¿Cómo mantenemos la chispa en pareja?

J. VILLAVERDE / S. F.

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Perder la llama es el proceso natural de las relaciones con el paso de los años. Aunque es imposible recuperar el estado de enamoramiento inicial, debemos buscar una dinámica satisfactoria. Varios expertos dan las claves para que no se pierda el «feeling»

23 sep 2021 . Actualizado a las 09:09 h.

El enamoramiento es una etapa transitoria en la que las parejas disfrutan con intensidad. Esta fase deja paso a un momento en el que muchos se plantean si realmente es habitual sentir que su complicidad se ha perdido. La sexóloga Aránzazu García lo tiene claro: «El amor maduro es más tranquilo y sosegado que el éxtasis del enamoramiento, pero puede ser feliz». La tranquilidad no es el problema, sino «el cansancio que te va llevando a dejar a la pareja al lado», comenta Leticia Martínez, psicóloga especializada en terapia de parejas. Achaca esta fatiga a las dinámicas del día a día, el trabajo o la crianza de los hijos, que «no deja de ser sacarse tiempo a ellos mismos y a la pareja». Pero no por ello hay que desistir. Melisa Silva, psicosexóloga en la clínica Con mucho gusto!, explica que la rutina va a aparecer, pero que la cuestión es «poder encontrar un equilibrio entre una rutina saludable y satisfactoria».

Las tres expertas concuerdan en que la comunicación es la base para conocer las necesidades de la pareja y poder actuar al respecto. De hecho, esto ayuda a reforzar la confianza entre dos: «Podemos generar magia trabajando la comunicación, los vínculos saludables, la responsabilidad afectiva y, con ello, generar un espacio seguro que potencie el deseo de estar con la otra persona», dice Silva. Para García, también es fundamental hacer el esfuerzo de expresarse e intentar captar y entender qué es lo que realmente le gusta, pero advierte que este es el segundo paso. El primero, es conocer qué te hace feliz a ti: «Cuando sé qué me hace feliz y lo tengo en marcha, es bastante fácil hacer felices a otros», comenta. Además, explica que, habitualmente, las personas que disfrutan de la vida saben divertirse en pareja y gozar del sexo. Por eso, enfatiza la necesidad de preguntarnos a nosotros mismos qué nos hace felices y, una vez lo consigamos, será más sencillo cuidar al otro y entender lo que siente y lo que necesita.

 Nuevas dinámicas 

El sexo no es sinónimo de felicidad en la pareja, pero ayuda. De hecho, García considera que «la gente feliz suele tener buen sexo». Sin embargo, también aclara que aunque sea por rutina, es beneficioso, pues funciona como «gancho» para mantener a la pareja unida. De todas formas, para propiciar experiencias gratificantes, Martínez incita a «ser picarones» y añadir nuevas dinámicas a la rutina sexual: «La mente se erotiza y realmente el deseo sexual está ahí, no en los genitales, entonces eso se trabaja», afirma.

Una de las actividades que Leticia Martínez propone en terapia es hacer una lista de actividades que le gustaba hacer a la pareja cuando estaban bien: «Muchas veces entran en crisis porque no pasan ningún momento agradable juntos en mucho tiempo, incluso en años», dice. Cada semana tienen que intercambiar esa lista con el otro y cada uno debe elegir una actividad. Otra opción es el refuerzo positivo. La propuesta es que cada día se fijen en algo positivo de la otra persona, que les haya gustado, hasta lo más mínimo, y por la noche deben compartirlo. Si en esa jornada no hay nada reseñable, hay que pagar un precio. Esto incita a recuperar los cumplidos, que suelen desaparecer cuando hay crisis y funcionan muy bien: «Los seres humanos tendemos a mantener lo que es reforzado», aclara Martínez.

 Atención a los detalles

Las pequeñas cosas influyen y los cuidados mutuos deben estar presentes, tratando de comprender cuáles son las necesidades de la pareja: «A veces un gran detalle es pararse a escuchar y mostrar apoyo», explica Melisa Silva. Así, también podremos saber cómo prepararle pequeños obsequios a nuestro compañero. Martínez recomienda, en la medida de lo posible, una escapada sin hijos de vez en cuando, aunque sea un par de noches, ya que «renueva mucho la relación».

Por otra parte, cuidado con ser cariñosos. Martínez cuenta que «liberamos endorfinas» cuando damos y recibimos besos y abrazos. Sin embargo, Aránzazu García advierte que no le gusta a todo el mundo y que hay que tener perspicacia: «Se lleva mucho la frase de ‘trata al otro como te gustaría que te tratasen a ti' y uno puede querer que le abracen mucho, pero su pareja lo que quiere es estar un rato en silencio», recalca.

Por último, es esencial saber dejarse espacio. Leticia Martínez dice que hacer constantemente lo mismo con la misma persona «acaba cansando». Para Aránzazu García, ese «distanciamiento sano» es la etapa que llega después de la fase de enamoramiento, y considera que es necesario para que la pareja sea saludable. Además, Melisa Silva apunta que esos espacios de autonomía, en los que nos relacionamos con otras personas o tenemos experiencias diferentes, «hacen que nuestro cerebro se nutra».