El bioquímico, que publica «A vivir la ciencia», apunta los seis factores que determinan el nivel de felicidad, valora el peso de la razón en las decisiones y señala la necesidad de la ciencia ante «grandes retos, como el covid»
11 jul 2020 . Actualizado a las 15:47 h.Consumidor omnívoro de ciencia, presentador de El cazador de cerebros en La 2, Pere Estupinyà es cuántico, él se siente en varios sitios a la vez. «Dije que el covid uniría España, por esto de aliarse para hacer frente a un enemigo común, y me equivoqué», confiesa el bioquímico, que defiende que de los errores, si se asumen, se puede aprender. Autor de El ladrón de cerebros, Estupinyà vuelve al escaparate con A vivir la ciencia, para indagar en cuestiones que van desde discernir el sexo de los mejillones hasta el papel que jugará la biomedicina en el futuro, el plan b ante la crisis climática o elaborar un ránking de la felicidad por países en función de seis factores claves. ¿Qué nota le pone a la gestión de la pandemia del coronavirus, qué países diría que lo han hecho o lo están haciendo mejor? «El gran tema es que esto era previsible, los científicos llevaban tiempo diciendo que una pandemia de estas características ocurriría: que un virus podía saltar de los animales a los humanos, hacerse patógeno y extenderse por todo el mundo. Una de las reflexiones a extraer es ¿cómo no le hemos hecho caso a la ciencia? Y no solo me refiero a nivel Gobierno», plantea Estupinyà. «¿Cómo es que esto no estaba previsto? Ahora estamos con las preguntas urgentes del día a día, pero la gran pregunta hay que plantearla. Yo soy crítico con los investigadores también, no con los científicos de laboratorio, sino con que las estructuras científicas no estén conectadas con la toma de decisiones, con la sociedad. Mi crítica es para los que diseñan las políticas científicas».
-Vamos por países. ¿Quiénes lo han afrontado mejor y quiénes peor?
-En Asia lo han hecho bien por varios motivos: el SARS les preparó. Y luego hay un tema de cultura. Estados Unidos es el ejemplo clarísimo de cómo una cultura individualista, arrogante, no sabe afrontar una pandemia. Es el 'Cada uno que se cuide a sí mismo'. Bolsonaro es un desastre, Ecuador lo ha hecho muy mal, pero en estos países hay mucha pobreza, aparte de líderes que pueden ser pésimos. Estados Unidos, con su liderazgo tecnológico, como supuesta primera potencia mundial, hoy no puede dar lecciones a nadie. Quedan retratados, no solo Trump, sino una sociedad que parece carente de inteligencia colectiva. España e Italia se encontraron con el problema de repente... Pero en febrero aún se decía que los medios de comunicación estaban exagerando sobre la gravedad del virus. La comunidad científica no pensaba, a principios, que pudiese ser tan grave en Europa.
-¿El planeta ha dicho «basta»?
-Que llevamos unas décadas sobreexplotando el planeta de manera no sostenible está fuera de cualquier discusión. Se ve en el cambio climático, en deforestación... Es un tema para tratar a fondo. Creo que hay una generación perdida. El daño se verá en diez o veinte años.
-¿Es sólida la amenaza de la sexta extinción, que describe la Pulitzer Elizabeth Kolbert?
-La sexta extinción ya está ocurriendo. Hay especies que se están extinguiendo ahora que llevan miles de años sobre la Tierra. ¿Por qué justo ahora, qué está pasando? Tú cuando ves un oso hormiguero piensas: 'Esta especie resistente no parece...'. Pues ha resistido cambios, ¡millones de años! ¿Y se extingue ahora?
-¿El problema es la globalización, está reñida con la naturaleza? Porque parece una asociación inmediata.
-No tiene por qué haber una causa-efecto tan clara. Al final, si miramos ejemplos concretos, hay iniciativas de países dedicadas a ayudar a la preservación de otros que funcionan. Pero la tendencia natural no es que el tigre se extinga, hay que ver qué hacemos para remediarlo. En La India se ha hecho un proyecto para protegerlo. Al igual que el lince ibérico está repoblándose, o el águila imperial en España. Esto es una decisión, que se extinga una especie o no es una decisión nuestra.
«La ciencia hace milagros. La biomedicina es capaz de corregir defectos genéticos que llevan a la muerte»
-¿La ciencia hace milagros?
-Sí, la ciencia hace cosas que parecen milagros. La biomedicina es capaz de corregir unos defectos genéticos que llevan a la muerte, entonces, te salva la vida. También el descubrir planetas extrasolares a años luz de distancia tiene un punto milagroso. La ciencia tiene una parte de utilidad y otra de fascinio.
-¿Cada vez hay más cura para el cáncer?
-Sí. Hay más cánceres porque la gente envejece más, pero se curan más ahora que antes, tanto por detección precoz como por nuevos tratamientos.
-Si yo envejezco más de un lado de la cara, tendré respuesta científica, ¿no?
-Sí, es una curiosidad, la curiosidad con la que empiezo A vivir la ciencia. Cualquier cosa que se te pueda ocurrir, hay algún científico investigándola.
-Debemos pensar más como científicos y menos como abogados, señalas. ¿Por qué?
-Porque el abogado, y es lo que hacemos en principio todos, tiene una idea predeterminada y busca la forma de asentar esa creencia. Selecciona solo los datos que respaldan su creencia, a su cliente. Quizá sepa que está equivocado. El científico no se puede permitir esto, hace el proceso inverso: tiene unos datos de los que después obtiene conclusiones. El abogado tiene la conclusión para la que busca los datos. Pero es una trampa, una trampa para nosotros mismos. Hay que ser objetivo, no te puedes convencer por un factor emocional. Hay que seguir analizando la información que te dan. Y si es el caso asumir el error, lo que no hacen nunca un abogado o un político. Rectificar es de sabios, pero lo hacemos muy poco. La ciencia también se equivoca, pero suele rectificar rápido, y esto le da valor. La política funciona de otra manera: las decisiones se toman en función del rédito en votos.
«España tiene que apostar más por la ciencia, tiene que gestionarla mejor. Y no tiene por qué ser la gestión que guste»
-«Si queremos mejorar la sociedad debemos escuchar más a los científicos». ¿Por qué?
-El covid ha puesto de manifiesto que para grandes retos necesitas una aproximación científica. España tiene que apostar mucho más por la ciencia, y la tiene que gestionar mejor. Y no tiene por qué ser la gestión que guste. Yo defiendo una ciencia dirigida, más que una ciencia básica.
-¿Debe mandar la razón sobre el corazón? Suena extraño en pleno bum emocional.
-Sí, puede parecer frío, pero la razón debe mandar sobre el corazón. Hay que saber potenciar las emociones positivas y hacer un esfuerzo de autoconocimiento, evitar que se enquisten y se vuelvan corrosivas las negativas (miedo, enfado...). Hay que escuchar las emociones, que nos dan una información relevante, pero ojo, las emociones nos traicionan porque solo quieren el corto plazo. La decisión final tiene que ser de la razón.
-¿Debemos elegir así a la pareja, con la razón?
-Es casi como pensar en irte de vacaciones un mes a una casa de playa o lanzarte a comprártela para vivir 30 años. Si quieres dejarte llevar por la pasión y disfrutarla al máximo, apaga el cerebro; pero si quieres dar el paso de tener una convivencia y una familia deberías reflexionar.
-¿Qué ocurre cuando aquello que no querías racionalmente se convierte en el acontecimiento más feliz de tu vida?
-Es curioso. En cualquier caso, no somos capaces de anticipar estados emocionales, como señala Daniel Gilbert. Esto lo traté mucho en mi libro anterior, La ciencia del sexo.
-¿Por qué sostienes que el sexo está «intelectualmente desaprovechado»?
-Porque el sexo es una ventana interesantísima al comportamiento humano, y siempre se trata de una manera frívola, o de risas o con pudor... Es muy interesante analizarlo desde un punto de vista sociológico y psicológico para ver cómo influyen la biología, la psicología y las diferencias sociales y culturales.
-¿Comparas el orgasmo al ataque de un león? Asusta...
-Cuando percibe una amenaza, el cuerpo reacciona activando el sistema nervioso simpático de golpe para poner el organismo al máximo. La reacción fisiológica en el orgasmo es esta. El desencadenante no es el mismo, pero la respuesta física sí es muy parecida en los dos casos.
«Frente al poder de la tecnología debe haber una ética fuerte, no digo paralizante. No tenemos que adaptarnos a la tecnología, sino adaptar la tecnología a nosotros»
-¿La tecnología es la panacea o la gran amenaza?
-La tecnología es cada vez más poderosa. Es indudable. Puede utilizarse de muchas maneras. Hay un punto en los emprendedores digitales, en los tecno-optimistas que evita reparar en los riesgos sociales y humanos que conlleva, e incluso los minimiza. Hay que ser cuidadoso. Debe haber una ética fuerte, no digo paralizante. Pero se habla mucho de cómo adaptarnos a la tecnología, y debemos hablar de cómo tenemos que adaptar la tecnología a nosotros. Debemos dirigir la tecnología hacia donde nosotros queremos, y no al revés. Y este es el riesgo, que la tecnología nos dirija. El futuro tiene que estar en nuestras manos.
«Lo peor del covid ya ha pasado, habrá rebrotes pero no un pico como el que hemos vivido en Europa»
-¿Hay una fórmula científica de la felicidad?
-Lo que hay son seis factores que influyen, a nivel social, más que otros en la felicidad. Hay que diferenciar la individual de la colectiva, porque hay diferentes tipos de felicidad, está la felicidad cognitiva, la afectiva y la eudaimónica. Si lo resumo mucho, quitar las causas de infelicidad, eso que nos hace infelices, es lo más sirve para ser feliz. Si quitas la desconfianza hacia el otro, la pobreza, las grandes preocupaciones... y poco más llegas a ser feliz. Nos preocupamos mucho de qué nos hace felices y deberíamos analizar qué nos hace infelices, que es más útil. Hay seis factores sociales que expongo en el libro A vivir la ciencia. Seis factores que explican el 75 % de las diferencias de felicidad entre los países: PIB, salud y esperanza de vida, apoyo social, confianza, libertad y generosidad. Y luego, cada persona enfoca su felicidad en una o dos cosas. Cada uno puede construir su camino a la felicidad, pero lo fundamental es que la sociedad no te dé motivos de infelicidad.
-¿Hay que ser un poco egoísta para ser feliz?
-No lo sé... Porque otro de los factores que más suelen estar en relación con la felicidad es la gratitud: ayudar a otros, desinteresadamente, suele generar bienestar.
-El coronavirus no ha centrado en una felicidad de mínimos. ¿Lo peor del covid está por venir en octubre, como apunta Bill Gates?
-No, lo peor en Europa ya ha pasado. Un pico como el que tuvimos no volveremos a tenerlo, a menos que el virus mute y sea patógeno para los niños. Si el virus no cambia, habrá rebrotes pero la situación no será peor. Lo peor ya ha pasado.