Francisco Mora Teruel: «El norte en esta crisis deben ser los demás»

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El profesor Francisco Mora Teruel, autor de «Neuroeducación, sólo se puede aprender aquello que se ama»
El profesor Francisco Mora Teruel, autor de «Neuroeducación, sólo se puede aprender aquello que se ama» cedida

«Solo se aprende lo que se ama» es la máxima de oro de este referente en neuroeducación. «Viviremos un cambio, y es un cambio necesario», dice. El COVID se ha cebado con nosotros, «y somos responsables», afirma quien nos previene, sobre todo, del miedo: «El miedo es el gran fantasma en todas las culturas del mundo»

27 abr 2020 . Actualizado a las 10:11 h.

El 21 de mayo verá la luz el nuevo libro del doctor en Medicina, doctor en Neurociencias y catedrático de Fisiología Humana Francisco Mora Teruel, Neuroeducación y lectura: de la emoción a la comprensión de las palabras (Alianza Editorial). Este referente de maestros que defiende un cambio en la manera de enseñar señala la parte de responsabilidad que tenemos en la crisis, y una forma en que los nubarrones se podrían despejar. No quiere que le trate de usted, aunque me invita a escoger el tratamiento que prefiera para sentirme cómoda. Su voz es cercana, como sus palabras, y su manera de reír tiene un énfasis infantil estridente, que relaja la autoridad de su discurso. La recepción de sus libros y las audiencias de sus conferencias demuestran «que hay un amor por la educación en este país, y es ilusionante». Nos va a salvar la educación, asegura. Un vídeo de cuatro minutos del doctor Francisco Mora Teruel puede conseguir en 20 días cinco millones de visualizaciones. ¿Por qué, será la claridad? «O, sobre todo, el hambre que existe en los maestros y los docentes por esta nueva visión de la educación, lo que llamo neuroeducación», sostiene. «Tenemos una posibilidad de darle un cambio a la impronta que es la educación en una cultura. Y nuestra cultura necesita un cambio profundo», asegura el autor del superventas Neuroeducación, sólo se puede aprender aquello que se ama.

-¿Ahora puede ser el momento?, ¿en qué necesitamos cambios?

-No en la instrucción, en lo que es aprender y memorizar en infantil y en primaria, sino en lo que es propiamente educación: valores, normas y hábitos éticos. Es decir, conformarte en el contexto social de una manera que no tengas que pensar lo que es correcto cada vez que tengas que actuar.

-¿Que esté interiorizado?

-Que venga ya como algo inmediato, desde la educación recibida desde el momento en que hay que enseñar eso, que es el mismo momento del nacimiento, a mi manera de ver. ¿Sabes cómo conducir un coche? Aprendes los conceptos básicos, pero solo al cabo de un tiempo no tienes que preocuparte de cuándo metes primera, segunda...

-Y al principio qué difícil, no puedes ni mirar fuera del coche porque necesitas centrarte en las marchas.

-Exacto. Porque necesitas transformar el cableado de tu propio cerebro, los contactos sinápticos entre las neuronas, y eso requiere, fundamentalmente, el proceso de la atención. Sin atención no hay conocimiento explícito, no me refiero al inconsciente, del que podemos hablar en los niños hasta los 6 años. El cerebro del recién nacido, que no es más que 450 gramos, cambia a los 3 años, a tener un kilo, fabricando aproximadamente 50.000 sinapsis por segundo. ¡De 0 a 3 años se construye todo un mundo!

-¿Qué significa eso?

-El proceso de aprendizaje tiene el correlato del cambio de las conexiones neuronales del cerebro. Y esto requiere tiempo, y especialmente el proceso atencional. Y el proceso atencional solo ocurre cuando hay una implicación emocional. Cuando ves algo y dices: «¡Guau, qué curioso!, ¡qué interesante!».

-Ahí entra la máxima: «Solo se puede aprender aquello que se ama».

-Eso, eso que te rompe la monotonía. Yo pongo el ejemplo de la jirafa. Digo: «¿Qué ocurriría si de repente aparece aquí en el estrado, donde estoy yo, una jirafa? ¿Seguirían prestándome atención? La jirafa rompería los esquemas de la monotonía. Esto es la curiosidad. ¡Maestro, enseña curioso lo que tengas que enseñar, abre los ojos del niño! Se acabó el tiempo medieval de la vara de abedul. Se acabó el tiempo del castigo.

-Hay otras formas de maleducar...

-Hay que cambiar el paradigma de la pedagogía del castigo por la pedagogía de la alegría, que se logra siempre convirtiendo lo soso en interesante. Esta es la reeducación que necesita el magisterio.

-¿Deben también enseñarnos a amar lo que debemos, y es deseable, saber?

-Claro. Ahora se están dando cuenta con la neuroeducación de que el sustrato de ese «ama lo que aprendes» es la emoción. La curiosidad es el primer chispazo emocional. Sabemos que el componente emocional es el que mejor graba en memoria (en memoria persistente) todo lo que tenemos que aprender.

-¿Esto nos ayuda a entender por qué nos acordamos más de los días normales o de rasgos anecdóticos de las personas que de lo general, o lo «oficialmente» importante?

-Lo más impactante en tu vida, lo que primero recuerdas, es lo que te ha sorprendido, emocionado, lo auténtico. ¿Por qué? Porque ha tenido ese impacto de algo que llevamos en nosotros, como mamíferos, desde hace 250 millones de años. Aristóteles estaba equivocado cuando fundamentó la mente humana en la razón. ¡Error! Sin emoción no hay razón, sin ese calor, no hay coherencia y se toman decisiones erróneas.

-¿No hay que depurar la emoción, desbrozar la visceralidad? Nos vemos a veces dominados por la emoción.

-Efectivamente, claro. Pero hay que saber que solo tenemos sentido en coordinación con otros. Somos gregarios. El norte en esta crisis deben ser los demás.

-El COVID se ha cebado, entre otros, con los países mediterráneos. ¿Somos responsables de esta situación?

-Naturalmente, que no te quepa duda. Aquí entra además esa emoción negativa e inevitable, el miedo...

-Es una manifestación emocional el hecho de que salgamos a aplaudir, pero también lo es el increpar a un vecino desde la ventana, ¿no? ¿La emoción tiene una cara amenazante?

-Por supuesto. Son todo reacciones inconscientes y profundamente primarias. Imagínate que en una clase entra alguien con un cuchillo... Hay tres procesos: el primero y primario es salir corriendo. El segundo, tratar de esconderte, y el tercero, de muy pocos, abalanzarte sobre el depredador y matarlo tú a él.

-Otra cosa son los sentimientos.

-Ningún bicho, ningún animal, tiene sentimiento, bien entendido.

-¿No es eso discutible?

-El sentimiento, por definición, es el ser consciente de una emoción. Ningún animal sabe que tiene miedo. La respuesta de esa gente que amenaza, o pone en su portal carteles amenazantes a un vecino que es médico o empleado de supermercado, tiene que ver con lo que se ha recibido como educación en forma de valores y hábitos éticos. El sentimiento se puede modular por la educación, y adecuarse a la sociedad. Por eso, digo que el maestro debe ser la joya de la corona de un país. Porque los primeros pasos desde los 0 a los 6 años son decisivos. Bueno, primero, todo lo que un niño aprende de 0 a 3 años es inconsciente, no hay memoria explícita. Por eso si hay abusos que hayan podido sufrir no los recuerdan, aunque les marquen. Hasta el miedo a la oscuridad es modulable por la educación. Si entras de la mano con tu hija en lugares oscuros lo más probable es que no tenga miedo a la oscuridad.

-¿Es tan diferente la cultura, la educación, en España de la de otros países?

-Que no haya educación, cultura, explica que tengamos ciudadanos deshonestos. Necesitamos gente honesta, con un sello que lo tienes en tus narices en cualquier otra sociedad angloamericana, me refiero a las fundaciones. Yo, quizá por mi parte de educación británica, soy alguien que cumple la ley, porque no puedo evitarlo. Esto significa que, si el Gobierno, en el que confío... o debería confiar, me dice «no salgas», no salgo. Gracias también, evidentemente, a que puedo hacer pedidos que me traen. Cumplo porque ese es el bien de todos, el bien común. Aquí en España encuentras personajes que salen tranquilamente a la calle como si no fuese con ellos... ¡Sabe Dios la educación ética que han tenido!

-¿Somos entonces más irresponsables que nuestros líderes políticos?

-Bueno... si tu respuesta como ciudadano no es correcta para la situación, si no cumples la ley, sí, eres irresponsable. También me refiero a actitudes y comportamientos como los que puedes ver en el bus, gente joven que ocupa asientos previstos para mayores, que están señalizados con el bastoncito. Casi ningún mayor te diría: «Levántate, estudiante, que ese asiento es para mí». Algunos me dicen: «Voy atento, si entra un anciano me levanto». No, porque la norma es esta, ese asiento no es para ti. Y violentarás al anciano. Esto demuestra la falta de un sustrato ético sólido.

-Quizá nos falta respeto hacia ellos, pero en España la red familiar es fuerte, necesitamos a nuestros mayores...

-Sí. Sin embargo, se consideró limitar el acceso de los mayores de 80 años a los respiradores en esta crisis. ¿Quién puede arrogarse ese sentimiento de Dios para decidir quién muere y quién no? Se rectifica, pero como si nada... Parece que se vaya improvisando. Hay que tener una formación muy sólida para dirigir bien.

-El problema viene cuando uno ve que quienes le dirigen no están mejor preparados que él. Cuesta obedecer a quienes no se reconoce como autoridad.

-Sí, a mí me viene a la cabeza Winston Churchill, con todos los defectos que quieras, pero con esa seguridad para conducirse en la Segunda Guerra Mundial. Mira aquí, en cambio, el Gobierno, que no se ponen de acuerdo. Les sale enseguida esa emocionalidad simple de que tú no sabes, pero yo sí sé... ¡yo!

-¿El ego?

-Lucha de egos, y eso si me apuras lo podemos llevar a la individualidad de cada uno de los mediterráneos. Por eso, cuando no hay el tono emocional que lleva las palabras como barquitos hacia su destino, mejor cállate, escucha, mira.

-Es momento de reflexionar sobre el modelo social, porque habrá cambios.

-Sí. En esta crisis es esencial la protección de los mayores. El mundo va a cambiar, por la prolongación que esto está teniendo y va a tener, y el sustrato de todo ello es el sustrato de inseguridad y miedo, la visión de que el otro puede suponer daño. El miedo es el gran fantasma que cubre todas las culturas del mundo. El miedo es una alerta, pero no solo hoy. El más grave de los miedos es el propiamente humano, el miedo a tus congéneres.

-¿Cómo valoramos esa polémica propuesta de aprobado general para cerrar este curso?

-Ya ves que hay comunidades que se han manifestado en contra. Aquí lo que hay que hacer es lo que nunca hacemos, hablar. ¿Qué consecuencias puede tener? De 0 a 6 años, ninguna, porque el universo para el niño es el juego.