Ella es la única fotógrafa de partos de Galicia

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MARCOS MÍGUEZ

Diana Fajardo quería ser José Couso, pero dar a luz le hizo cambiar el objetivo. El parto del último anuncio «Vivamos como galegos» es suyo. «Ver el dolor de la mujer impone, pero asistir a ese momento es un regalo», dice. Hoy comparte con nosotros alguna de esas primerísimas fotos

21 ago 2021 . Actualizado a las 23:00 h.

Mira con el brillo de la curiosidad, buscando el encuadre, el detalle que puede contar la escena, no el atrezo, su verdad. «Es especial ver el momento de dar a luz, ver cómo llegamos al mundo», asegura Diana Fajardo, que ha acompañado a ocho mujeres gallegas en sus partos. Documentando la escena de cerca, sin intervenir. En España, puedes encontrar muchos fotógrafos especializados en recién nacidos, pero el abanico se reduce de manera drástica si se trata de capturar un parto, el big bang del nacimiento. La demanda no es grande, pero va empujando, dice Diana. Ella es hoy la única gallega con la que darás como fotógrafa experta en partos. No deja de lado otro tipo de ceremonias gráficas, pero desde que nació su hija hay un acontecimiento que le apasiona como ningún otro cubrir.

Un mes «de guardia»

«Influye que soy madre. En el parto de mi segundo hijo, de la niña, vi toda la plasticidad y todas las posibilidades fotográficas que tenía», cuenta. ¿Te diste cuenta en el momento de parir? «A la vez que paría, veía las fotos que me estaba perdiendo de hacer. Y yo: ‘Céntrate en lo que estás, que ahora no estás de fotógrafa, ¡estás pariendo!’», se ríe. El de su hija fue un parto en casa, asistido por matronas, tras la llegada de su primer hijo en un hospital. «Yo siempre había querido parir en casa, por las historias que le oí contar a mi abuela materna, que atendió partos en casa y dio a luz sola en casa a tres de sus cuatro hijos. En el parto de sus mellizas en el hospital murió una... y la historia quedó en la familia como una historia de terror», revela.

Diana era fotógrafa de prensa, con la maternidad paró, pensó que no era momento de volver a la rutina profesional que llevaba con dos bebés y se decidió por dedicarse a las familias. «A la fotografía de familias. Hago bodas, comuniones, eventos de empresa, fotografía gastronómica...», dice quien sentía el bule-bule dentro de todo lo que empezó a leer a raíz de su primer embarazo. «Estaba muy formada, y en la asociación El Parto es Nuestro. Discutía decisiones con los médicos por pruebas que eran innecesarias», comparte.

Su primer reportaje gráfico de un parto fue en el Hospital do Salnés. Estuvo a punto de hacer dos allí, solo que en uno de los casos la madre decidió, finalmente, que no quería fotos del proceso, «solo tras el expulsivo, del bebé recién nacido». Estas cosas pasan, hay decisiones importantes que cambian sobre la marcha.

«Ver el dolor de la otra persona impone, verlo y no intervenir... Pero la cámara es como un escudo, emocionalmente te protege, te hace una barrera ahí que te permite mantener esa distancia necesaria», dice Diana.

Ese parto en el Salnés fue el principio de un recorrido que exige unas condiciones aparte. El precio de documentar un parto ronda los 1.800 euros, calcula. «No es solo el parto. Estás de guardia cinco semanas, porque la mujer puede ponerse de parto desde la semana 37 hasta la 42 -explica-. En ese tiempo no puedo hacer otros trabajos, no puedo ponerme bodas ni comuniones ni nada que impida que me pueda mover en cuanto tú te pongas de parto y me llames. No cobras por las seis horas del parto, sino por todo lo que conlleva».

En ocho años ha fotografiado ocho, «uno al año de media». Hace, sobre todo, nacimientos en casa, asistidos por matronas, siempre en condiciones de seguridad. Hay mujeres interesadas en sus servicios que no pueden contratarla por dar a luz en hospitales, en especial en centros privados. «El problema es que al parto solo se puede ir con un acompañante. Si tu pareja no quiere entrar, puedo entrar yo como acompañante... Si eres familia monoparental, yo también podría entrar al paritorio», detalla. De esta manera, cubrió un parto en el materno de A Coruña, aunque no se ha visto, de momento, en la tesitura de que una pareja renunciase a entrar por cederle a ella el privilegio de captar el instante.

Diana Fajardo Rama

Muy buenas experiencias

Todas sus experiencias como reportera gráfica de partos han sido buenas. En los nacimientos en casa nunca vivió un sobresalto, un mal trago, una incidencia que complicase el proceso y provocase el traslado al hospital por la deriva de los acontecimientos. «Que podía pasar...», admite Diana.

Cuando empezó a dedicarse al oficio con el que hoy se gana felizmente la vida, quería ser José Couso, el reportero gráfico que no olvidaremos, muerto en un ataque estadounidense contra el hotel en el que se alojaba durante la guerra de Irak, en el 2003. Con el tiempo, tras quedarse embarazada, cambió naturalmente su enfoque de la profesión: «Hay que hacer periodismo de guerra, pero también contar realidades como estas, cercanas y extraordinarias», que a menudo quedan, por su cotidianidad, fuera del foco. Diana vive como un privilegio acompañar con la cámara a una mujer hacia el nacimiento de un hijo. «Que me dejen ser testigo de su parto es un regalo. Es algo maravilloso. La situación en la que se encuentra en ese momento la mujer es contagiosa. Hay algo especial en el ambiente. Vas para casa con un buen rollo que te dura por lo menos una semana», cuenta. En cuanto le dicen: «Ven, llega el parto», lo deja todo. Se va con el equipo y muchas veces no vuelve a dormir a casa. «Si voy al parto, voy al parto, me quedo», asegura. Y no es infrecuente que la llamen de madrugada. La llaman, se apresura en salir, llega y espera. «Y no intervienes, solo haces fotos -subraya-. Este es mi trabajo».

Hoy recuerda especialmente el parto de Silvia, matrona coruñesa. «Fue un parto brutal, y estaba presente su hija mayor, Julia. Cuando en un parto están los hermanos sucede algo especial, es diferente. Las madres suelen estar tranquilas, porque ya han dado a luz antes, no es su primera vez. Además, las matronas que acompañaron a Silvia eran fantásticas y el ambiente que se creó maravilloso», recuerda.

«Yo solo veo lo que pasa»

Las cosas salieron bien, pero, si algo se tuerce o hay una emergencia, «no tengo nada que hacer ahí. Yo solo veo lo que pasa, solo tengo que hacer fotos», subraya la fotógrafa. Su formación en partos le da, por otra parte, la información necesaria para identificar si una situación es normal o no, «cómo van cambiando y creciendo en intensidad los gritos de la mujer». Nunca ha dicho que no a un parto. «De momento no he tenido que decir que no, los partos eran de bajo riesgo. Tomas un café con la persona y ves si hay feeling, que para mí es muy importante en todas las sesiones que hago. Tanto en partos como en fotografía de familia, en bodas... Es una fotografía personal, muy íntima. Si no te vas a abrir, y más en un parto, que estás desnuda, lo más desnuda que puedes estar..., no sale. Si hay una barrera, si no estás cómoda, nada. Lo más importante ahí es la madre, la que decide quién quiere que esté en su parto», considera Diana Fajardo.

Muchas de esas fotografías no puede compartirlas, son privadas. 

«Hacer fotografías de un parto no es como hacer fotografías de boda. En un parto eres parte de ese momento, te queda ese cachito de ‘A este niño yo lo vi nacer’. Te sientes un poco tía de todos esos niños», se emociona Diana. Su arte puede verse en el vídeo del anuncio Vivamos como galegos del 2020.