Cristina y Diego: «No vamos a spas ni a restaurantes, ahorramos cada año para ir al Sáhara con las maletas llenas»

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Cristina y Diego con sus hijos, Breogán y Mariña, este diciembre en su visita al campamento de refugiados de Smara, donde visitaron a Nayat y su hijo Jaled, que nació en O Salnés.
Cristina y Diego con sus hijos, Breogán y Mariña, este diciembre en su visita al campamento de refugiados de Smara, donde visitaron a Nayat y su hijo Jaled, que nació en O Salnés. Diego Pita Díaz

Cada familia es un mundo. Estos ferrolanos se convirtieron en padres de acogida el verano en que se casaron. Su idilio con África suma cinco veranos, un embarazo conjunto inolvidable y varios viajes a todo riesgo. Su regalo esta Navidad ha sido ir a ver, con sus dos hijos, a su gran familia africana

08 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El pequeño Breogán tiene 2 años, un bagaje aventurero y una gran familia africana. «¿Quieres volver?», le pregunta su madre a la vuelta de su viaje, reciente, al Sáhara. Y el sí de Breogán es un avión que podría cruzar en segundos miles de kilómetros. Los lazos de sus padres, Cristina Roig y Diego Pita, con África nacieron en el verano del 2016, cuando ellos eran una pareja de solteros que se convirtieron en padres de acogida.

«El primer niño que vino a casa fue Yusef, aquel verano», comienza a relatar Cristina, la que dio el primer paso. El primer año que lo intentó, Diego se echó atrás, pero al siguiente le dio la sorpresa: «Acabo de firmar, este año sí».

A él le costó decidirse porque acababan de abrir su negocio: «Económicamente, no sabíamos cómo iba a ser y me daba miedo traer a alguien y después no poder hacerle frente». Al año siguiente, Diego dijo que sí. Y una alegría llamada Yusef llegó el verano de su boda. «Dije: ‘El 2016 es un año bonito. El niño llegará siendo nosotros novios y así lo llevamos a la boda'», cuenta él. Tanto Cristina como Diego sabían cuál era su papel con Yusef, que no iban a ser tutores legales, pero se comprometían a dar casa, manutención y cariño. Formalizaron la acogida con el programa Vacaciones en Paz de Sogaps (Galicia desarrolla Solidariedade Galega co Pobo Saharaui) y recibieron a Yusef cuando tenía 10 años (ahora tiene 16). «Yusef lo hizo fácil, es un niño agradecido, al que todo le gusta, muy cariñoso. Quitando las tres primeras horas de la noche que llegó, todo le gustó», recuerda Cristina. Pero esa primera noche fue dura. Él quería volver y hubo que convencerle de que no. «Al día siguiente, me dijo que no quería comer donde estaban los perros, que estaban debajo de la mesa de la cocina. Le dije que lo sentía mucho, que los perros habían llegado antes que él, que si quería saliese él... ¡Y salió! Se fue al descansillo, se sentó y me dijo que le sacase el plato de macarrones. Le dije que en mi casa se comía a una hora en un sitio. Él no paraba de decir: ‘Cristiano Ronaldo' tocándose el pelo. Y nos enseñó una foto de Cristiano con un peinado macarra. Le dije que, si entraba en casa y comía, lo llevaba a la peluquería a hacerse el corte. Lo llevé. Y nunca más. Ni problema con los perros ni con nada», resume Cristina.

Yusef estuvo dos meses en Ferrolterra echando raíces en el corazón de sus padres de acogida. «Nos casamos en septiembre y él nos acompañó al altar. Lo pasó pipa, comimos, bailamos, y, ya por la noche, Cristina y yo nos fuimos de luna de miel y él volvió al Sáhara. Lo que más me llamó la atención fue que, cuando nos íbamos a despedir, tuvimos una entrevista en la radio en Ferrol y les preguntaron a los niños saharauis qué les pedirían a sus familias antes de irse. Yusef dijo: ‘A mí me gustaría que vinieran a verme, porque donde yo vivo nunca viene nadie'», se emociona aún Diego al recordar. Ese diciembre, Cristina y Diego cumplieron el deseo de Yusef: viajaron al campamento de refugiados de Smara, en Argelia. «Allí conocimos a sus hermanas y sus padres. Nos recibieron muy bien. Son un pueblo muy agradecido. Su hermana también quería salir y venirse con nosotros. Así que ese verano vinieron Yusef y Fátima. Porque nosotros tenemos poco, pero cariño mucho».

Dos embarazos en el 2020

¿Cómo recibe la familia de sangre a esta familia que nace de la solidaridad? «Nosotros tenemos mucha personalidad, a veces ni les contamos lo que vamos a hacer», sonríe Diego. Y añade Cristina: «¡O lo decimos el día antes!».

«Yusef me decía el primer año: ‘Qué suerte, eres como Cristiano Ronaldo'... Jajaja, pero si yo tengo un Ford Orion del 84. ‘Tú tienes casa, comes y cenas todos los días, ¿qué más quieres? Lo tienes todo', me dijo él», nos asoma Diego a la sabiduría del pequeño gran Yusef.

Él es ya un hijo para ellos, como Fátima. El vínculo es muy fuerte. «Lo que siento no se explica con palabras. Verlos crecer es reconfortante», dice Cristina.

Yusef, Fátima, Futella y Munina con sus «hermanos de corazón» gallegos Breogán y Mariña, que fueron en diciembre a visitarlos con sus padres al campamento de 
Smara, en Argelia
Yusef, Fátima, Futella y Munina con sus «hermanos de corazón» gallegos Breogán y Mariña, que fueron en diciembre a visitarlos con sus padres al campamento de Smara, en Argelia Diego Pita

La llegada de la dulce Najat, prima de Yusef y Fátima, saharaui con la nacionalidad española, fue un punto y aparte. Cristina la recibió en casa, en Narón, en septiembre del 2020. Najat viajó embarazada cuando se relajaron las restricciones por el covid. «Le dije: ‘Tienes que venir. Si vienes, tú hijo nacerá y tendrá la nacionalidad. Si no, echarás por la borda el trabajo de tu padre para que tú tuvieses la nacionalidad», se plantó Cristina. «Le dije: ‘Najat, que sepas que tienes mi casa', ¡y a los 12 días ella apareció en la puerta!».

Cristina y Najat estaban para dar a luz en torno a la misma fecha. Compartieron la expansión del universo de su tripa, las preocupaciones maternales, un confinamiento (en octubre del 2020) y a medias un parto que no resultó nada fácil. Pero la valoración final de Najat es positiva.

«Fue una experiencia especial. Conozco Galicia de toda la vida, estuve en acogida en Vigo y, embarazada, fui bienvenida en casa de Cristina y Diego. Me sentí muy bien, segura, con gente buena. Vamos, ¡que somos una familia! Me cuidaron mucho y lo más bonito es que Cristina estaba embarazada conmigo y lo vivimos todo a la vez. Pero el hogar es el hogar, como tu casa no hay...», explica en audios Najat, que dice que en su campamento del Sáhara «estamos todos muy cerca de todos, no es como ahí». «Lo pasamos mal porque no vivimos cómodos, pero somos felices. Ahora, si hay una madre saharaui que pueda dar a luz ahí en Galicia, la animo. Yo en el parto tuve una hemorragia interna y, si llego a tenerla aquí, creo no estaría hablando contigo. Aquí muchas mujeres mueren al dar a luz», subraya Najat, que hoy se siente feliz de estar en Argelia con su pequeño Jaled, con su piña, junto a su madre, aunque volvería «mil veces a Galicia». De aquí echa de menos a esta otra rama de la familia, «a los amigos, a otras mamás que conocí en clases preparto y en el posparto, a las matronas Natalia e Isaura y también a las del Hospital do Salnés, del que estoy enamorada, a la pediatra Lupe... Son personas maravillosas». «Ahí di a luz a mi hijo, me siento muy ligada a Galicia, no tengo palabras... Echo de menos también el olor de la hierba de Galicia, la aldea, me encanta ese olor, me da vida. Volveré, volveré mil veces».

Antes de este regreso anunciado, sus amigos-hermanos Cristina y Diego han ido a verla a ella y al resto de su familia de corazón con sus pequeños Breogán y Mariña, que nació en O Salnés, casi a la vez que Jaled. «Fue una gran sorpresa que viniesen. Me encantó. Ojalá que vuelvan», expresa Najat. Mientras, mantienen la conexión diaria por WhatsApp.

La familia Roig Pita se autorregaló antes de Navidad un viaje al campamento de Smara. Allá fueron Cristina, Diego,y sus pequeños Breogán y Mariña. Fue la primera vez para Mariña, la segunda ya para Breogán y la sexta para sus papás. «Mariña casi no se enteró, pero mi hijo aprendió más en el campamento que en cualquier clase que pudiera tener aquí. Pero la verdad es que yo no conozco a nadie que solo haya ido una vez. Si vas, quieres repetir. Es mucho lo que te da. A nosotros no nos verás en spas ni en restaurantes. Eso sí, gastamos en comida... Pero nuestro gasto grande del año es para ir al Sáhara. Ahorramos cada año para ir al campamento, ¡y hay que ahorrar mucho para ir con las maletas llenas!: botiquines, calzado y ropa para los niños... Pero a mí me ayudó mucha gente, mi amiga Marta y su familia, matronas, mujeres de la asociación de apoyo a la lactancia materna. Yo pagué nada de lo que iba en las maletas. Levanto un teléfono para decir que voy al Sáhara y siempre recibo ayuda», subraya Cristina.

Breogán y Mariña son unos pequeños Reyes Magos que ayudan a los de Oriente. Eso les dicen sus padres, que no pierden desde el 2016 y su estreno como padres de acogida de Yusef la conexión con el Sáhara. El corazón es más grande que el desierto.