Más tiempo de crianza
Sobre el apoyo de la Administración pública, Inma se muestra satisfecha a pesar de que «hai algunhas axudas que tardan moito en chegar, por exemplo, a de familias monoparentais recibina un ano despois da concesión», explica. También destaca el apoyo de su concello, en el que hay otras dos madres en su misma situación.
Las ayudas que Inma echa de menos son las que puedan favorecer la conciliación: «Eu non podo disfrutar da crianza porque non podo deixar de traballar. No caso das familias con dous proxenitores poden organizarse para estar un na casa coidando e outro traballando, pero eu non teño esa opción. Debería haber algunha axuda para mellorar isto, non só para as familias monomarentais -Inma prefire usar este término- pero nós temos menos opcións. Os primeiros anos da nena son moi importantes e eu quero estar con ela e disfrutalos».
Sobre el futuro, el único miedo de Inma como madre es lo que pueda pensar su hija sobre la decisión que tomó: «Non quero que teña vergonza ou que se enfade, eu non lle vou ocultar nada, é un tema que falarei con ela dende nena con naturalidade». Sara todavía nos sabe hablar, por lo que las preguntas aún no llegaron, pero cuando lo hagan, sabrá que lo importante es que tiene una familia que la cuida y la adora.
María López: «Mis hijos están discriminados por la Administración»
María tiene dos mellizos y con un sueldo de jornada reducida se enfrenta sola a todos los gastos familiares.
La familia de María la componen ella y sus dos mellizos, niño y niña, de 7 años. Los tuvo mediante un proceso de inseminación artificial y desde entonces intenta conciliar la maternidad con su trabajo de higienista dental en A Coruña, aunque vive en Culleredo. De su experiencia destaca la felicidad que le supone ser madre y también las dificultades a las que se enfrentan las familias monoparentales.
«Tenía claro que quería tener hijos y me daban igual las circunstancias», explica María. Esperó hasta conseguir la estabilidad económica posible para formar una familia y a los 37 años comenzó el tratamiento de reproducción asistida en la Seguridad Social. «Lo decidí sin presiones, yo me consideraba joven, así que me apunté a la lista de espera y no desesperé, esperé», recuerda. Dos años después se quedó embarazada de mellizos y de la experiencia cuenta: «Fue todo muy sencillo porque al segundo intento ya conseguí el embarazo. No tuve tiempo a que me pasara nada bueno ni nada malo, fue simple y salió bien, aunque soy consciente de que hay mujeres que viven verdaderos dramas».
Su familia y amigos nunca cuestionaron su decisión: «No tuve ningún problema, pero la normalidad es muy relativa. Somos un modelo de familia que aún no está muy reconocido y está poco entendido a nivel social», cuenta la madre. Sobre esto explica que se siente desvalorizada a ojos de la Administración ya que ha vivido varias situaciones que tacha de injustas: «Da la sensación de que no existimos. Por ejemplo, mucha gente piensa que yo soy familia numerosa, pero no es así, una viuda con dos hijos tiene esa categoría y mi familia no. La explicación es que yo lo decido y a la viuda es algo que le pasa, pero están discriminando a mis hijos».
Un sueldo para tres
María detalla que tiene los problemas de conciliación de cualquier madre pero, en su caso, la situación se agrava al tener que sacar a sus hijos adelante con un único sueldo de jornada reducida, ya que tuvo que renunciar a horas de trabajo por el cuidado de sus hijos: «Esto hace que no podamos acceder a una vivienda, ya que con un sueldo así es imposible adquirirla», narra la madre. También destaca el papel de las guarderías, ya que suelen tener horarios más amplios que las escuelas y los niños solo tienen vacaciones un mes al año. Cuando entran en el colegio, la conciliación ya es más complicada: «Yo solo tengo 30 días de vacaciones al año y los niños, en total, más de dos meses, eso es insostenible. Tienes que pagar campamentos o actividades extraescolares aunque a veces la economía no lo permite. También me ayudan los abuelos pero no creo que sea justo, ellos tienen que estar para disfrutar de los nietos, no para criarlos».
Otras situaciones de este estilo que ha vivido son tener que acudir a un comedor escolar que no dispone de becas o, a la hora de pedir ayudas públicas, que le hayan pedido presentar una sentencia de divorcio al no considerar -a pesar de constar en el libro de familia-, su status de familia monoparental. Contra lo que califica de discriminación, María y otras madres han fundado la asociación Familias Galegas Monomarentais : «No podemos con todo y creemos que juntas nos escucharán».
Con 7 años, los mellizos tienen más que asumida su situación familiar: «Un amigo de mi hijo le preguntó dónde estaba su padre y él contestó que no tenía, como si fuese algo normal. Mis hijos están más preparados que la sociedad para entenderlo». A pesar de lo que define como odisea, María está encantada con su decisión y afirma: «Por mí, tendría más, pero ya sería imposible».