Marta: «Mi expareja me dejaba encerrada en casa con mi hijo dos o tres días»

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ANGEL MANSO

Con apenas 30 años, relata que ha vivido un auténtico infierno durante casi una década. Insultos, desprecios y amenazas constantes ha sido su día a día. Pero la peor parte se la llevan sus dos pequeños. Por ellos lucha ahora en los juzgados, para conseguir que se le retiren las visitas y la patria potestad

21 nov 2021 . Actualizado a las 20:01 h.

Marta (nombre ficticio) solo tiene 30 años, pero lleva muchos viviendo un auténtico infierno. Todavía lo sigue viviendo. Porque lejos de darle la Justicia la razón, lleva desde el 2019 peleando para que un juez considere que ha sido víctima de violencia machista y vicaria. Ese tipo de agresión en el que el maltratador hace cualquier cosa por causar la muerte en vida de la víctima, infligiéndosela a las personas que más quiere, en este caso y en muchos más, sus hijos. Por eso, ahora su lucha está centrada en proteger a sus dos pequeños, de 9 y 5 años, para que se le retire a su padre la patria potestad y las visitas.

Los problemas comenzaron a los dos años de nacer su primer hijo, momento en el que ambos decidieron irse a vivir juntos. Pero ella no fue consciente del maltrato y de las vejaciones que sufría hasta mucho más tarde: «Ahí ya empezaba a salir, a irse de fiesta, siempre llegaba borracho... Incluso nos dejaba encerrados en casa dos o tres días y no volvía. Encerrados con llave. De hecho, una vez mi hijo tuvo 40 de fiebre y yo no podía salir. Avisé a unos vecinos para que lo fueran a buscar, pero tampoco lo encontraron». Marta cuenta este terrible episodio como algo ya habitual y aclara que lo hacía porque era muy celoso: «No me dejaba ni hablar con el vecino de arriba».

Pero también llegaron los desprecios, sobre todo, a raíz de que ella comenzó a coger peso. «‘Eres una gorda de mierda, tienes que comer un plato pequeño de postre y solo una vez al día. Mírate al espejo, quién te va a querer si no soy yo'», le decía mientras explica que ni siquiera se cortaba delante de los niños: «Salía una ballena por la tele y les decía: ‘Mirad a vuestra madre. Ahí está'». Llegó un momento en que ni siquiera quería salir a la calle con él porque no se cortaba ni delante de la gente. Y su sobrepeso era tema de conversación incluso con sus amigos: «Hasta un día la novia de un amigo suyo salió en mi defensa diciendo: 'Es buena persona y eso es lo que importa'».

Pero sus kilos de más eran una simple excusa para denigrarla: «‘No sirves para nada, ni para colgar la ropa...'», me decía. «A veces me tiraba la pota: ‘Esta mierda de comida no la quiero'». Si te dan un bofetón, ese bofetón es en el momento y, a lo mejor, lo olvidas. Pero estar todos los días machacando a una persona continuamente... han pasado dos años y no hay día que no tenga una pesadilla. No duermo. Hay noches que me las paso llorando y pensando por qué me tuvo que pasar esto a mí», confiesa sin poder evitar emocionarse.

Marta se volvió a quedar embarazada y la cosa fue a peor. Hasta el punto de que ella quiso abortar porque no veía factible que pudieran salir adelante con dos niños, pero él la convenció de que siguiera con el embarazo. «Había empezado un cursillo de jardinería, pero la médica me dijo que tenía que dejarlo porque tenía un embarazo de alto riesgo. Él ya se puso como un loco. Ese día cogí las cosas y me fui para casa de mis padres, pero a los 15 días él volvió a buscarme. Y yo, de tonta, volví», explica. Nació su hija y el mismo día que la vio en el hospital ya la armó: «Se puso como una fiera. Empezó a decirme que yo le había obligado a tener una hija y que él no la quería tener. Lo pasé muy mal. De hecho, él se marchó para casa y luego se fue de fiesta, el niño se quedó con mi madre, y me dejó sola con la niña en el hospital. Ni siquiera la cogió en el colo ni nada. Tuvo que ponérsela mi hermano en los brazos, si no él no la habría cogido».

AGRESIÓN EMBARAZADA

¿Te pegó? «Sí, embarazada de la niña ya me empujó contra una estantería y tuve que ir al hospital. Pero en ningún momento conté que él me había empujado. Dije que me había caído por unas escaleras. Estaba tan enamorada que realmente justificaba todo lo que hacía», aclara.

«A día de hoy les sigue diciendo a mis hijos que son unos niños no deseados. Que yo le obligué a tenerlos», reconoce. Pero un día, Marta al fin abrió los ojos o su familia hizo que los abriera. Fue en abril del 2019. Ya las cosas estaban muy mal, pero lo estaban intentando de nuevo. Ella y sus dos hijos se iban a su casa los fines de semana y estando allí un día, la situación se descontroló: «Estaba haciendo la comida y de repente le escucho gritar: ‘¡Porque me tenéis hasta los cojones, me cago en la puta de vuestra madre, iros con ella que sois iguales que ella, que la zorra de vuestra madre!.' Salí asustada y nos echó de casa como un loco. Al niño lo agarró por un brazo y lo zapateó. A la niña me la agarró por los pelos y quedó a nada de pegar contra una hormigonera. Yo cogí a los niños y me marché». Pero era tarde y los críos estaban sin comer, así que le pidió que por favor le dejara darles la comida allí y que luego se irían: «Cerré la puerta, pero con el aire se golpeó el portalón de fuera. Y ya empezó otra vez: ‘Me cago en tu puta madre, como vaya ahí... ¡En tu casa cierras así las puertas, hija de puta!'. Le dije que había sido el aire. Salió para fuera e intentó cogerme por el cuello, yo me aparté y me metí corriendo en el coche. ‘Sí, zorra, hijos de puta, marcharos, que es lo que tenéis que hacer... No sé cómo llegué a mi casa conduciendo de los nervios que tenía. Estaba atacada. Yo llorando, los niños llorando, la niña a grito pelado, intentando tranquilizarla. ‘Vamos a denunciarlo — me decía el niño—, porque es un maltratador, ¿no te das cuenta de que es un maltratador? Con solo siete años».

«"Vamos a denunciarlo porque es un maltratador, ¿no te das cuenta de que es un maltratador?", me decía el niño con solo siete años. 

Cuando llegó a su casa fueron ya los suyos los que le pidieron que lo denunciara: «O lo denuncias o te va a acabar matando a ti y a los niños. Un día igual te da un golpe y te mata», le dijeron. Fue en ese momento cuando se decidió a dar un paso al frente.

LOS NIÑOS

A partir de ahí, la peor parte se la llevaron sus hijos. «Es que papá me pegó con el cinturón, con los zapatos en la cabeza, nos dejó encerrados...», me decía mi hijo. «A la niña por mearse encima, la dejó encerrada en el cuarto de baño todo el día sin comer, sin cenar y sin nada», según narra Marta, cada vez que los niños regresaban de estar con su padre. «Me llegaron con más de 80 picaduras de pulgas por todo el cuerpo, con piojos... le mandaba ropa buena y me la devolvía llena de suciedad y rota», denuncia.

Hace ya mucho que sus hijos no quieren quedarse con él. Cada vez que su expareja los iba a buscar se ponían a llorar para no irse, «se agarraban a las piernas llorando y me echaban en cara que los dejara quedarse con él»: «Mi hijo con 9 años está a tratamiento psiquiátrico. Ahora lleva siete meses sin venir a verlos porque fue padre otra vez y para los niños es un alivio. La niña ve una foto de su padre y dice que no es su padre, para ella su papá es mi padre, su abuelo. Y mi hijo dice que no tiene padre, que ese señor no es su padre porque un padre no le pega a sus hijos ni los trata mal. Yo lo llamé muchas veces para decirle que el niño estaba ingresado en el hospital y no apareció. Un día me lo entregó con la mano de él marcada en la cara». Por eso, para ella es tan importante lograr que le retiren la patria potestad y las visitas de sus hijos. Un proceso que está aún abierto y en el que la está apoyando la asociación Mirabal.

«Después de que lo absolvieran, llamó al teléfono de mi padre y empezó a amenazarme y a insultarme. ‘Quiero decirte que eres una víbora, una hija de puta, que ojalá te mueras que ni al entierro voy a ir. Pedazo de víbora. ¡Ah! Y ten cuidadito, que sé dónde trabajas, que sé que muchas veces trabajas de noche y que igual te paso con un coche por encima o te pueden pasar'. Llegamos al juzgado a los dos días y ¿sabes que me dice la jueza? Orden denegada porque no se ve riesgo», explica indignada.

La última amenaza ocurrió hace apenas unos días, el pasado lunes. Envió varios mensajes por las redes sociales: «Me amenazó diciendo que se iba a llevar a los niños al monte y que los iba a matar», explica. Cometió un error. De esto sí que hay pruebas, Marta tiene los pantallazos. Ahora solo falta que se imparta Justicia. Por el momento, orden de alejamiento para ella y los niños y suspensión de las visitas a sus hijos.