Alicia soñó con Todo Esto

YES

MABEL RODRÍGUEZ

07 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El primer mal sueño fue hace ya varios meses, quizás saliendo del primer confinamiento, cuando se decretó el uso obligatorio de la mascarilla. Caminaba por la calle con la sensación inconcreta de que algo iba mal cuando se percató de que había olvidado el bozal. La invadió algo parecido a la vergüenza y la convicción de que del cielo iba a caer un rayo que la partiría en dos. Por desgraciada.

Se va sabiendo que Todo Esto está creando un mapa de sueños pandémicos, algo así como un entramado onírico con todo lo extrañísimo que nos pasa. Cada semana más, esas alucinaciones que resetean el cerebro mientras dormimos suben de intensidad, conectadas con esta mierda de picazón creciente.

Ayer, el sueño la mantenía encerrada contra su voluntad. No era un confinamiento carcelario sino más bien sutil, algo sin barrotes, guardianes ni uniformes. De hecho, al principio resultaba difícil percatarse de la prisión aunque algo le impedía marcharse con esa tenacidad perturbadora de El ángel exterminador. Aparecieron en la visión todos los clásicos: restos de haber tenido unos electrodos en las manos; conocidos que la miraban sin alma y hasta el mar subiendo entre los callejones, como si varios Apocalipsis se hubiesen concentrado en uno.

Varios grupos de investigación analizan desde marzo los sueños de Pandemia -Covid on mind es el más popular- y varias aplicaciones nos invitan a registrar cómo los recordamos justo en ese instante en el que ya despertamos pero aún permanecemos dormidas. Aquí la tecnología ofrece alguna ventaja que no hemos visto para combatir el virus, del que nos protegemos básicamente igual que en la Edad Media, metidos en casa y con la puerta cerrada.

Esas aplicaciones son los nuevos nictógrafos, el ingenioso aparato que inventó Lewis Carroll para registrar sus sueños en noches sin luz eléctrica, urgido por su deseo de escriturar un material volátil pero fundamental para darle sustancia a sus universos literarios. Alicia sería muy distinta sin los sueños de Lewis y su nictógrafo. También de los sueños de Pandemia saldrá un país de las maravillas o de las pesadillas.