléfono y me dijeron que había sido seleccionada, que me habían mandado un e-mail, pero que tenía que pasarme por la oficina. Y yo: 'Es que ahora estoy trabajando, no puedo'. Entonces me dicen: 'Es que eres adjudicataria de una de las plazas del proceso selectivo al que te has presentado'. Me quedé... Pasan días hasta que eres consciente de lo que ha pasado. Yo la primera semana no reaccioné. Después, cuando pensé: 'Me quedo aquí, voy a seguir trabajando aquí toda mi vida', empecé a asumir el concepto de permanente, del trabajo fijo para siempre. Cuesta asimilarlo, y más en el momento actual».

El cambio más grande que ha sentido, relata, es la sensación de levantarse por las mañanas «con la tranquilidad de saber que nunca más voy a tener la necesidad de mandar el currículo a ningún sitio». Y lo que ya tiene en mente es que necesita dos años para poder promocionar: «El cerebro humano es así, en cuanto consigues una meta, ya estás pensando en la próxima». Aunque continuó en el mismo organismo, Xosefa cambió de mesa, de edificio y hasta de calle. Pasó de una delegación a trabajar en una sede.

El júbilo en casa fue total. Especial ilusión le hizo la reacción de su hijo pequeño, de 14 años, que le envió una foto a través del móvil de su profe, con un mensaje escrito a tiza en la pizarra: «Enhorabuena, mamá». Como para no dársela.