La suerte de este matrimonio coruñés en el 2020: «Ahora ya puedo decir que mi marido me costó un riñón»

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Vítor Mejuto

Tras más de 50 años casados, Concepción le donó el riñón a Manuel Ángel y están tan agradecidos con el 2020 que no le piden «nada más» al nuevo año

19 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Gracias, gracias, gracias. Es lo primero que repiten Concepción y Manuel Ángel cuando hacen referencia al año que vamos a dejar atrás. El 2020 les ha permitido ser agradecidos con la vida y sobre todo con los médicos y todo el personal sanitario que los atendió en el Chuac cuando decidieron someterse los dos a un trasplante de riñón. Concepción iba a ser la donante y Manuel el receptor. Se puede contar así, con la sencillez de una frase corta, como de inicio pretende Concepción, sin darle mucha importancia a un gesto de generosidad que le ha devuelto la vida a su marido. Los dos llevan más de 50 años casados, hicieron las bodas de oro en el 2019, y esa unión estrechísima, íntima y feliz hizo que Concepción no dudara cuando supo que Manuel necesitaba un riñón. «Él ya estaba trasplantado desde el 91, pero casi 30 años después, el órgano, cómo es lógico, se fue deteriorando. Entonces se hizo las pruebas y ya nos dijeron que tenía que empezar una diálisis, el diagnóstico no era muy bueno y sinceramente yo no me lo pensé», cuenta Concepción.

Ella ha cumplido los 74 y él los 73, así que no se esperaban de este año aciago que se les abriera un rayito de esperanza. «Una siempre piensa que los mayores ya no vamos a tener nuestro sitio, que no va a haber interés en nosotros, y fue todo lo contrario. En el momento en el que en la consulta se me ocurrió preguntarle al doctor si se hacían trasplantes de vivos y supe que sí le dije: ‘Aquí tiene una voluntaria'». ¿No te dio miedo someterte a una operación tan difícil, pensar en tu riesgo? «Si te digo la verdad -responde Concepción- fue algo instintivo, son muchos años juntos, me salió del alma y ni siquiera lo consulté con nadie. Lo hablamos entre nosotros, pero lo tuve claro».

«EN DOS MESES, LISTO»

A su lado, Manuel solo tiene motivos de agradecimiento para su mujer, que de broma le dice: «Ahora ya puedo decir alto y claro que me costaste un riñón». Los dos se ríen y se dan un abrazo como confirmación de esa unión infalible que les ha permitido superar, una vez más, los vaivenes de la vida. «No tenemos hijos», relata Concepción, así que cuando se lo conté a una sobrina empezamos rápidamente la tramitación porque es un proceso que dura un tiempo, pero en nuestro caso tengo que decir que fue rapidísimo».

Más o menos dos meses después de su diagnóstico, y tras comprobar que los riñones eran compatibles, los dos pasaron por quirófano. Su suerte se cumplió el 20 de octubre. Pero Concepción, ya lo he dicho, a todo le quita importancia. «Fue muy bien, enseguida nos recuperamos, yo creo que estuve una semana en el hospital y él un poquito más, pero salvo unos coágulos, no le dio más problemas. Y yo no tuve ni que tomarme un calmante, aunque soy sufridita».

Ella le quita hierro a todo. Y Manuel sonríe agradecido: «Ella me ha dado la vida. He vuelto a vivir otra vez. Este 2020, que para todo el mundo ha sido negativo, a nosotros nos ha dado suerte dentro de las circunstancias. Para mí ha sido muy positivo, sobre todo por la gran fortuna de que nuestros riñones fueran compatibles, porque no siempre es así, y después por el trato que hemos tenido. No te lo imaginas: médicos, enfermeras, todo el personal de la unidad de diálisis, la coordinadora de trasplantes..., no tengo palabras para mostrar cómo se han portado con nosotros. Eso es digno de admiración».

Manuel es, sin duda, un hombre muy querido, ya no solo por su mujer, sino por todo su entorno, porque Concepción revela que también sus hermanos se habían mostrado dispuestos a ayudarlo. «Tenía una cola de voluntarios», le suelta con todo el sentido del humor y con el alivio de haber pasado ya el susto.

El buen ánimo y el optimismo de ambos ha sido fundamental para este final feliz. «Él tiene ese buen carácter -apunta Concepción- y creo que no te queda otra que echarle humor, cuando viene una del revés solo puedes enfrentarte, y si hay solución, se le pone. Pero hay que dar siempre de tu parte. Yo desde luego volvería a hacerlo sin dudarlo». ¡No lo hagas más que solo te queda un riñón!, le digo en confianza, y ella se echa a reír sabiendo que en su interior esa decisión tampoco tendría duda. En este acto de amor, también Manuel quiere demostrar su generosidad: «Yo también lo haría por ella».

¿Qué le dirías a la gente que no se atreve a donar a un familiar? «A ver, es muy personal, yo lo hice y no me pesó, no noté nada anormal y ahora a él lo veo tan bien que es un motivo de satisfacción». «Estoy fenómeno -insiste Manuel-, me encuentro estupendamente, pero todo se lo debo a los médicos, a los nefrólogos y urólogos, a todo el personal que en estas circunstancias ha seguido trabajando sin parar. ¡Claro que ahora no creo que me aguante 30 años como el otro riñón!», dice con guasa.

«Con veinte más nos conformamos», le replica Concepción, que no deja de insistir en lo maravilloso que ha sido sentirse reconocidos y valorados en este momento tan duro. «No es lo mismo pasar por esto a los 40, como le sucedió a él hace años, que a los setenta y tantos. Tener esta oportunidad ha sido nuestra suerte, porque cuando yo pregunté si se podía hacer y nos respondieron que sí, se nos abrió una esperanza. Nosotros pensábamos que estaríamos a la cola de todo y que, lógicamente, si le hace falta un riñón a un chico joven irá delante, pero luchan por todos, también por la gente mayor como nosotros. Esa ha sido nuestra fortuna porque yo no creía que trasplantaran a estas edades y menos con esta pandemia», expresa ella.

El 2020, que para la mayoría ha sido un año duro y horroroso, a Concepción y Manuel, dentro de las circunstancias, les ha sonreído. «Nos beneficiamos de él, le hemos sacado todo el jugo», se abrazan los dos. ¿Qué le pedís al año nuevo?, les pregunto para despedirnos con su alegría y fortaleza. «No le pedimos nada más». Que lo tengan todo.