¡OM SHANTI SHANTI REQUETESHANTI! Este es el grito de guerra de Julia Arteaga. Una yogui que combina clases y humor para ayudar a los que se adentran en esta disciplina a mantenerse alejados del temido Instayoga
05 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Con el agobio y el aburrimiento de la pandemia muchos se lanzaron, a veces con intensidad y desmesura, a hacer yoga como si fuera la respuesta a todos los males. En la nueva normalidad, y ya con mil distracciones en el ambiente, las asanas han quedado algo apartadas. La profesora Julia Arteaga nos da en su nuevo libro El hábito hace al Yogui algunas pistas en divertidas viñetas para no perder el rumbo. «Al principio te entusiasma comprobar lo bien que te hace sentir el yoga, pero al poco tiempo tienes una experiencia regulera en la esterilla (como que una postura se te atragante, no seas capaz de calmar tu mente o no entiendas lo que el profesor propone) y se hace más cuesta arriba. Por eso digo que el yoga es de valientes, porque supone enfrentarnos con nuestro yo más oscuro. Quien consigue practicar de manera constante, no solo ve que ese yo es más amable de lo que pensaba, sino que le acaba cogiendo el gustillo y, una vez establecido el hábito, el proceso de transformación no ha hecho más que empezar».
El trabajo, la familia, la casa y además.... ¡el yoga! ¿De dónde sacamos el tiempo? «Yoga pueden ser dos minutos de meditación, un ejercicio de respiración o tres posturas. Yoga es pararte a vivir el momento presente con consciencia. Y este concepto cabe en la agenda de cualquier estilo de vida», dice Julia que nos anima a ser conscientes del tiempo que perdemos en cosas que no nos aportan nada y a valorar el tiempo real del que disponemos. «Practicar una media de 30 minutos al día puede ser una cifra ideal para la mayoría», añade.
«El yoga supone enfrentarnos con nuestro yo más oscuro»
En el libro identifica algunos de los grandes enemigos que encontraremos en nuestro camino hacia la esterilla. «Para mí lo peor que se puede hacer es autosentenciarse con frases como ‘si es que yo no valgo para el yoga', solo porque no somos capaces (aún) de ser constantes. La disciplina se trabaja y no viene sola. Esconderse detrás de excusas como tener familia, un trabajo absorbente o un cuerpo o una mente que no acompañan, no va a hacer más que postergar los beneficios que el yoga puede aportar a tu vida».
El yogui novato sueña con mejorar rápido y hacer esa postura del pino que vio en Instagram. «El progreso depende de la autoexigencia de cada uno. Si esperas conseguir posturas de circo, la ilusión se esfumará en un abrir y cerrar de ojos. Si esperas meditar e iluminarte como una bombilla inmediatamente, también. A yoga debemos de ir con las expectativas bajas, abiertos a recibir lo que sea necesario. El yoga nos presenta las lecciones que debemos aprender en el momento preciso, independientemente de las aspiraciones del ego (que son las más insulsas y superficiales, como conseguir dificilasana o superguayasana)».
Hay una maraña de estilos en la que es fácil perderse. «El yoga más tradicional es el hatha, del cual surgen el resto de los estilos. Los más comerciales son bikram, ashtanga y vinyasa, ya que, al ser dinámicos, promueven la pérdida de peso y la oportunidad de esculpir el cuerpo. Sin embargo, los profesores de yoga hacemos casi lo imposible por enfatizar la importancia de atender a las necesidades de la mente antes que las aspiraciones del ego por lucir un cuerpo de Instayoga en las redes».
Julia Arteaga nos propone empezar con hatha, para coger una buena base y probar otros después. ¡Puedes quedarte con varios! Seguro que hay un estilo que encaja con tu humor y circunstancias.