-Anunciaste que tu herencia iría para los niños refugiados de Acnur. ¿En qué momento tomaste la decisión?
-Me parece justo devolverle a la sociedad, a los que no han tenido tanta suerte como yo, lo que la sociedad me ha dado. Tampoco me parece tan raro. He visto mucho sufrimiento en mis viajes con Naciones Unidas, he estado en Somalia, en la República Democrática del Congo, en Etiopía, en Siria, en Libia y en lugares maravillosos convertidos en auténticos infiernos para millones de seres humanos.
-Tus vídeos con Roberto en el confinamiento no tienen desperdicio. Aunque existan momentos malos y el encierro no haya sido fácil, ¿mientras haya risa hay amor?
-El humor es la base de todo y también lo es en el amor. Roberto y yo nos reímos mucho juntos.
-A tus 55, ¿cómo te sientes? ¿Algún reto que te quede por delante?
-Estoy en un momento dulce, me enfrento a cada nuevo proyecto con más tranquilidad, y aunque me entrego al cien por cien, siento el camino que ya he hecho.
-Vale que los 50 son los nuevos 30, pero lo tuyo es de estudio. ¿Cuánto deporte haces y cómo cuidas tu dieta?
-Voy al gimnasio cada día, camino ocho o diez kilómetros, salgo en bici, esquío, y este verano he descubierto el pádel surf. Como de todo, cocina mediterránea, lo más equilibrado posible.
-Aunque en España tengamos un marco legal que da libertad para amarse, ¿no crees que queda aún mucho por hacer? ¿Qué le dirías a quienes siguen apuntando con el dedo a dos personas que se quieren?
-La LGTBI fobia sigue presente y aunque hemos avanzado mucho, no se puede bajar la guardia. A los que apuntan con el dedo, que se lo metan por donde les quepa, no me interesan. A estas alturas no pido aceptación ni tolerancia, de nadie, no las necesito, exijo respeto a la ley y punto.
-El apoyo en casa es fundamental, y alguna vez comentaste que ahí estuvo tu madre desde que decidiste contarlo. ¿Cómo reunir el valor?
-Hay que decirlo, porque la visibilidad es el único camino para la normalización. A los niños y niñas LGTBI, que están ahí fuera, asustados, o confundidos, les digo que no tengan miedo, que no son malos, ni están enfermos. Parece mentira, pero hay que seguir repitiéndolo.