Y le envía un mensaje a los que la idea de donar siempre la han tenido en mente: «Yo me lo planteé cuando no tenía un niño enfermo y siempre lo dejaba para después. Pero llegó un momento en que a mí se me pasó. Yo ya tengo más de 40 y no puedo donar y ahora veo que igual que le pasó a otra persona, me ha pasado a mí. Que puede ser tu hijo, que puedes ser tú, puede ser tu padre y que no lo dejes para más tarde. Que es solo un pinchazo. Un pinchazo salva una vida, el próximo podrías ser tú o tu hijo. Es así de fácil. Por un día estar en el hospital y estar molesto una semana, puedes salvar la vida de un niño de tres años o de tu padre o de tu hermano», explica. Ahora solo falta que todo el proceso vaya bien, algo que no es tan sencillo, que la médula de Marco quede completamente limpia, y cruzar los dedos para encontrar un donante compatible. Solo así, Marco podrá hacer honor a su apellido, Ledo, y devolverle la alegría a su familia.