—¿Dónde está el límite? Por ejemplo, ¿es normal pasar por diez operaciones de cirugía plástica?
—Yo creo que no es posible poner límites, porque es un problema de libertad individual en el que no podemos ponerlos, pero sí aconsejar. Para mí, si una persona necesita tantas intervenciones, creo que tiene un problema de su imagen personal o de la valoración de su propio yo, e igual lo que necesita es un soporte psicológico. Diez cirugías son muchas, no es frecuente eso. Yo tengo pacientes de muchos años, y es posible que a lo largo de su vida algunos se hagan un relleno de labios, una blefaroplastia, una toxina botulínica y un aumento de mamas. ¿Es muchísimo? Pues tampoco. Otra cosa es que se lo haga todo junto, o que te digan: «Esta chica con 26 años se hizo todo eso». Pues habría que ver cómo estaba, etcétera. Las cosas, en general, suelen ser bastante relativas.
—Aunque la operación haya sido un éxito, ¿puede ser que la persona no se acepte? Aun dejándole la nariz que quería, ¿es posible que no se reconozca?
—Realmente yo aquí no veo eso de no reconocerse, que es un miedo que tiene mucha gente y que nos preguntan mucho: «¿Voy a ser yo mismo?». Claro que vas a ser tú mismo, no va a cambiar nada más que tu nariz. Hombre, hay narices horrorosas. Yo, por ejemplo, tengo una nariz bastante fea, ja, ja. Pero si con el cambio de una nariz a mejor, tú te sientes peor, algo está pasando desde el punto de vista psicológico. O no deberías de haber sido operado, o estás sufriendo un proceso depresivo y necesitas asistencia de otro tipo.
—¿Existe un servicio de asistencia psicológica para estos casos?
—Yo, cuando creo que un paciente puede no tener el criterio suficiente, le pido que haga una consulta previa para poder ser intervenido. Y entiendo que deber ser frecuente en otros compañeros. No es que esté en las normas ni en los libros de cirugía plástica, pero sí que está el hecho de que tenemos que buscar a los pacientes que puedan tener trastornos psicológicos y desean hacer operaciones que no precisan o que vayan a dañarlos. De cualquier manera, no quisiera que parezca que la paciente que ha sufrido este terrible acto [Sara Gómez] padeciese ningún trastorno. Seguramente pidió una liposucción, quizás fuese una persona muy perfeccionista que quería estar muy bella, aunque aparentemente ya lo era, por las imágenes que vi. Hoy en día no me fío de las imágenes, pero si es la que se veía en las fotos, estaba estupendamente. ¿Necesitaba cirugía? Pues igual se haría pequeñas cosas porque era muy perfeccionista. Grandes cosas no necesitaba, y desde luego cosas que le llevaran a la muerte, estoy seguro de que no.
—¿Hay acompañantes molestos?
—Hay dos tipos de acompañante. Por un lado, el que influye en el paciente y que es absolutamente negativo. Pero por el otro también está el que le ayuda, porque igual me hace esas preguntas que tanto le preocupaban a él. Que una chica de 20 años venga con su madre me parece razonable. Pero cuando viene con el novio, que eso lo hemos visto, y él le dice: «Póntelas más grandes», pues evidentemente, eso lo tengo que parar.