Rodrigo Lemos, fontanero: «Tengo la agenda del 2021 completa de trabajo»

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ANGEL MANSO

Este gallego representa ahora mismo a los profesionales con el oficio más demandado del momento. Empezó a los 15 años y desde entonces no ha parado nunca. Ni por el covid. «Aquí el que quiera tiene el futuro muy bien asegurado. Ni sacando la billetera, encuentras gente». De su sueldo también hablamos

29 sep 2020 . Actualizado a las 14:13 h.

Rodrigo Lemos es fontanero y tiene 35 años. Los mismos que acaba de cumplir SuperMario, el personaje del videojuego que comparte oficio con Rodrigo. Los dos han ido saltando niveles, han generado una carrera profesional de éxitos intentando dignificar una profesión que hoy es una de las más demandadas. Rodrigo tiene la prueba, porque siendo aún muy joven, ya tiene 20 años de cotización en la Seguridad Social.

«Empecé en el instituto, estudiaba por las tardes en el Rosalía de Castro de Santiago y por la mañana trabajaba, no fui un alumno malo, pero tampoco era una lumbrera», apunta este gallego, que empezó de fontanero de casualidad. Su madre es enfermera y su padre era restaurador, así que no había una influencia próxima que le orientase a un futuro como este. «Mi suerte fue que un vecino me ofreció la posibilidad de ayudarlo como fontanero, y así fui aprendiendo, paso a paso, viendo cómo él trabajaba». A ese vecino Rodrigo le estará agradecido de por vida, no solo porque le abrió las puertas de un oficio que no conoce la palabra paro, sino porque disfruta desempeñándolo. Se le nota cada vez que habla de su profesión, que a estas alturas es también una manera de vivir. «Me encanta cuando estoy enfrascado, trabajando con las manos, ahí el tiempo se me pasa volando, pero ahora mismo, con la cantidad de lío que tengo encima es casi a lo que menos me dedico».

Él, junto a otros cuatro fontaneros más y una administrativa en la oficina, se encargan de sacar adelante la empresa Lemos Renovables, que él fundó a los seis años de comenzar como aprendiz, con poco más de 20 años. «Ahí me hice autónomo y nada más arrancar, ya tuve que contratar a otra persona; hemos ido poco a poco profesionalizándonos». La empresa está certificada a todos los niveles —frío industrial y fontanería y calefacción— y en este tiempo yo he tenido que ir acreditándome con cursos privados», explica Rodrigo, que si tiene algo seguro respecto a su oficio, es que no le va a faltar trabajo. «En 20 años no hemos parado nunca, pero no solo yo, cualquiera que se dedique a esto. Ahora mismo tengo la agenda de este año cubierta, pero no la del 2020, ¡la 2021!, y por delante me queda la difícil tarea de contratar gente, porque no hay. «Ni sacando la billetera —dice muy serio—, y ya sabes: a xente móvese por cartos».

«SE VE UN OFICIO MENOR»

Con la crisis del covid sobrevolando a todos los sectores, Rodrigo no ve más que oportunidades para trabajar. ¿Qué pasa, entonces? ¿Por qué la gente no se hace fontanero? «Lo siguen viendo como un oficio menor, y la verdad es que no todos van a ser médicos e ingenieros; tengo claro que los buenos profesionales, como los fontaneros, los albañiles, los mecánicos o los electricistas van a ser los más demandados porque ya lo son ahora mismo. No hay gente que se forme en esto, cuando no es precisamente complicado, y se trabaja de lunes a viernes desde las 8 de la mañana». «Es un buen trabajo, se gana y yo me he ido formando a la vez que trabajaba, son todo oportunidades».

¿Cuánto gana un fontanero medio? «De 1.500 a 2.500 euros libres, no brutos. Eso es lo que se sacan perfectamente, y algunos rondan los 3.000, pero porque se desviven», explica Rodrigo. Y aclara lo de desvivirse para que no haya lugar a equivocaciones. «Hay personas que trabajan diez horas. Yo siempre digo que el tiempo es dinero. Si estás perdiendo el tiempo dejas de facturar, pero si estás currando diez horas, hay que pagarlas». Y ahí es cuando se saca la billetera. La formación no tiene más dificultad que cualquier oficio en que la base es la práctica, por eso este gallego insiste en que, además de los cursos de formación, hay que fomentar que los jóvenes se inicien con profesionales como le pasó a él: «Yo aprendí de equivocarme. Sin práctica real no sirve de nada». Esta falta de personal en el ámbito de la fontanería, Lemos también la achaca a que la gente es «vaga». «No tengo otra explicación, se nota también falta de principios, de seriedad y de implicación en el trabajo». «De hecho —continúa—, ese es nuestro gran secreto. Si eres formal, ordenado, trabajador y cumples, lo que te cuesta es atender a todos los clientes. Los compañeros del sector al final acabamos tirando unos de otros porque si no, no puedes abarcar la gran demanda de chollo que hay».

En esa meta de profesionalidad, Rodrigo avanza que trabajar con las mejores marcas, como Daikin o Zehnder, es una seguridad que unida a la formalidad con los clientes hace que los fontanero se hagan de oro. «A mí no me ha ido nada mal, podía tener muchos más empleados, pero gestionar todo requiere otra estructura. Ahora tengo subcontratadas a otras empresas, y nosotros a lo que más nos dedicamos es a viviendas unifamiliares, al mantenimiento de algunas industrias, aunque nuestro fuerte es el cliente de casa».

Mientras me habla de bombas de calor, suelos radiantes y de la instalación de sanitarios, Rodrigo me confirma que jamás ha conocido a una mujer fontanera. «Ninguna», concluye tajante, para añadir que es un oficio perfectamente adecuado tanto para hombres como para mujeres. «Es maña, no fuerza. Hay que practicar, pero no es complicada en absoluto. Lo más dificultoso son los cálculos de las instalaciones, pero por lo demás es ir aprendiendo». En este oficio, «a xente vai gañar o que queira porque non hai man de obra», remata. Y hay que ser fino trabajando: «Yo siempre digo que a mí no me vale ser el número dos, tengo que ser el uno, porque el dos es el primero de los últimos», aclara Rodrigo Lemos, el Supermario gallego, que también desempeña su oficio fuera de Galicia: «Hemos cogido alguna obra en Madrid y en Tenerife». «Hai choio dabondo», no se cansa de repetir antes de concluir que su meta es dejar la llave inglesa en cuanto cumpla los 50. «Fíxenme esa promesa, teño un rapaz de 3 anos e levo traballando desde os 15, retirarme aos 50 non estaría nada mal». Es lo que tiene hoy en día ser fontanero, que solo ellos tienen el truco para abrir y cerrar el grifo.