«Nos conocimos en First Dates, nos casamos y tenemos un hijo»

YES

CEDIDA

Él pidió salmorejo, y ella, almejas. Pero se olvidaron de comer y solo querían hablar. Cristian y Cristina grabaron el primer programa de «First Dates» hace ahora cinco años: «Nos dejamos llevar y a los siete meses celebramos la boda»

11 abr 2021 . Actualizado a las 17:14 h.

Para aquellos que creen que lo de First Dates es un bluf va esta historia de Cristian y Cristina que rompe todos los pronósticos. También para ellos, que cuando tenían 37 años y 31, respectivamente, apostaron por presentarse al programa piloto cuando nadie sabía aún de qué iría este espacio. Aunque en sus nombres ya hay algo que parece unirlos, Cristina en aquel momento estaba en ese punto de hartazgo tras un fracaso sentimental y no quería pareja ni «na de na». Así que cuando le preguntaron sus gustos para hacerle la ficha antes de presentarse a la cita, pidió que por favor el chico no tuviera barba, que a poder ser fuera español y que tuviese menos de 35 años.

«Él no era para nada el perfil que yo había pedido, pero surgió»

 ¿Qué sucedió? «Me ponen delante a Cristian, de nacionalidad argentina, con barba y con 37», cuenta Cristina. ¡Pleno! «Cuando llegué al plató y lo vi, yo sentía que estaba y que no estaba: entre los nervios, en que iba a la aventura porque no es como ahora que ya sabes de qué va la historia del programa, en ese momento no había nada grabado, estaba fuera de mí, viviendo totalmente la experiencia».

Esa misma motivación fue la que llevó a Cristian al restaurante de First Dates, «a ver lo que pasaba», después de que un amigo le diera un empujón para que probara suerte, tras una relación anterior que le hizo perder las ganas de salir. «La primera impresión de Cristina fue muy bonita, no nos conocíamos de nada y de pronto queríamos hablar de todo. El tiempo pasaba y pasaba y a mí la verdad se me hizo supercorto. Cuando vi a esa muchacha alta, rubia, delgada, con su vestidito corto, me quedé muerto. Me sentía tan feliz que pensé: ‘Esta es para mí’», recuerda Cristian, que decidió sacar entonces todas sus armas de seducción.

Cristian y Cristina durante la grabación del primer programa de «First Dates» cuando se conocieron hace cinco años
Cristian y Cristina durante la grabación del primer programa de «First Dates» cuando se conocieron hace cinco años

¿Y para Cristina? ¿Fue tanto flechazo? «A primera vista no, pero enseguida me sentí muy cómoda, estuvo muy atento y consiguió desde el principio que me olvidara de dónde estaba. Yo la verdad no era consciente de que estábamos en televisión, desde que comenzamos a cenar estábamos a nuestra bola».

Los dos tuvieron muy buenas vibraciones juntos, pero Cristian no pone en duda que se esmeró mucho para que la velada fuera perfecta. «Yo hice todo lo que estaba en mi mano para que Cristina se sintiera lo mejor posible, intenté atraerla, saqué mis mejores armas como cualquiera: la mirada, pero sobre todo estuve muy pendiente de ella para que se sintiera en todo momento muy a gusto».

¿Recordáis lo que cenasteis? «Yo pedí salmorejo -apunta Cristian-. Y ella unas almejas a la asiática, que como llevan algo de nata, y Cristina es muy especial para la comida, las dejó». Cristina enseguida explica que tiene un rechazo absoluto al queso, que puede llegar a vomitar si solo lo huele y la salsa bechamel la aborrece también hasta el punto de que la lasaña la tiene absolutamente prohibida en su casa. «¡Imagínate entonces cómo estaba yo en ese restaurante! A mí ya normalmente me entra muchísima angustia a la hora de comer, pero en una cita, buf, puede ser lo peor, porque mi cabeza ya empieza a obsesionarse con que puedo llegar a vomitar. Recuerdo que cuando vi la salsa de las almejas y no pude probarlas, Cristian, en lugar de reírse de mí o hacer un chiste con eso, le pidió al camarero que me retirase el plato y me trajeran otra cosa. Yo eso jamás lo haría porque me muero de vergüenza, pero él me ganó con ese detalle: allí donde todo el mundo me ve como un bicho raro, él actuó como si nada, no se extrañó y eso me hizo sentir muy a gusto».

La cita va sobre ruedas, cenan poco y beben mucho más, según relatan los dos, de manera que hay un momento en que se acaba la grabación del programa, pero ellos ni se dan cuenta, siguen a su aire y es producción quien los avisa de que todo ya está listo. ¿Qué pasa entonces cuando se apagan las luces?, les pregunto. «Salimos y él me comió la boca», confiesa rotunda Cristina. Los dos se echan a reír y confirman que el chispazo los hizo arder en un deseo de estar juntos que Cristina frenó cuando él le propuso ir directos a casa de ella. «Habíamos grabado por la mañana, él tenía los billetes para por la tarde irse en tren a Málaga, donde residía, pero pidió a producción si podía cambiarlos para marcharse a última hora», recuerda Cristina de aquel 12 de abril del 2017 que tiene fijado en su memoria.

«LE PEDÍ IR A SU CASA»

«Yo le pedí ir a su casa, pero ella me dijo que no, que la cosa iba muy rápido, así que intercambiamos los teléfonos y nos pasamos esas horas paseando por Madrid», apunta Cristian. «Yo no suelo llevar a gente así de primeras a mi casa por muy bien que me caiga y quizás por eso la cosa funcionó. Si no, podría haber sido un aquí te pillo, aquí te mato y nada más. En cambio, de este modo nos separamos, él se marchó y seguimos hablando y hablando por teléfono, estuvimos conociéndonos hasta que a los 15 días me bajé yo a Málaga», señala Cristina.

Ese primer encuentro, lejos de chafarlos, vuelve a reactivar su amor y deciden que ella, que tiene más disponibilidad por el trabajo, repita los viajes a Málaga para verlo. La distancia entonces se convierte en un inconveniente cuando se separan, surgen algunos malos entendidos que el WhatsApp no acaba de aliviar y la pareja decide que lo mejor es estar juntos. Han pasado solo tres meses desde que se conocieron, pero en julio Cristina se marcha a vivir a Málaga, donde Cristian trabaja entonces de camarero y su futuro semeja más estable. «Yo no tenía nada fijo -dice ella-, así que me lancé, pero teniendo en mente que si la cosa no funcionaba, tenía mi casa en Madrid». Pero la cosa funcionó, y vaya si funcionó, que en noviembre de ese mismo año, es decir, solo siete meses después de su primera cita en First Dates, Cristian y Cristina se casaron. Un poco después, ella se quedó embarazada y vieron ese amor aumentado con la llegada de Romeo, que va a cumplir ahora 4 años.

¿PARA QUÉ PERDER TIEMPO?

«Si lo piensas, fue un abrir y cerrar de ojos, pero los dos teníamos claro que si estábamos tan, tan bien para qué íbamos a perder más tiempo» , indica Cristian, que de su mujer admira su entrega absoluta como madre. «Me gusta lo arregladito que lo lleva, cómo le prepara sus comiditas, está superpendiente todo el tiempo del niño, se desvive por él».

Cristina destaca de Cristian que siempre la ha cuidado mucho: «Yo he vivido tiempo sola y sé cuidarme a mí misma, pero me gusta tener a mi lado a alguien que me proteja, con él me siento abrazada en todo momento».

Si los dos no se hubiesen dejado llevar por esa experiencia hace cinco años, esta felicidad que los desborda no hubiera aflorado. «Parece el destino, que todo estaba escrito», reflexiona Cristian que, no duda en reafirmar que los dos apostaron por esa compenetración que surgió entre ellos desde el primer instante. «Yo le decía a mi familia que estaba negada para los hombres, que era mejor ser madre soltera y ahora muchas veces me pregunto: ‘¿Por qué esta persona, cuando yo no quería a nadie?’. Pues llegó. Lo importante es no tener ideas preconcebidas para el amor. Mira, yo buscaba a uno sin barba, español y menor de 35. No supe hasta que lo conocí a él qué equivocada estaba». «A First Dates hay que ir sin miedo y abierto a lo que pueda pasar», aconseja Cristian. Su historia demuestra que nadie sabe dónde la vida puede darte la mejor oportunidad.