¿Más es menos en la cama?

YES

getty

QUE TODO FLUYA. Cuida tu planta sí, pero si te pasas al regarla se puede encharcar. Aquí te damos los ingredientes para encontrar la receta perfecta con tu pareja. A veces, lo poco agrada y lo mucho cansa

29 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Sí, confiesa. Le has mentido. Le has dicho que te ha encantado y nada que ver con la realidad. Y eso que ha puesto toda la carne en el asador para que así fuera. Pero tú hoy no necesitabas tanto esfuerzo, ni tantas posturas, ni siquiera llegar al orgasmo o que dure tanto tiempo. Porque, a veces, algo simple y cariñoso, puede ser tan placentero como uno de esos momentos en los que has llegado al clímax. O, al revés, tener que estar siempre en un nivel de exigencia muy alto te tiene amargado. Todos los días debes regar tu planta, sí, pero no te pases con el agua, se puede encharcar. Porque no por echar más ingredientes, va a estar más rico un plato. Encuentra la receta perfecta para congeniar con tu pareja en la cama. Aquí te damos unas claves para que lo consigas.

Lo primero que debes saber es que los excesos, como todo en la vida, no son buenos: «Hay mujeres que tienen presión por tener el famoso multiorgasmo femenino. Y cuanta más presión tengan, menos placer sentirán y menos juego erótico habrá. Igual la pareja lo hace con toda su buena intención, pero si siempre tienes que tener varios orgasmos es una lata también», explica la sexóloga Arantxa García que recomienda «no ponerse metas» y «adaptarse a ese momento y a cómo te sientes hoy».

Según indica, una mayor duración del coito, tampoco es sinónimo de placer, aunque no es una generalidad: «Arrancar ya con la obligación o la expectativa de que tiene que durar 40 minutos es un cristo. Algún día te gusta, pero no todos los días». También hay que tener cuidado con «ir a saco» en la penetración porque «cuanto más pronto empieza el coito, a veces eso contribuye a menos excitación de la mujer».

LUGARES PELIGROSOS

Si eres de los que te gusta hacerlo en lugares en los que te pueden pillar, adelante. Claro que no significa que siempre tenga que ser así porque «a uno le puede gustar y al otro no, o sí pero no siempre, solo de vez en cuando». Y lo mismo con las fantasías eróticas que se quieren llevar a la realidad: «Una cosa es escenificar un juego, hacer un teatrillo con una fantasía, y otra es llevar a la realidad todas las fantasías que se te ocurran. Está comprobadísimo que eso no tiene por qué darte placer, incluso puede arruinar la fantasía para el resto de tu vida».

Lo que subyace detrás de estas situaciones es que uno de los miembros siente presión por estar a la altura, algo que juega en contra del placer sexual: «Hay que dejarse llevar. A veces las cosas sencillas son estupendas. Piensa en la comida, un plato sencillo puede hacerte disfrutar muchísimo. Y eso que no quita que un día te apetezca que te pongan una comida rarísima, pero no todos los días tiene que ser así».

Por su parte, la sexóloga Penélope Alonso, miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología, aclara que en todos estos casos «hay una desigualdad entre los miembros de la pareja, que no están en el mismo nivel de deseo o en el mismo momento» porque «si el nivel de exigencia o de deseo es el mismo, más nunca es menos». En cambio, si uno se siente presionado, pues está claro que «más sí es menos». Para evitarlo, la clave es hablar y entenderse: «Si no hay comunicación, es fácil que nos dejemos enredar en situaciones de presión. Lo sensato es que la comunicación sea fluida y que en el momento en el que el encuentro erótico pasa a ser una obligación se comunique y se haga visible. Es la única forma de ajustar tiempos». El problema radica, en muchas casos, en que «a veces se dan por hecho las cosas» y que da la impresión de que «si yo estoy con alguien tengo que cubrir sus deseos o necesidades, independientemente de cuáles sean los míos». Para Alonso, esto no lleva a ningún lado y apela a la necesidad de «ponernos en los pies de la otra persona, reconocernos mutuamente y saber si estamos en momentos diferentes. No todo es lineal, no siempre estamos ni del mismo modo ni de la misma manera».

¿Y para la sexóloga Raquel Graña más puede ser menos? Pues «depende»: «Hay parejas a las que les gusta varios a la semana aunque sean rápidos, de aquí te pillo y aquí te mato, y hay parejas que priorizan que sean más duraderos, más intensos y con más juego».

UNO MEJOR QUE MUCHOS

Ella considera que «igual es mejor un encuentro a la semana que puedas estar al 100%, que tres rapiditos porque al final se hacen un poco por rutina y se convierte en algo mecánico y frío». En cuanto al tema de las posturas, considera que «todas las parejas terminan haciendo tres o cinco posturas como mucho. Las que más les gustan y con las que se sienten más cómodos y que disfrutan. ¿Experimentar? Por supuesto, pero somos rutinarios y terminamos haciendo las de siempre. Tampoco vamos a estar haciendo malabares y equilibrismos toda la vida porque no nos va a apetecer». Graña también abre la puerta a que no siempre tiene que haber penetración en las relaciones íntimas: «Hay vida más allá del coito. Igual no tienes mucho tiempo, pero sí os apetece tocaros un poco, daros placer y masturbaros».

Lo que tiene claro es que si las relaciones se convierten en una obligación, es evidente que hay un problema: «Hay que cuidar también la parte afectiva. Muchas veces nos dan un beso y ya se está buscando que haya algo más. Y hay personas a las que les termina generando incluso rechazo hasta que le den un abrazo. La relación se estropea y no hay parte afectiva ni sexual». Por eso recomienda cuidar las caricias, los abrazos y los mimos, entender a la pareja, empatizar con ella y sobre todo, hablar mucho: «Cuando no nos apetece tener relaciones sexuales es porque hay otros aspectos que están dañados dentro de la relación, y vamos tan a mil que la pareja está en un tercer, cuarto o quinto plano. No es necesario tener relaciones todos los días ni mucho menos, pero sí que haya cariño y afecto. Las claves para una relación de pareja son comunicación, confianza y respeto».