¿Cuál es el helado que menos engorda?

Javier Villaverde / M. V.

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La mejor opción. Existen alternativas para todos los gustos, pero debemos estar atentos a la composición para evitar «bombas calóricas». Descubrimos los ingredientes más recomendables

25 ago 2021 . Actualizado a las 17:18 h.

En medio de un verano de temperaturas inestables, la tendencia se mantiene y es muy frecuente que se formen colas en las heladerías con más renombre de las ciudades. Cada vez hay más oferta y las fórmulas más clásicas de las tiendas especializadas conviven con las ideas recientes y la variedad que ofrecen las marcas comerciales. Con esto, surgen múltiples dudas a la hora de elegir la opción más adecuada. ¿Cuál engorda más? ¿Debo optar por un helado desnatado o por uno cremoso? ¿Qué importa más: la grasa o el azúcar?

Para todo esto tienen respuesta las nutricionistas Ana Golpe, Fátima Branco y Cayetana Pena, que nos dan los consejos para elegir el mejor capricho según las necesidades de cada uno. Además, analizan en profundidad cada tipo de helado y responden a una de las preguntas más recurrentes: ¿mejor con cucurucho o en tarrina?

De hielo

Las tres nutricionistas se ponen de acuerdo en la opción menos calórica: el polo. Fátima Branco calcula que tiene alrededor de unas 70 o 90 kilocalorías por cada 100 gramos, pero que el elemento a tener en cuenta es el azúcar. Para Cayetana Pena es crucial evitar aquellos que emplean edulcorantes, colorantes y demás productos químicos que no aportan nada a nivel nutricional. Sin embargo, apunta que si se trata de un polo pequeño, con una base de fruta triturada, «tiene muy pocas calorías, un aporte de azúcar regular y un porcentaje de hidratación», por lo que sería una muy buena opción.

Sucede lo mismo con los sorbetes y granizados. Ana Golpe considera que un sorbete de limón artesano es mucho más saludable que un polo procesado. «Si un adulto quiere algo menos calórico, que vaya hacia un sorbete natural de mango, coco o limón», afirma, inclinándose por las opciones sin azúcares añadidos.

Yogures

Desde hace unos años, es habitual encontrar a gente paseando con un yogur helado, aparentemente más saludable. «Es una opción más de mercado, sobre todo para los adolescentes, pero no viene a mejorar nuestra salud», sentencia Fátima Branco, que aclara que el problema es que no es un yogur helado sin más, pues no habría demanda: «Imagínate un helado natural, ácido, sin azúcar… Eso no es lo que busca la gente». Además, la nutricionista advierte de que los toppings, esos complementos que se les suelen echar por encima, muchas veces galletas, chocolate y derivados, los convierten en «bombas calóricas».

Por otra parte, Cayetana Pena aclara que un yogur natural oscila en torno al 4% de azúcar, mientras que la opción helada asciende al 20 %. A esto debemos sumar la cantidad, que puede alcanzar el doble de la del formato convencional, por lo que no serían comparables. A la hora de valorar si decantarse por un helado cremoso o uno de yogur, Pena afirma que, dependiendo del origen, pueden ser igual de calóricos y aprovecha para desmontar algunas teorías: «No mejora la digestión; es más, al tener tanta grasa, la dificulta».

«El problema no es la suma de calorías, sino la materia prima»

Los tradicionales

Las opciones más clásicas son aquellas con base en crema, leche o derivados lácteos. En este ámbito, los helados cremosos lideran la lista en términos calóricos, alcanzando unas 230 kilocalorías por cada 100 gramos, lo que contrasta con las 172 que aportan los desnatados. Ahora bien, a la hora de elegir, Branco afirma que depende de lo que se quiera controlar: «Si la persona es diabética, evidentemente se tiene que fijar más en el azúcar. De hecho, ahora los nutricionistas estamos más atentos a él, porque se ha visto que es el mayor problema». Pena concuerda y añade que varía en función de las características de la persona. «El cremoso es más rico en grasa, pero en sus características organolépticas es más agradable para el sabor», dice. Además, explica que también son más convenientes para personas con problemas de deglución.

Por otro lado, si nos decantamos por una opción vegana, las nutricionistas aclaran que el valor calórico dependerá del tipo de bebida, si es un cereal (la avena), un fruto seco (la almendra) o una legumbre (la soja). Cayetana Pena apunta que pueden parecer más sanos, pero que hay que tener en cuenta su nivel de azúcar.

Una vez elegida la base, conviene saber si existen sabores que engorden menos que otros. Fátima Branco comenta que «el de chocolate siempre más que el de limón, y con el de turrón, vas subiendo escalones. Los de frutas son menos calóricos que uno de vainilla o nata y, en especial, los de cítricos».

Por último, debemos elegir cómo degustar el helado. ¿Cucurucho o tarrina? «Si hablamos de calorías, mejor sin cucurucho, si hablamos de disfrutarlo, con él», bromea Ana Golpe. El problema, para Fátima Branco, es que «es galleta, más azúcar añadido a parte de la bola de helado. Además, ya los hay de chocolate, no como los de toda la vida».

Bombones almendrados

Branco lo tiene claro: «Los almendrados son el top calórico. Suman 340 kilocalorías por helado y es el peor en ingredientes». Golpe lo corrobora, aludiendo a la suma de grasas de la manteca de cacao, junto a la de la crema del helado y los azúcares. Por su parte, Pena comenta que la crema envuelta en chocolate tendrá un nivel superior de grasa y azúcar, pero aclara que el problema no es la suma del helado, el cacao y los frutos secos, sino la materia prima: «¿Es un producto hecho con leche de vaca de calidad, con un control de azúcar y grasa, o tiene una serie de añadidos, como grasas trans, de palma o azúcar para producir un sabor más agradable? Hay que valorar todas esas cosas», dice.

Sándwiches

El principal problema que apuntan las profesionales es la dificultad de encontrar los sándwiches en heladerías artesanas, por lo que suelen estar ligados al consumo de ultraprocesados. Partimos de la base de leche o de crema, que ya hemos aclarado que es más calórica que una de hielo y que a veces estos helados pueden llevar chocolate u otros toppings integrados. A esto, hay que sumarle la cobertura: «Si le incorporamos unas galletas o bizcochos, que tienen un añadido de azúcar, un porcentaje de sodio elevado y una base de cereales blancos, no integrales, sería el peor de los casos», destaca Cayetana Pena. Todo esto convierte los sándwiches en una alternativa poco recomendable y que, para Ana Golpe, podría ser sustituida por un cucurucho artesano.