Con mascarilla tus ojos hablan más

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MABEL RODRÍGUEZ

Obstaculiza pero no impide. Así se comporta esta protección en nuestra comunicación diaria. Alegría, tristeza, complicidad, desaprobación, miedo... Muchas son las emociones que transmitimos incluso con la boca y la nariz tapadas

19 oct 2020 . Actualizado a las 22:38 h.

Pues sí. La mascarilla ha llegado para quedarse. Al menos, durante un período de tiempo indeterminado. Y con ella un problema añadido a los numerosos que tenemos ya de comunicación. Porque ese trozo de tela que nos colocamos en la cara no solo separa nuestra nariz y nuestra boca del maldito bicho. También nos aleja de nuestros interlocutores. Supone un obstáculo en la comunicación. Pero no insalvable.

De la mano de José María Rolón, profesor del departamento de Psicología de la facultad de Ciencias del Trabajo de la UDC y especialista en comunicación no verbal, te vamos a descubrir algunos secretos para que el contacto con tu entorno sea totalmente satisfactorio.

«El uso de la mascarilla tiene una gran influencia. Si ya la tiene para reconocer a las personas, mucho más para interpretar sus gestos. Pero, aunque la parte de la cara que tapa es importante, quedan al descubierto otras fundamentales en las expresiones faciales: los ojos, las cejas y la frente, que nos ofrecen mucha información. Y también debemos recordar que no solo expresamos emociones a través de la cara. Hay otros sistemas de comunicación no verbal: gestos, posturas, movimientos del cuerpo, proxémica y, sin duda, la voz. La voz, aunque algo distorsionada por la mascarilla, también da muchísima información de nuestras emociones», expresa Rolón.

Además, hemos de tener en cuenta que, aunque no seamos Sherlock, todos llevamos de serie un kit de descodificación de las emociones. Suele funcionar bastante bien y prima el lenguaje no verbal sobre el verbal. Es decir, que ya puedes insistir en que está todo perfecto, que tus gestos delatan que estás hecho una basura. No olvidemos que los ojos, o la mirada, son el espejo del alma.

Pero ahí es donde sí que nos podemos encontrar con una gran interferencia en forma de mascarilla. Y es que ese trozo de tela contenga alguna imagen contradictoria. «Si lo que buscamos es facilitar la comunicación, entonces debemos apostar por mascarillas lisas. Son las que menos interfieren. Cuando nos ponemos, por ejemplo, una con una boca sonriente, ahí estamos generando un cortocircuito. Ya podemos poner las cejas y los ojos todo lo tristes que queramos, que el que tenemos enfrente nos verá sonrientes, y esta incongruencia de señales generará confusión», explica nuestro experto.

Si no creamos esa interferencia con la mascarilla, entonces es cuando los ojos, las cejas y también la frente ofrecerán información abundante. «Las arrugas que se producen son distintas según la emoción que estemos expresando. Hay seis emociones básicas y cada una ofrece un patrón de expresión facial específico». Estos son los patrones de la expresión facial de las emociones para las partes del rostro que quedan descubiertas con la mascarilla:

  • Sorpresa: Arrugas horizontales surcando la frente; cejas muy elevadas y curvas; párpados superiores muy elevados e inferiores bajados.
  • Miedo: Arrugas en el centro y no extendidas por toda la frente; cejas elevadas, contraídas y juntas; párpados superiores elevados y los inferiores tensos.
  • Asco: Músculos de los párpados relajados; patas de gallo provocadas por la elevación de las mejillas y el descenso de las cejas; nariz arrugada.
  • Ira: Cejas contraídas, juntas y bajas, que generan líneas verticales entre ellas; párpados tensos y los superiores elevados; mirada dura, ojos feroces, iracundos.
  • Tristeza: Arruga vertical entre las cejas; elevación de los extremos internos de las mismas; descenso delos párpados superiores; mirada hacia abajo; mejillas elevadas.
  • Alegría: Las cejas descienden levemente; aparecen arrugas por debajo del párpado inferior que puede estar levantado, pero no tenso; patas de gallo; mejillas elevadas.

Con estas pequeñas nociones ya puedes tratar de descifrar lo que tu interlocutor quiere decir. Sin embargo, un consejo: fíjate bien en todo su cuerpo, porque como reconoce el propio José María Rolón, en estos tiempos de pandemia tendemos a gesticular más de lo habitual para compensar la invisibilidad de la zona que nos tapa la mascarilla. Incluso de forma inconsciente.

«Yo soy bastante expresivo y de moverme. Sin embargo, una alumna me dijo que este año notaba que gesticulaba más. Yo no me daba cuenta, pero obviamente una forma de paliar los inconvenientes es reforzar las otras vías de comunicación no verbal: manos, gestos, posturas», reflexiona el profesor universitario.

Pues ya lo sabes, no tenemos por qué preocuparnos que incluso con mascarilla nos van a entender. Pero cuidado, que quizá nos pillen demasiado. Y es que el cuerpo ofrece más información de la que a veces queremos. Cierto que no siempre es perceptible. Pero hay quién sí se queda con todo. Un ejemplo, las pupilas de los ojos. Cuando algo o alguien nos gusta mucho, se dilatan, en algunos casos considerablemente. Muchos no somos capaces de apreciarlo, pero hay especialistas. Ese es el motivo por el que algunos jugadores de póker llevan gafas de sol. «A determinados niveles todo se controla y, en una partida profesional, el jugador puede ver cuatro ases, con lo que seguro que la pupila se dilata al máximo y un rival puede detectarlo».

Y hablando de pupilas, si las tuyas tienen a dilatarse resultarás más atractivo que el resto. Ahí lo dejo. Que nada tiene que ver con las mascarillas, pero siempre está bien saberlo.