Mabel Lozano: «El porno incita a las manadas»

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XOÁN CARLOS GIL

La productora desnuda un negocio que mueve millones diarios en «PornoXplotación», con testimonios reales en primera persona. «Es difícil hablar de pornografía sin hablar de prostitución, y es difícil hablar de prostitución sin hablar de trata», afirma

06 nov 2020 . Actualizado a las 12:57 h.

Tras romper el silencio sobre el negocio millonario mundial de la trata de blancas con el testimonio de un proxeneta arrepentido, la productora y directora Mabel Lozano vuelve a agujerearnos con una bofetada de realidad, con su denuncia de prácticas y efectos comunes en el mundo de la pornografía 2.0. No es teoría, sino un despliegue de testimonios crudos reales que conmocionan. «La pornografía es un virus social, un virus que muta a una velocidad enorme gracias a las tecnologías», asegura la escritora, que ve entre los efectos secundarios del covid un mayor riesgo de explotación sexual. Hay, según Lozano, un perfil de proxeneta y también otro común de víctima (mujer, niña o adolescente, en un contexto de pobreza o vulnerabilidad económica o afectiva). Y se van definiendo en el PornoXplotación, fruto de cuatro años de trabajo llevado a cabo por Lozano junto al policía, experto en la lucha contra la trata y explotación y máster en ciberdelincuencia Pablo J. Conellie.

-Es un ejercicio de coraje sacar a la luz testimonios como el de Halyna, esa chica que llegó del Este, Diana, que se ve llevada sin saber cómo a su primer «bukkake», la adolescente Paula, carne de cañón para el deprededador «online», o el adicto al sexo Antonio. ¿Tenemos este tipos de realidades veladas, para no ver toda la sordidez que hay? ¿Estos testimonios revelan la realidad común de la pornografía?

-De la pornografía siempre se habla desde un lado de la pantalla. Llevamos años ya hablando de la captación cada vez más precoz de usuarios, de niños y adolescentes. Cada vez hay más que llegan a una tempranísima edad, de manera casual, al porno. Y la pornografía crea adicción, al igual que lo hacen la cocaína o el alcohol. Durante muchos años se ha hablado del impacto que tiene la pornografía como escuela de la sexualidad para los jóvenes.

-¿Cuáles son las lecciones de esta «escuela»?

-Es una escuela que reproduce la violencia, la sumisión de las mujeres, el hecho de ritualizar en la calle esas cosas que ven en pantalla. Y el resultado son, por ejemplo, las manadas.

-¿El consumo de porno está relacionado con las agresiones sexuales en grupo?

-Totalmente, incita a las manadas. Yo señalo en el libro una cita de Ted Bundy, el asesino en serie americano, antes de ser ejecutado en la silla eléctrica, que dice que muchos hombres, él entre ellos, que habían tenido un comportamiento violento con las mujeres habían devorado pornografía.

-¿No podría servir ese consumo para aplacar instintos y evitar la violencia?

-No, no, al contrario. ¿Cómo va a aplacar la violencia? Cuando un chaval ve porno piensa que eso es la realidad, y va a buscar esa sexualidad que reproduce la cosificación de la mujer, la mercantilización de la persona...

-Hay una imagen irreal y manipulada del hombre también, ¿no?

-Sí, pero además es que se está ritualizando. ¿Qué son las manadas? Son un gang bang, una mujer con seis hombres... La pornografía mainstream, la grande, está hecha por hombres para hombres.

-Llama la atención que bastantes hombres, a juzgar por las cifras millonarias que se mueven, disfruten del sexo por turnos, de la humillación o la manipulación en grupo de una mujer.

-Sí, esto tiene que ver de fondo con el machismo, con roles de género asociados a que el hombre es sujeto y la mujer objeto. Esto se reproduce tal cual en la pornografía: el hombre es el que manda y el comportamiento de ellas se adapta a lo que pide. Hay violencia, sumisión, relaciones de poder. Porque esto no va de placer, la pornografía va de poder.

-¿Qué es lo más novedoso que aporta su libro frente a otros?

-Estamos dando voz a gente que jamás ha hablado, la gente que ha estado ahí en la trastienda del negocio: actores porno, mujeres captadas, mujeres que trabajan directamente contra este fenómeno, modelos webcam. Nadie en España habla del sexo y la pornografía en vivo, el sexo amateur... y la pornografía lo que quiere es eso, es lo que más se está demandando ahora. La diferencia entre nuestro libros y los otros 200.000 es la primera persona. Pablo Conellie y yo trabajamos cuatro y años y medio antes de que este libro saliera a la luz. Hemos tardado mucho tiempo en componer este mosaico que cuenta todo lo que hay detrás del negocio de la pornografía.

-Entre los testimonios está el de un adicto al consumo que ve cómo el porno arruina su vida.

-El porno es adictivo, como las drogas, cada vez se consume antes y en mayor medida. Y Antonio cuenta cómo consumió su vida. Porque ese consumo necesita un generar constante de contenidos, necesita mujeres y niñas...

-¿Hay un perfil claro de explotador y de víctima?

-Claro... Estamos hablando de un proxeneta 2.0, de la pornografía 2.0, de la prostitución 2.0, y las nuevas tecnologías evolucionan para propiciar todo esto. Es así, Internet le pone unas autopistas tremendas al negocio turbio del porno. Las nuevas tecnologías han ido creciendo para dar cobertura a la medicina, a las ciencias, a la cultura... y en muchos casos a demanda de la pornografía directamente. Y estamos viendo que deja víctimas de un lado y de otro de la pantalla, que es de lo que no se habla nunca. De un lado, es un virus social que capta a los usuarios a cada vez más temprana edad, ¿y qué pasa del otro lado de la pantalla? ¿Cómo se generan los millones de contenidos para usuarios que quieren que estos contenidos sean cada vez más salvajes y más reales? Esto lo contamos en PornoXplotación. La pornografía es más accesible y más agresiva que nunca.

«Pretty Woman es una película, es pura ficción. El gran problema de la prostitución es que se normaliza y se blanquea»

-Los testimonios que ofrecen son de una dureza extrema.

-Es que la realidad es muy dura. Pretty Woman es una película, es pura ficción. 

-Pero la trata es una cosa y la prostitución otra. 

-Lo que nosotros tenemos claro, desde la observación de muchísimos años, es que detrás de la prostitución y detrás de la pornografía no todo es trata, por supuesto, pero existe. Y es difícil hablar de pornografía sin hablar de prostitución. Y es difícil hablar de prostitución sin hablar de trata. En el caso de las modelos ricas, las camgirls, sí pueden salir diez diciendo el dinero que ganan, pero no salen las miles de peladas que están explotadas y extorsionadas. Porque una vez que subes vídeos en línea es muy difícil salir de ahí aunque quieras.

-¿Cuál es el perfil de la víctima?

-¿Qué es lo va a pasar ahora en este momento histórico en el que estamos? Las mujeres y en general las personas más vulnerables aún lo van a ser más. Y esto se presenta como una oportunidad laboral. Mujer en situación de vulnerabilidad.

-Además, apuntan en libro, hay un aumento del consumo de pornografía superior al 60% a raíz de la crisis del covid...

-No a raíz de la crisis, sino del confinamiento. ¿Qué hacen nuestros chavales adolescentes en sus habitaciones? Pregunto...

-¿Les dejamos muy solos ante los peligros de la Red?

-Sí. Tienes un hijo de 14 o 15 años que suele estar en su habitación. ¿Qué hace? Tú no sabes... Contamos el caso de la hija de Pablo, una chica normal, española, de familia bien que de repente sube un vídeo y recibe grooming, extorsión. Y acaba en una trama por la que termina siendo testigo protegida. Los niños llegan al porno de una manera casual, está a la distancia de un clic. Nosotros hemos conseguido llegar a testimonios reales, con vidas totalmente destrozadas lo cuenten en primera persona. 

«En el porno hay una explotación sexual vinculada a una explotación laboral»

-¿Es lo mismo ser actor porno que actriz porno?

-No. El estigma que tiene la actriz porno es el de una prostituta, el de un actor porno no. De ellos hay incluso una visión social positiva. Tenemos el ejemplo con un superactor de porno en España, al que la gente cuando llegó al Festival de Málaga le gritaba como si fuese un ídolo, una megaestrella. ¿Se ha dado lo mismo alguna vez en una actriz porno? Piensa en la cantidad de actrices porno que se han suicidado... Ellas viven con el estigma. Un actor porno es un «machote». En el porno hay una explotación sexual vinculada a una explotación laboral. A casi todo el mundo le hacen firmar un montón de papeles de cesión de derechos, pero nadie está dado de alta en la seguridad social. No tienen prestaciones sociales para nada. Pablo y yo años y años oyendo testimonios de mujeres víctimas de trata. En este libro nos hemos tenido que parar, era muy duro. Hemos tenido que parar, para coger aire y poder volver...

-¿Por alguna historia en particular?

-Por cómo se blanquea la pornografía, por el desconocimiento que hay del tema y por la impunidad con la que los proxenetas 2.0 actúan. Van 3.000 kilómetros por delante de la Justicia. La pornografía, de partida, no está mal vista, la sociedad no la ve como suele ver la prostitución. Esta es la escuela de la sexualidad de nuestros hijos.

-¿Cómo se puede cambiar?

-Educando a nuestros hijos en los entornos familiares, respondiendo a sus preguntas. Y los legisladores deben empezar a legislar sobre este negocio a priori alegal en el que muchos contenidos se hacen desde la ilegalidad. ¿Por qué? En relación con la pornografía la palabra más buscada es teens (adolescentes). Vemos el uso de muchísimas menores, dirigido además al consumo de menores. Insisto, ¿qué hacen nuestros hijos?

-¿Cuál es la señal de alarma con un adolescente?

-No hay señales. Hay que abordarlo desde que son menores, ayudándoles a crear un pensamiento crítico. Prohibir no sirve de mucho. Hay herramientas, pin parental, pero lo capas en tu casa y tus hijos van a tener acceso en otro lado. No hay que prohibir, sino abordar el tema con ellos, enseñarles que la sexualidad tiene que ver con el deseo compartido, con la empatía, con el respeto. Sonamos con ello a feministas, victorianas, pero es algo que en realidad no tiene nada que ver con la moralidad, ni siquiera con el amor. Hablamos de sexo. Hay que educar, educar, educar y educar.

-¿Hay una víctima perfecta?

-Mujeres vulnerables, con lagunas afectivas, como es el caso de Diana, uno de los testimonios del libro. Diana cae en manos de un lover boy, un perfil de proxeneta. Lo vemos en la trata desde hace años, en mujeres rumanas. Diana es una mujer con muchas carencias afectivas por su entorno familiar, y se enamora de un chico que la vende. El novio de Diana es un proxeneta puro y duro. 

-¿Hay otra forma hoy de prostituirse?

-Estamos viendo como la prostitución está migrando hacia esas fronteras digitales. Es la prostitución 2.0. Hablamos de esto, que no se puede blanquear. Es fácil teorizar, pero nosotros no lo hacemos. Hablamos, insisto, de personas reales, de chicas que tienen hoy 25-30 años. Son reales ellos y ellas, y a sus historias hemos incorporado una documentación privilegiadísima. De montones de años. Es duro, pero real como la vida misma. Y también pedagógico, porque los padres, con este conocimiento de la realidad, podemos dar herramientas a nuestros hijos. Cuéntales según ellos te vayan preguntando, hay que contestar a su demanda.

-¿En una «porno star» hay a menudo una mujer explotada?

-En muchos casos, en una porno star hay una mujer captada, explotada y vulnerable.