Gisela: «Los niños pierden la infancia demasiado pronto»

YES

Buscó y halló el triunfo en el mundo de Disney, los musicales y espectáculos de corte familiar. Aunque, si viran las tendencias, no renuncia a su carrera como artista pop. De momento, es la única artista española que ha cantado en una gala de los Oscar

13 ene 2022 . Actualizado a las 18:58 h.

Es capaz de trasladar esa brutal empatía que genera su perenne sonrisa, incluso desde el otro lado del teléfono. Locuaz y afable nos atiende el lunes. Este fin de semana tenía previsto actuar en Galicia con su espectáculo Disney Concert Kids, en el que, una vez más, se convierte en un hada que con sus canciones introduce al público en un viaje de aventuras fantásticas a través del universo de las películas Disney, esas a las que en tantas ocasiones ha puesto voz. Ese mismo día por la tarde desde su agencia nos informaron de que las actuaciones de Gisela habían sido canceladas por el incremento de casos covid. Será en mayo cuando regrese. Pero no por ello renunciamos a compartir la charla.

—¿Fuiste tú la que elegiste centrar tu carrera en los espectáculos infantiles o, de alguna manera, fueron ellos los que te eligieron a ti?

—A mí no me gusta llamarlos espectáculos infantiles. Yo tengo la suerte de aglutinar a muchos tipos de públicos diferentes. A los niños, por mi vinculación con Disney, pero también tengo al público que me sigue desde OT. Y ahí ya están las mamis, las abuelas... Y todos disfrutan casi casi por igual. Por eso digo de mis shows que tienen un concepto de espectáculo familiar.

—¿Tienes algún truco para lograr semejante sintonía con los niños? Me consta que, de entrada, te adoran. Y eso no se enseña en ninguna academia.

—Yo creo que los niños empatizan tanto conmigo porque en el momento en el que estoy en el espectáculo o en el que estoy en contacto con ellos, yo me transformo, me vuelvo una niña o parte del personaje que ellos tienen en la cabeza. Soy parte de su imaginario y los atrapo. Se vienen conmigo a mi historia en cero coma y lo viven a tope.

—En una ocasión te preguntaron que con qué personajes de Disney te identificabas y dijiste que con La Sirenita por inconformista y con Elsa (de «Frozen») por rebelde. ¿Cuándo asoma en ti esa rebeldía? Me cuesta creerlo.

—¡Ah! Pues sí, en muchos momentos. Claro que tengo mi parte reivindicativa y mi parte inconformista. Sobre todo ante las injusticias. Sé que parece una frase hecha, pero no lo es. Me rebelo mucho contra aquello que no me parece bien. Y ahí me sale la vena más peleona. Aunque es cierto que normalmente soy bastante tranquila.

—A día de hoy no falta quien cuestione la idoneidad de trasladar a los niños ese mundo de fantasía, de hadas y princesas, que propone Disney. ¿Qué les dirías?

—Que hay sitio y momentos para todo, siempre en su justa medida y sin llevarlo al extremo. Lo que propone Disney obviamente no es la vida real. Es, efectivamente, un lugar de fantasía que se queda ahí, en una película. Y de ella tú extraes lo que te interesa, lo que te parece positivo. Y lo que no vaya contigo, lo dejas pasar y punto. Yo nunca soy tan taxativa con estas cosas.

—Pero los niños ahora pasan de «Frozen» a un videojuego malote en dos días.

—Ya, yo creo que los niños ahora pierden la infancia demasiado pronto. Y es una pena. Nosotros no teníamos esta sobresaturación de información. Vivíamos cada cosa a su tiempo. Ellos no. Ellos viven demasiadas cosas a destiempo. Están sobreestimulados. Y pierden esa inocencia, esa parte de sorpresa que a esas edades tiene la vida. A mi sobrino de tres años ya nos cuesta hacerle creer en Papá Noel. ¡Con tres años!

—A ellos es difícil sorprenderlos, pero a ti ¿qué te sorprende?

—¡Uy! A mí todavía muchas cosas. Intento conservar esa parte infantil todo lo que pueda y dejarme maravillar por las cosas. En especial por las más pequeñas. No ver un atardecer y decir: «Mira, un atardecer». No. Disfrutarlo y decir: «Madre mía, qué maravilla».

—En un momento de «Disney Concert Kids» dices: «No hay nada más maravilloso que mirar en nuestro interior». Cuando Gisela mira en el interior de sí misma, ¿qué ve?

—Ufff. Un mundo complicadísimo en muchos aspectos y también una mujer muy agradecida y muy afortunada. Me siento una persona muy rica. Y no me refiero a lo económico. Me refiero a rica en amor, familia, trabajo, salud... Y el agradecimiento por eso lo llevo conmigo siempre.

—¿También a «Operación Triunfo»?

—Como en todas las experiencias de la vida, tienes dos opciones: o quedarte con lo malo o con lo bueno. Yo intento quedarme siempre con lo bueno. Y lo malo, digerirlo, aprender de ello e intentar que no vuelva a suceder. ¿Cómo no voy a estar agradecida a la oportunidad que me dio Operación Triunfo? Ahora mismo yo vivo de lo que ha sido siempre mi vocación gracias a OT. Obviamente, nadie me ha regalado nada y yo me he tenido que trabajar mucho mi carrera. Pero la oportunidad que me dieron me facilitó las cosas en el momento más complicado, en el inicio. Desde luego que después no ha sido un camino de rosas y todo ha tenido su cara A y su cara B. Pero me quedo con lo bueno. Yo miro para atrás y pienso: «¡Madre mía, lo que he hecho!». He estado cantando en los escenarios más importantes del mundo, he ganado el festival internacional de Viña del Mar, he sido la primera artista española que ha cantado en la gala de los Oscar, ahora he grabado un capítulo para Los Simpson poniendo voz a Marge Simpson... Cosas que yo cuando era pequeña, o no tan pequeña, pensaba: «Y eso ¿cómo se debe alcanzar?». Pues mira, ahí he estado yo.

—Tras salir de la Academia abandonaste la discográfica «porque nos engañaban», dijiste. ¿Has vivido muchas traiciones en este mundo?

—Cuando aún estás empezando cuesta entender que para ellos no eres una persona, eres un producto. Puro y duro. Y tienen muchos productos. Entonces aquel al que creen que pueden sacarle más rédito es al que promocionan y potencian. Lo malo es que como al mismo tiempo te tienen atada, es como el perro del hortelano, ni hacen ni te dejan hacer. Y es entonces cuando llega la frustración. Porque son muchas las batallas que tienes que librar. No solo la decepción porque tu música no está sonando o porque no te están haciendo la promoción que crees que mereces. Es que a veces son triples y cuádruples luchas al mismo tiempo.

—¿Has dado por abandonada tu carrera como artista pop?

—No, para nada. Lo que pasa es que surge la oportunidad o no. El mercado discográfico está muy copado y, aunque parezca que no, es un mundo muy cerrado. Yo saqué un single hace más o menos un año. Lo saqué emocionada por mi público y por mis fans, porque ya me lo pedían. Pero es que cuesta mucho esfuerzo sacar una canción para que luego no pase nada con ella. Y yo soy de las que piensa que los esfuerzos hay que ponerlos en las cosas que te gusta hacer, pero que también te permiten vivir. Yo vivo de mi música y me gustaría poder seguir haciéndolo muchos años. Y creo que se pueden compaginar las dos cosas. Y en eso estoy. Pero a la vez soy consciente de que la tendencia actual no va para nada con el estilo por el que yo me muevo. Pero ¿quién sabe? Yo, al final, soy cantante y no cierro las puertas a nada. Pero no me voy a forzar a hacer algo que no vaya conmigo o que vea que no me va a servir para nada. A estas alturas ya no tengo una pretensión de estar en las radios ni en las listas de ventas.

—Vives rodeada de mundos mágicos, de fantasía y de ensueños. ¿Qué sueño te queda por cumplir?

—Con seguir como hasta ahora me conformo. Pero si me pongo a pedirle al universo, pues mira, me gustaría hacer una película. Sin cantar, solo como actriz. Que parece que por hacer teatro musical, como que no eres actriz. Y vaya si lo eres. No solo actúas sino que también cantas y bailas. Pero bueno, en formato actriz, digamos, convencional he hecho alguna serie y cositas sueltas, pero sí que me gustaría tener un papel en una peli.

—Por cierto, que te asociamos mucho con el público infantil, pero en tu Instagram no tienes reparos a la hora de mostrar también tu lado más sexy.

—¡Por supuesto! Es que las personas tenemos muchas vertientes y muchas facetas. Y, como me dijo mi madre: «Tú a tope, a disfrutar y a expandirte todo lo que puedas». Es un perfil muy blanco, no hay nada que pueda herir la sensibilidad de nadie, pero sí, claro, yo también tengo mi parte más juguetona, más sexy y por qué no mostrarla. Al final las redes sociales son un escaparate que tenemos, una ventanita al mundo, y me gusta que se vea un poco de todo de lo que yo soy.