«A mi hija con discapacidad no le permiten repetir curso»

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MARCOS MÍGUEZ

Alba tiene 21 años y cursa un programa formativo básico, pero ya no se le permite permanecer más tiempo en su centro de educación especial. «Si mi hija estuviese en un colegio ordinario podría repetir curso, ¿por qué esta discriminación?», pregunta su madre

27 jun 2021 . Actualizado a las 12:48 h.

«Nuestra carrera de fondo, ‘con obstáculos', empezó hace 21 años. Los obstáculos de la sociedad los esquivas o directamente los evitas, pero los obstáculos que te pone la propia administración son los que duelen y desgastan. Hay temas que he peleado y otros en los que me he dejado llevar. Nunca he pedido nada a lo que mi hija no tuviera derecho, y he ganado todas mis batallas. Pero la sensación de abandono y la decepción cada vez pesan más». Este es el sentir de una mujer que ve con impotencia cómo la etapa académica de su hija con discapacidad finaliza ya.

Alba es el motor de la vida de Montse, su madre. Tiene diversidad funcional y certificado un grado III de dependencia con ayuda de tercera persona, superando el 75 % de discapacidad reconocida, por lo que necesita permanentemente la ayuda y la supervisión de alguien. De niña acudió a un colegio ordinario, y cuando terminó la primaria, optaron por un Centro de Educación Especial (CEE), porque sabían que el primero no contaría con los medios y recursos necesarios.

A los 17, comenzó un programa formativo básico de limpieza industrial en el C. E. E. Nosa Señora do Rosario, donde hasta ese momento los alumnos permanecían en estudios posobligatorios hasta los 23 o 24 años. Tras tres años en ese módulo sin haber obtenido el título, su madre decidió matricularla en otro. «Como los 20 años es la edad máxima para matricularse en un programa formativo decidí hacerlo, e ingresó en el que cursa actualmente, que es de tareas domésticas. No lo superó, y quiero que repita curso para prolongar su etapa académica con otros alumnos de su edad. No se trata solo de estudiar o no estudiar, sino de que esté en el ámbito de la escolarización, que es el objetivo para el cual se crearon estos programas formativos», indica Montse. Pero de pronto, la hoja de ruta cambió. «El centro me dijo que por orden de la Consellería de Educación, en diciembre del 2019 se estableció que con 21 años ya no se puede estar en el centro, en ninguno de educación especial, aunque tengan autorizados los programas de educación posobligatoria. El nuestro era una excepción, y apostaba por que los alumnos permaneciesen lo máximo posible», indica la madre, que se enfrenta a una situación en la que Alba estará en casa, sin socializar con sus compañeros y a la espera de una plaza en algún centro terapéutico.

«La condición de discapacidad de Alba le va a privar de muchas cosas en su vida, pero no voy a permitir que le quiten ni uno solo de sus derechos»

«El problema de conseguir plaza en estos centros es que tardan mucho en salir, y hay una larga lista de espera. Sé que me aguardan igual dos años con la niña en casa, y yo afortunadamente puedo quedarme con ella, porque trabaja mi marido, pero no todas las familias tienen esta situación», señala Montse, que añade: «Alba aparenta 12 años, en estatura, en constitución... en todo. Y en los centros terapéuticos te encuentras con gente de 40 o 50, será un cambio brutal para ella». «Ahora me toca pelear para que mi hija pueda ejercer su derecho a repetir curso», dice la madre, que achaca la situación a lo que entiende como un incumplimiento de la normativa vigente para la etapa educativa de su hija.

Maraña de normas

«Atendiendo a la Orden del 13 de julio del 2015 por la que se regulan las enseñanzas de formación profesional básica en Galicia, así como el acceso y la admisión en estas enseñanzas, y a su Capítulo VI que dedica al alumnado con necesidades educativas especiales, para matricularse en una FP Básica, así como en un ciclo formativo, el límite de edad son 20 años, y en el caso del alumnado con necesidades educativas especiales, existe la posibilidad de flexibilizar de dos a tres años, así que Alba podría continuar sus estudios dos cursos más», insiste. Este extremo que recoge dicha orden es lo que se venía practicando en el CEE Nosa Señora do Rosario de A Coruña, «una fórmula legal para intentar prolongar la etapa educativa de su alumnado, y con la que las familias estábamos encantadas».

La norma que le remiten para denegar la repetición de curso de Alba es el artículo 20 del decreto 229/2011 por el que se regula la atención a la diversidad, donde en su apartado 4 del artículo 20, dice: «O alumnado escolarizado a tempo completo nun centro de educación especial poderá prolongar a súa escolarización un terceiro ano en educación primaria e un cuarto en educación secundaria obrigatoria, nos termos establecidos pola consellería con competencias en materia de educación e respectando o límite de 21 anos de idade (...), cumpridos no ano natural en que finaliza o curso escolar». Una norma que, insiste Montse, no va dirigida a su hija.

«En primer lugar, mi hija no está en educación primaria ni en educación secundaria obligatoria, Alba está en educación posobligatoria. En segundo lugar, posterior a ese decreto al que el colegio hace referencia, y como medida para facilitar la permanencia del alumnado con necesidades especiales en el sistema educativo y ofrecerles mayores posibilidades para su desarrollo, se crea la Formación Profesional Básica y los programas formativos», detalla Montse, que denuncia que se autoricen dichos programas en los CEE «para después, un día cualquiera, decidir que no van a cumplir su propia normativa».

La Xunta, en diálogos

Consultada por este periódico, la Consellería de Educación responde remitiendo al mismo decreto 229/2011 referido al alumnado de primaria y secundaria, sin hacer mención a la orden posterior del 2015 a la que se agarra la madre. Sí añaden desde la consellería que la restricción de edad a los 21 años «non a establece a Xunta de Galicia, senón o Goberno de España, a través dunha lei orgánica de obrigado cumprimento por parte de todas as comunidades». Sin embargo, el departamento autonómico señala que está «en diálogo cos propios centros e expertos na materia, analizando a situación para os casos de ensinanzas básicas, sempre dentro do contexto normativo actual».

«¿Por qué antes se hacía en el centro y estaba permitido, pero ahora ya no? Esa es la pregunta que más se repite esta mujer, que teme el momento de contarle a Alba que ya no podrá volver al cole. Ante la misma situación se encuentran otras tantas familias. «Esto es malo para mí y malo para ella, porque es una niña muy de rutinas. Imagínate ahora estar dos años en casa hasta conseguir plaza en un centro terapéutico», lamenta. Pero lo que no quiere Montse, de ninguna manera, es que su caso se tenga en cuenta como un problema particular: «Esto afecta a muchísimas familias y es injusto para todos. ¿Por qué si los matriculamos en un centro ordinario pueden permanecer en él más años y en uno especial no, sobre todo cuando en los ordinarios no hay recursos para discapacidades como las de mi hija?».