Todo listo para Enki: «En esta carrera ni se corre ni se gana»

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ANGEL MANSO

Ellos derriban las barreras. No hay que tener una discapacidad en casa para celebrar la inclusión. Tres compañeras de trabajo, dos familias con dos guerreros y otra que acerca a sus hijas a la realidad nos lo cuentan

10 mar 2021 . Actualizado a las 18:07 h.

En la vida no hay más barreras que las que uno se impone a sí mismo. Ese es el mensaje que lanza Enki y que encarnan las personas que ilustran este reportaje. Todas aparecen así, celebrando que no existen los límites. Abrazando lo que otros aún entienden como diferente. Y les pillamos en plena cuenta atrás, a tan solo dos días de la única carrera sin vencedor. Porque aquí ganamos todos. La entidad se dedica a impulsar la inclusión de las personas con diversidad funcional, especialmente los menores.

Pero en esta ocasión la cita anual, una auténtica fiesta que logra reunir a diez mil personas en A Coruña, no puede salir con su color y sus disfraces a la calle. Toca hacerla desde casa, preparar la yincana y grabarse para hacer lo que mejor les sale: compartirlo con los demás. Ellos son auténticos expertos en buscar el lado bueno de las cosas. Por eso celebran que esta séptima edición virtual, que se desarrollará de forma online en www.enkiproyecto.com y que está impulsada por la Fundación Abrente con la colaboración de la Caixa, CaixaBank, la Fundación María José Jove y el Ayuntamiento de A Coruña, se alargue del 5 al 10 de octubre para facilitar la participación. Y no solo eso, sino que el nuevo formato consigue incluir aún a más colectivos a los que se les hacía difícil asistir presencialmente.

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Entre ellos están los mayores del centro de día Recréate. Sus trabajadores preparan junto a ellos sus disfraces y todas las pruebas. Elena (terapeuta ocupacional, Yanira (enfermera) y Emma (directora) nos reciben junto a su perro Hache calentando para la fiesta. «Queríamos hacer algunas cosas que tenemos que adaptar a los mayores, pero vamos a preparar pruebas de obstáculos, hacer el cuerpo a tierra y mucho baile, que les encanta. También son ellos mismos los que se hacen los disfraces y nos ayudan con la decoración del centro», comenta Emma, que posa con sus compañeras pensando en qué uso darles a las pelotas de rehabilitación funcional que lanzan en la foto. «Si hay alguien a quien se le ocurra algo nuevo para hacer, es a ellos», asegura la profesional, que cree que esta edición online servirá como lanzadera para animarse a acudir presencialmente el próximo año. «Muchas veces se acercan a la carrera para verla, pero no se atreven a participar por miedo a las caídas o a que pase algo. Creo que esto les va a servir a los que están mejor para animarse y que podamos presentar un equipo el año que viene», señala la terapeuta, que está convencida de que esta vez conseguirán alzarse con alguno de los premios y que piensa compartir todo con fotos y pequeños vídeos a través de la web de Enki para que nadie se lo pierda.

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LOS MARINES MÁS FUERTES

Otros dos que están como locos son Mario e Inés. Sus familias decidieron unir sus nombres y formar el equipo los MarInes, en honor a sus dos luchadores. Mario tiene 7 años y llegó a su familia con 4 meses. «Lo adoptamos y vinimos con él de Etiopía a esa edad. Durante unos meses experimentó un desarrollo que creíamos normal, pero después aparecieron una serie de deficiencias que podrían haber sido provocadas por una hipoxia de nacimiento y una parálisis cerebral. Tenía dos años cuando empezamos a participar en la carrera Enki. Al principio lo llevaba en el carrito, y después empecé a llevarlo en brazos. Cada año pesa y crece más y ya casi no me deja ver con la cabeza», dice entre risas su padre, José Luis. En su cole, el Emilia Pardo Bazán, se apuntaron 150 familias el año pasado: «La inclusión es eso, que vaya la gente. Y Mario participa y sortea los obstáculos con la ayuda de su papá». Ambos posan junto al resto de su familia en la casa de la de Inés. Su madre, Rocío, agradece esta alegría tras un confinamiento que deterioró a ambos niños «después de esa minipesadilla ahora toca divertirse», añade el padre de Mario. Con los centros cerrados y sin acceso a sus terapias, ambos sufrieron. Inés perdió hasta el sueño. «Aquí ya tenemos hecha la pretemporada de Enki», apunta Rocío. Su hija Inés padece el síndrome de Cornelia de Lange, que le produce una gran discapacidad, y autismo. «A Inés el cuerpo le funciona, pero la cabeza no. No llega a un año de edad mental», dice su madre. Tanto ella como Mario y los hermanos de ambos disfrutan al máximo de la carrera. Eso sí, lo que más les gusta es mancharse. Y a Inés, mojarse. «Es acuática perdida», dice Rocío, que empezó a llevar a su hija a la carrera en carrito. «Aún no andaba, empezó a hacerlo con seis años», apunta. Allí conocieron a la familia de Mario. Y a la vista está que lo que Enki une, no lo separa nadie.

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Pero no es necesario vivir con la discapacidad para abrazarla. Y para prueba, la familia de Vera (7 años) y Emma (4). La sonrisa de ambas, precedida por la de sus padres, y sus vibrantes disfraces también nos dan una idea de lo que significa para ellas esta fiesta. No hay más que verles en medio de los preparativos. «Vamos a poner confeti en el pasillo para hacer una guerra entre los cuatro, saltaremos con aros en el salón y en la bañera vamos a hacer espuma con color, que les encanta. Para las niñas, Enki es la gran fiesta del año», explica Lara, su madre. Ellas no tienen discapacidad alguna, pero en su casa conocieron a una familia de Enki y se sumaron a la causa sin dudarlo. «Esto es muy bueno para todos. Es una carrera en la que nadie gana, porque ganamos todos. Me parece de lo más enriquecedor y me gusta explicarles las cosas, que vean esa otra realidad. Llevamos años yendo e incluso lo hicimos con toda la familia. La abuela con la lengua de fuera, ellos como locos... Y esta vez liamos a los vecinos de abajo», sostiene Lara.

Sin duda, lo difícil es hacer la carrera ahora y lo fácil dejarla para cuando escampase esta tormenta. Pero lo fácil no es la opción que eligen los valientes. Y de eso, en Enki y en estas familias, saben un rato.