Tienen 24 años y son las juezas más jóvenes de España

Susana Acosta
SUSANA ACOSTA REDACCIÓN / LA VOZ

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Marta, Marina y Carmen son compañeras de clase y han logrado conseguir plaza en apenas dos años, cuando la media es de cinco: «Nunca piensas que vas a aprobar a la primera», dicen

11 feb 2022 . Actualizado a las 18:05 h.

Las coincidencias existen. Bien lo saben estas tres compañeras de Derecho de la Universidad de Valladolid que han logrado terminar la carrera curso por año y aprobar las oposiciones a juez en un tiempo récord. Solo 25 meses de intensa preparación han necesitado estas jóvenes de 24 años para hacerse con una plaza fija de jueza de por vida, cuando la media está en cinco años. Ellas forman parte de la remesa de los más jóvenes. Al principio pensaban que eran las únicas, pero luego «al llegar a la Escuela Judicial de Barcelona —donde se encuentran ahora recibiendo formación— nos dimos cuenta de que había más gente del 97», comentan. Un hecho que no les quita mérito y las sigue situando en el club de las juezas más jóvenes de España. Casi nada. 

En esta carrera por lograr su sueño ha habido mucho sacrificio, ganas de superarse y vocación. Es el caso de Marta Campo Gonzalo, que reconoce que la noticia ha sido todo un orgullo para su familia y para su pueblo, Guardo, aunque ella vive desde los 9 años en Palencia: «Mis padres se pusieron muy contentos. Es un orgullo para ellos y para toda mi familia, para mi abuela, mis tíos... Mi padre es minero y está prejubilado, y mi madre, ama de casa. No hay nadie que haya estudiado Derecho en mi familia. Soy la primera que tengo estudios superiores», explica para que nos hagamos idea de la alegría que supuso entre los suyos que hubiera logrado este hito. En todo este proceso, Marta también reconoce que sus padres lo pasaban mal al verla «encerrada, estudiando tanto». Sobre el sacrificio que supuso aprobar la oposición, explica que ella no lo vio tanto así, sino como que «estaba trabajando por un sueño»: «No sientes ni hambre, ni frío, ni calor, ni sueño, ni cansancio. Como estás centrada en eso... Pero luego, cuando apruebas y pasa toda esa tensión y la adrenalina, ya sí que te da el bajón de cansancio. Aunque tarda en aparecer unos días», comenta. Además, el coronavirus la ayudó en cierto modo, porque «la vida de todo el mundo también se paró»: «Era como que el resto también tenía que hacer esa renuncia y, entonces, te sentías más acompañada, por así decirlo», dice.

La figura del preparador

Marta no quiere olvidarse del gran apoyo que siempre tuvo de su preparador. Él fue el primero que vio que tenía opciones de aprobar a la primera, y así se lo dijo: «Empiezas con miedo. Lo sacaré, no lo sacaré... También tienes que controlar muy bien los nervios. Pero mi preparador me decía que lo hacía muy bien y que, seguramente, aprobaría a la primera. Eso me daba muchísima motivación», confiesa.

Marta siempre lo tuvo claro, quería ser jueza incluso mucho antes de iniciar los estudios de Derecho: «Cuando estaba en la ESO me llamaba ya el mundo del derecho. Veía los telediarios y había por aquel entonces casos importantes de corrupción. La jueza Alaya salía todos los días en las noticias. Y tomé la decisión de ser jueza, antes incluso de hacer Derecho», explica. Todavía no tiene pensado qué tipo de juzgado elegirá dentro de dos años, cuando acabe el proceso de formación y de prácticas, pero sí le gustaría tener plaza en su comunidad , aunque también le interesa «el tema de familia»: «Pero me dicen que se pasa mal, peor que con los delitos, porque se ven a veces situaciones dramáticas», añade. Lo que más respeto le da es saber imponerse ante abogados experimentados. «Al ser tan jovencita y encima soy muy poquita cosa... No me da miedo, pero los abogados y gente que está más curtida en experiencia pueden intentar manipularte. Eso es lo que me va a costar, pero bueno, también estamos en la escuela para saber reaccionar ante este tipo de situaciones y cómo ejercer la autoridad», aclara.

«Mis padres no se lo creían. ‘¿Cómo que has aprobado?', me decían”, explica Carmen»

Marina Bueno también ha logrado lo que en un principio parecía imposible. Aprobar la oposición a la primera y con apenas 24 años: «Lo único que me había propuesto es sacar lo mejor de mí en cada momento. Tenía la exigencia personal de querer hacerlo bien», comenta, y así fue. Nada más terminar la carrera, y después de dejar pasar el verano para descansar, estas tres jóvenes juezas se pusieron a preparar su proyecto de vida: «Yo agradezco que mis preparadores nunca me lo pintaron como ir a jugar o a probar suerte. Siempre me lo hicieron ver como algo serio donde había que ir a darlo todo», dice Marina tras reconocer que desde que llegaron a la Escuela Judicial la experiencia está siendo muy enriquecedora, al coincidir con el resto de opositores que lograron plaza y donde han encontrado a algunos que también tienen su misma edad.

El padre de Marina es abogado, pero la vocación de ser juez le viene desde pequeña. «Siempre tuve mucha vocación. Creo que es una profesión muy útil para la sociedad y que es básico en un Estado de derecho que exista justicia y un poder judicial independiente. Siempre me pareció muy bonito formar parte de ese instrumento», comenta esta palentina que asegura que sus padres han sido un gran apoyo. «Me han apoyado muchísimo. Y siempre me han dicho que trabajara el día a día y que a por ello. Nunca me dijeron que iba a ser muy difícil que lo lograra ni tampoco que iba a sacarlo», explica mientras confirma que ahora «están supercontentos», pero que es un «orgullo compartido», porque tiene claro que sin ellos, no lo habría logrado.

Sobre las renuncias que ha tenido que hacer en estos últimos meses, Marina lo vio más como «una oportunidad» y reconoce que ha tenido que «decir que no a planes con amigos», pero que cree que «hay muchas formas de hacerte presente entre tus familiares» y de «hacerte sentir querido en esa distancia». El futuro lo ve ahora con «muchísima ilusión, muchísimas ganas y superfeliz de tener esta oportunidad», que ella solita se ha ganado con su esfuerzo.

Carmen Medina también ha conseguido su plaza de jueza en un tiempo récord y tiene muy claro que «sin preparador» no lo habría logrado: «O no lo hubiese sacado, o igual me hubiese costado más, porque necesitas que alguien te corrija siempre», dice. En su caso contaba con dos formadores «muy distintos» y que se complementaban entre sí: «Es cierto que mientras uno me animaba más y me decía: ‘Venga que sí, vamos a intentarlo, nunca se sabe lo que te van a preguntar y hay unas materias que dominas más'. El otro era más cauto. Me decía: ‘Bueno, nos vamos a presentar, vamos a ver, pero nosotros vamos a seguir como si no fuera nuestra convocatoria para ir más preparados a las siguientes, que son en las que realmente vamos a tener opciones'», aclara. Pero no fue necesario y Carmen logró superar el primer examen tipo test y los dos orales siguientes que le permitieron aprobar la convocatoria.

Menos base

«Seguramente tengo mucha menos base que otros compañeros, pero supe defender el examen y pasar el proceso», asegura con humildad. «Mis padres no se lo creían cuando iba aprobando exámenes. ‘¿Pero, cómo que has aprobado?', me decían. Y contentísimos y orgullosísimos. Hemos ganado todos porque está claro que sin su apoyo tampoco hubiese sido posible», afirma, mientras reconoce que en el momento en el que le dijeron que había aprobado, se quedó bloqueada: «Un poco en shock, en ese momento tampoco lloraba. Como que no asumes lo que has conseguido y tienes ya para toda la vida», dice esta vecina de Villalcázar de Sirga, también en Palencia. Pues ya es hora de creérselo y de disfrutarlo. ¡Enhorabuena, fenómenas!