—Un montón de cosas. Justo ayer pregunté: «¿Qué creéis que voy a hacer con estos higos?». Y me dieron ideas que yo nunca he hecho, por ejemplo, confitura. O me dicen que han hecho mi receta pero cambiándole esto por esto, y quedó genial. Y algún truco. Cuando hice una tortilla de espárragos trigueros con cebolla me aconsejaron poner una yema de huevo extra para que quedara más compacta, porque cuando llevan vegetal y no llevan patatas, sueltan jugo de más y quedan más líquidas. También me enseñaron cómo aliñar la carne para hacer albóndigas o hamburguesas. Me dijeron que si dejas la carne un rato antes con una pizca de sal, se macera un poquito y luego está más rica.
—Elige un ingrediente.
—Los huevos. En mi nevera puede no haber nada, pero huevos siempre hay. Los cocino de todo tipo de formas: cocido, escalfado, en tortilla... Lo acompaño con lo que sea y está rico siempre.
—¿Cuántas recetas puedes hacer con un solo ingrediente?
—Tres o cuatro. Es una de las cosas que me he propuesto esta temporada en la cuenta, enseñarle a la gente, porque muchas veces compras una coliflor enorme y dices: «Y ahora, ¿qué hago?». En el libro hay varias recetas, desde un falso arroz de coliflor, crema... Es buscar versatilidad para no pensar que estás toda la semana comiendo el mismo ingrediente.
—Cuando vienes a Galicia, ¿te llevas algo?
—Mi padre cuando viene, y eso que le digo: «Papá, que ahora ya casi hay de todo en todos los sitios», me trae empanada, que es verdad que aquí me cuesta encontrar una que sea parecida a las que me gustan de A Coruña, o pan, y hasta hace poco, que no era habitual encontrarlos en los mercados de Madrid, me traía grelos, pero ahora ya casi encuentras todo aquí, y si no, online.
—Confiésame algo que se te resista.
—Los dulces, que aunque me encantan y en Le Cordon Bleu aprendí muchísima técnica, en mí día a día no soy capaz de ponerla en práctica. Cuando quiero un dulce, voy a algún sitio, me lo compro y me lo como allí. Si es algo más especial, la tarta de un cumple o me dicen: «Lleva tú el postre», sí, pero a diario no soy de cocinar dulce.
—Que me digas eso, después del éxito de las «cookies»...
-—Lo hago de manera puntual, pero cuando me pongo, gusta mucho. También hay que dedicarle tiempo, porque si lo hago quiero que esté rico pero que sea equilibrado. Y alguna carne también se me resiste. No soy muy carnívora, y por ejemplo me pasa con el cordero. Yo creo pasa mucho cuando no te gusta un ingrediente, que no lo sueles cocinar.
—¿Qué te suelen pedir para que les hagas tu familia o amigos?
—Basta que tú cocines en tu día a día o que te dediques a esto, que cuando vuelvo a casa en vacaciones, es cuando menos cocino. Y me dicen: «Vienes y no nos cocinas». «Es que estoy como de vacaciones», les digo. Como en mi casa hay mucha cultura de cocina, tampoco me toca mucho, e intento desconectar de mi día a día, aunque siempre acabo haciendo alguno de mis platos. Aprovecho y disfruto de la cocina que me gusta que es la de mi casa, la de mi madre o mi abuela.
—En tu padre también tienes muy buen maestro. No sé en qué momento estudiaste Derecho, porque entre tus padres y abuelas... estabas predestinada a la cocina.
—Sí, es como que todo está muy enfocado a universidad, carrera, y trabajar de lo que has estudiado, que salirse de esa línea es excepcional. A mí me han pasó un año antes, pero yo creo que con la cuarentena lo ha vivido más gente, porque han tenido tiempo de pararse, de pensar o descubrir aficiones que tenían aparcadas. Y que ya no es siempre las mismas profesiones de abogado, economista, consultor, médico... sino que la gente joven, cada vez más, tiende a buscar su camino, y yo pues lo encontré, y contentísima. Y a veces sabes que es eso, pero no tienes la suerte o la oportunidad. Yo la tuve y me salió bien, pero no me arrepiento de haber estudiado Derecho y de haber ejercido, pero sí a veces no lo vemos, está ahí delante... y dices: «¿Cómo voy a hacer yo esto? ¿Cómo voy a dar el salto?»