Manuel Serrano, psiquiatra: «Los chavales se quedan chateando de noche, y a eso ya se le llama vamping»

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Vítor Mejuto

Como vampiros se quedan en vela muchos adolescentes enganchados al móvil. «Los hace más irascibles y aumenta el riesgo de obesidad», avisa el especialista

25 feb 2021 . Actualizado a las 09:05 h.

Muchos adolescentes se niegan a dormir cuando toca. El móvil, la tablet, los cascos... Todo vale para retrasar unas cuantas horas el sueño y, en muchos casos, poder chatear con los amigos sin la supervisión de los padres. «Durante la noche gozan de más libertad e incluso socializan más que de día. Para un adolescente, es como recuperar un terreno que es suyo», explica Manuel Serrano, jefe de Psiquiatría del Chuac y todo un experto en los trastornos del sueño.

-El ‘vamping’ no es nuevo, ¿verdad?

-El vamping es un tema clásico que cambia de nombre, y que si antes hablábamos de él por el hábito de quedarse viendo la tele, ahora se da con más factores, como el uso de WhatsApp, Internet o cualquier dispositivo electrónico. Los chavales se quedan chateando, y a eso ahora ya se le llama vamping. Es más frecuente en los adolescentes, que se quedan conectados cuando no los controlan los padres, porque ahora los niños tienen algo en sus manos que antes no tenían: el móvil, que ya se da como regalo de comunión. Y después, la noche siempre fue apetecible, ¿no? Gozan de más libertad e incluso a veces socializan más que durante el día. Para un adolescente, es como recuperar un terreno que es suyo.

-¿Qué efectos tiene dormirse tarde para un adolescente?

-Primero, somnolencia, cambios de humor e irritabilidad. Ellos lo relacionan con que solo quede una luz pequeña encendida, un solo piloto. Eso actúa en la glándula pineal, que es la encargada de la melatonina, que favorece el sueño. Pero además de reducir las horas de sueño, altera la insulina y actúa en el centro de la saciedad. Eso hace que no se sacien, que tengan hambre y coman más, lo que se traduce en un peligro de obesidad y diabetes por desregulación hormonal. Es el cuadro que describe Estivill. No hay datos ni publicaciones, pero es una realidad que estamos viendo en la clínica de los adolescentes. Y por donde acaba tirando la manta es por el fracaso escolar.

-¿La habitación ya no es para descansar?

-Esto es más serio de lo que parece. Yo que me dedico a los trastornos del sueño, siempre insistí en que no se tenga televisión en la habitación. ¿Qué pasa? Que para el niño adolescente su habitación es la ligadera de todo; de la música, de todos los instrumentos, es donde recibe a los amigos y donde tiene la juerga. Ese lugar de paz y descanso en el que te entra el sueño nada más entrar ya no existe, está roto. Y todas esas imágenes y eso que escuchan ya se quedan en la cabeza.

La reducción del sueño altera los niveles de insulina, y esto provoca que no se sacien y que coman más, aumentando el riesgo de obesidad y de diabetes

-Pero hay quien dice que sin ver algo no se queda dormido.

-Sí, hay mucha gente que lo necesita, y sin embargo es al revés. Hay que dejar el móvil fuera del dormitorio o en modo avión, pero hacemos lo contrario, usarlo ya como despertador. Y Estivill también dice algo fundamental: que el ejemplo que dan los padres debe ir en esa línea. Y estamos hablando de dispositivos, pero no del contenido. Si estás en un tema excitante, eso te queda ahí y te impide dormir.

-¿Qué pasa al retrasar la hora de dormir?

-La melatonina regula el sueño, y llega por el reloj biológico a la hora correspondiente. Al retrasarlo no duermes bien, y aquí entra de nuevo lo de la falta de saciedad y el aumento del apetito.

-Muchos padres dicen que sus hijos ya son mayores y que no pueden evitarlo.

-Es que se convierte en un problema el quitarles el móvil. Lo que hay es que establecer desde muy joven esa higiene. Por salud, no por disciplina. Los niños pequeños aceptan todo muy bien, pero más tarde no es tan fácil reconducirlo. Hay que plantearlo como es, que tienes que descansar, que estás irascible. No como castigo, sino relacionándolo como algo positivo para él. Eso está en la mano de todo el mundo.