Octavio y Óscar, 23 años juntos: «Nunca olvidaremos la luna de miel en el hospital»

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Octavio y Óscar son pareja desde hace 23 años.
Octavio y Óscar son pareja desde hace 23 años. MARCOS MÍGUEZ

El educador canino Octavio Villazala es la cara visible de una sólida pareja de padrazos. Hoy nos abren la puerta de su hogar. «Tuvimos mucha leria, pero hemos estado juntos a las duras y a las maduras. Siempre. Lo que no nos gusta nada es aparentar», aseguran

12 ene 2022 . Actualizado a las 07:52 h.

Viven con perros y gatos que comen juntos, y son un poco como el perro y el gato, con diferencias ruidosas, pero salvables con amor, humor y un gran sentido de la realidad. Su convivencia es intensa, «lume hai!», se ríen. Lo que no les va a ninguno de los dos es aparentar. A Octavio y a Óscar, una pareja de más de veinte años con un hijo de 16 años como centro y motor, los presentó un amigo una noche hace 23 primaveras: «No fue un: ‘Me quedé loco, prendado...', sobre todo por parte de él hacia mí, supongo», dice Octavio, O Bicheiro, director del centro Montegatto, en Oza-Cesuras. «Los dos veníamos de la guerra», añade su marido refiriéndose a que los dos tenían pareja cuando surgió la chispa. «Pero ya eran relaciones casi rotas, les faltaba el golpe de gracia», zanja Octavio Villazala, que es Tito en casa. Empezaron poco a poco. «Un día yo no le cogí el teléfono, porque parecía que él no estaba tanto por mí como yo por él. Pero otro día me llamó 4.678 veces ¡y eso me encantó!», recuerda Octavio de sus inicios con Óscar. 

Esta es una pareja de grandes caracteres, con mucho arte y momentos de explosión. Octavio, Acuario, es un ciclón y Óscar, Aries... pues depende. Pero dicen que es buena la conjunción de sus signos. Los dos se definen como personas emocionales que tienen los pies en la tierra. «Yo soy el cómico, al que le gustan las comedias, y él es más pragmático, pero tiene su vis cómica en la intimidad», revela el hombre que susurra a los perros, el «papá» humano de Allo, que fue el can de palleiro más famoso de Galicia, un perro de cine, un perrazo de anuncio.

A Óscar, de 52 años, funcionario con dotes de violinista, no le cuesta decir las verdades. Según su marido, de 55, «él es valiente y leal, es un guerrero. Da la cara cuando la tiene que dar. Es un hombre». En su historia, que ha encarado con valor la dureza de la enfermedad, no pierde brillo un día de Reyes de hace ya dos décadas. Yo coleccionaba y aún colecciono grúas, grúas a escala. Aquella noche de Reyes, dormimos juntos, y por la mañana él metió la mano debajo de la cama, sacó una cajiña [se emociona]... y dentro había una grúa, una grúa vieja, de cuando él era pequeño. Me pareció algo muy bonito». Óscar le regaló aquel día un pedazo de su infancia.

«El amor se lo curra uno día a día», sostiene Óscar, que admite, como su marido, que su historia está llena de verdades y altibajos. Es la realidad. «Tuvimos mucha leria», se ríen. ¿Pero existe el amor sin ruido? «Serán contadas excepciones...», concede Óscar.

Su relación (se ve a la primera) no es aburrida ni es una nada envuelta en celofán. «Tenemos claro que somos una familia y que somos una pareja», aseguran. Para ellos, la prueba del algodón del amor es la pregunta: ¿Cuando llegas a casa, te alegras de verlos, quieres estar con ellos? Yo siempre llego a casa con ganas de verlos a los dos, a él y a mi hijo», declara Octavio.

Según él, Óscar es «un poco mamá, de rutinas, no porque tenga una actitud femenina, pero él te arropa, te cuida, es maternal». «Soy padre, pero alguien tiene que ocuparse de la intendencia doméstica...», matiza Óscar. «Yo soy papá y soy mamá, soy mamaíña —completa Octavio—. Hay una palabra en gallego preciosa: aleitadora. Soy madre aleitadora. En madre hay una connotación que abraza ese lado femenino que yo tengo. Yo me siento padre y madre. Eso para mí no supone menos virilidad». Óscar se define, en cambio, «como padre y punto».

Como una ola llegó Óscar a la vida de Octavio... o viceversa. Es un oleaje cruzado. Cuando se conocieron, Octavio Villazala acababa de perder a su madre y Óscar «llegó buscando la estabilidad». «Los dos veníamos muy vividos, éramos conscientes de que queríamos construir una relación», explica Óscar. Al año de conocerse aquella primera primavera, decidieron irse a vivir juntos. Hasta hoy.

La boda llegó 17 años después, hace ahora seis años, con todo un libro escrito de familia, con todo un ajuar de momentos compartidos, unos alegres, otros no tanto. Octavio y Óscar se casaron antes de la segunda operación de cáncer que tuvo que afrontar Octavio. «Salimos de la boda para el hospital, y vinieron cuatro amigos a tirarnos arroz. No lo olvidaremos, ni nuestra luna de miel en el hospital», recuerda Óscar.

«En la primera operación que tuve, lo pasé muy mal, sentía que estaba abandonado a las manos de Dios. Ese día mi hijo vino a decirme que había un gato dormido en la carretera. El gato estaba muerto. Recuerdo que me despedí de mi hijo, lo dejé en el colegio pensando que quizá no lo volvería a ver. Sentí puñales en el corazón. Estuve muy malito, pasé dos meses en el hospital. Yo quería ver a mi hijo, pero no quería que mi hijo me viese llorar. Óscar, al final, me lo trajo y me porté muy bien», nos deshace en su relato Octavio.

También hubo, recuerdan, un momento anillo. «Tú una vez me regalaste un anillo, que de chaval eras muy romántico, y siempre me recriminaste que nunca te regalase yo un anillo a ti, pero te regalé otras cosas...», dice Tito.

«Me supo poner las pilas»

«Amas lo que admiras», asegura, citando a Almudena Grandes, el hombre que ve enseguida el fondo de las personas, que entiende como pocos el lenguaje animal. Y siente que en esta familia los dos están siempre ahí, «a las duras y a las maduras». «A las muy duras y a las muy maduras». «Sí, Óscar siempre estuvo ahí, a la altura. Y cuando me tuvo que poner las pilas, porque alguna vez me las tuvo que poner, me las puso. No es nada condescendiente conmigo, es mi primer crítico. Fue un auténtico patriarca. No me perdonó ni una cuando me desnorté. Él es mi punto de referencia. Mi casa, mi hogar, son él y mi hijo. Cuando estuve en callejones oscuros, él siempre estuvo ahí».

¿Cuál es el secreto de una relación duradera, el ingrediente estrella de la felicidad familiar? «No hay secreto ni receta», considera Óscar. «Más que el apasionamiento, tiene que haber entendimiento, un proyecto común y un respeto hacia la vida del otro. Nosotros somos los dos un poco artistas», señala Octavio. «Sí, a veces yo le digo: 'Si te sientes Picasso, píntame un cuadro'», bromea Óscar, que dice que su marido, con su «soy un artista», lo justifica todo. Que es un artista se ve.

Óscar valora, sobre todo, «lo buena persona que es» su marido. «Y lo trabajador que soy...», añade Octavio. «Sí, hombre, claro, ¡pero no te quiero por eso!», distiende Óscar con su infalible punto Bogart. A él, que no nos quede por decir, los perros y los gatos le gustan también, aunque no tanto como a su marido, o no lo muestra igual. Pero en el ambiente se nota un feeling instintivo, sutil pero brutal. «A Tito, si lo dejas, te llena la casa de 30 perros», bromea Óscar, que se considera, pese al desacuerdo de su marido, que ladea la cabeza dubitativamente, un hombre duro, «pero no insensible». «No, no es duro», opone Octavio. «Pero solo me abro con él, con mi hijo y con cuatro personas cercanas», continúa este Aries tozudo como un Tauro que revela que el Acuario de su corazón tiene estallidos más frecuentes que los suyos. «Yo, en general, soy el de la intendencia, el de las normas, y él, el que le ayuda a nuestro hijo a romperlas», se ríe Óscar. Octavio le discute, pero se reconoce en esa parte de niño revoltoso a la que no quiere renunciar. Normal, es una actitud que evita muchos males adultos.

¿Pero has llegado a imaginarte la vida sin él?, le pregunto a Óscar, sobre esa vez que Octavio estuvo tan enfermo en el hospital... En esa segunda operación Óscar se vino abajo. «Mi vida sería mucho peor. La relación es intensa, apasionante muchas veces, dura otras. A veces me gustaría que fuera menos intenso, aburrirme un poco más... Porque con él no te aburres nunca. Siempre estamos en el top», concluye Óscar, que tiene claro que una familia es una empresa, «tu empresa». Esta funciona desde hace más de veinte años. En la salud y en la enfermedad. Con moito lume polo medio...