Este verano vas a columpiarte

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El columpio en el mirador do Cervo, en Vila Nova de Cerveira
El columpio en el mirador do Cervo, en Vila Nova de Cerveira

Sobrevolar los viñedos en pendiente de la Ribeira Sacra o ver la puesta de sol meciéndote sobre la arena de Marín. Estas vacaciones vas a querer fotografiarte aquí

07 ago 2020 . Actualizado a las 17:38 h.

Los columpios con vistas son lo más buscado de Galicia. Colocados estratégicamente sobre laderas, igual que los que saltan sobre los campos de arroz en Bali, o a pie de playa, escondidos entre los pinares de los arenales. Si ya te has fotografiado en todos los bancos con vistas del Atlántico, es hora de que tomes nota de los balancines más instagrameables de Galicia y del norte de Portugal. Coge impulso, ¡empieza la ruta!

Es posible que le hayas dado más de un like a un amigo meciéndose sobre el columpio de cuerdas y madera de la playa do Santo, en Marín. Muy cerquita de la famosa Lapamán, este columpio -que podría formar parte del paisaje de cualquier isla caribeña- es carne de foto. ¿Quieres una imagen sin filtros? Espera a la puesta de sol, con el día poniéndose sobre el Atlántico. Instagramers como la gallega Cristina Cerqueiras (@cristinacerqueiras) ya se dejaron caer por allí. Su postal desde el columpio de Marín lleva ya más de 8.000 likes.

La afición de este verano: coleccionar fotos de columpio. Y el siguiente para la galería espera también en la provincia de Pontevedra. Escondido entre los pinos y las rocas de Monteferro, en Nigrán. Muy cerquita de playa América, la instagramer mitad gallega mitad americana Ana Feijóo (@anapolitan) se encargó de descubrir este pequeño paraíso en su perfil de Instagram. «Galicia mola», se puede leer en el pie de su foto sobre el columpio de madera y cuerdas. Y tanto.

En la comarca de O Salnés espera otro balancín sorpresa para anotar en la lista de sitios a los que ir este verano. También con asiento de madera y colgado de las ramas de un árbol, hay que desplazarse hasta la playa de Espiñeiro, en la desembocadura del Umia, en Cambados, para encontrarlo. Una vez allí solo hay que sentirse como un niño por un momento, y dejar que la magia de la cámara del teléfono haga el resto.

UN BALANCEO DE VÉRTIGO

Para subirte a este columpio sobre la Ribeira Sacra hace falta valor. Está dentro de los viñedos de la bodega Terra Brava, en Doade, en el municipio de Sober (Lugo). Para saber lo que se siente al mecerse sobre los cañones del Sil hay que reservar por teléfono una visita a los viñedos. El precio de la entrada es la compra de una botella de sus vinos, que no se prueba hasta después de hacer la visita. Uno entiende perfectamente la decisión cuando consigue trepar por los viñedos y volver intacto al punto de inicio, con los dedos de los pies negros por la tierra y apreciando aún más el esfuerzo de los vendimiadores de esta preciosa zona de Galicia. Desde la base de los viñedos puede verse el columpio esperando, colgado de una encina. Cuando uno llega hasta él puede que se lo piense dos veces antes de lanzarse al vacío. A los pies: una roca y las vides. Y un esqueleto que recuerda lo que le pasó a uno que hizo la visita pero no respetó los racimos de uvas. De fondo, el cañón y el río. El momento produce vértigo, pero la foto bien lo merece. En este punto las vistas son impresionantes, una montaña rusa natural. La recompensa viene después: al final de la visita una copa de vino con denominación de origen reconforta.

Y el último columpio de balancines instagrameables no está en Galicia, pero casi. Al otro lado de Tomiño (en Pontevedra), justo al cruzar el puente que desemboca directamente en Vila Nova de Cerveira, Portugal, espera el columpio del verano. Se levanta sobre el Miradouro do Cervo. En esta colina con vistas a la localidad portuguesa (famosa por su feria de los sábados) y a la desembocadura del río Miño, la postal es preciosa. El doble columpio, instalado este año, está muy demandado (puede incluso haber colas para subirse en él): el momento mágico se produce al caer el sol, cuando la luz se vuelve casi rosa y el cielo se refleja en el río. Es el hype del verano, el columpio de este 2020 en el que las atracciones de la infancia situadas en puntos estratégicos para disfrutar del paisaje, todo 100 % ecológico, han salido del confinamiento de los parques de recreo.