Alba Galocha: «Estoy valorando más lo que me hace feliz»

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La actriz de «Néboa» está disfrutando de pequeños placeres caseros que el ritmo de vida impedía disfrutar

20 abr 2020 . Actualizado a las 00:06 h.

Es casera, en condiciones normales ya le cuesta salir a la calle, así que la cuarentena no está siendo un problema para ella. «Acostumbrada a viajar tanto, me costó varios años llegar a sentir un hogar. Ahora que ya llevo cuatro años en esta casa, me gusta mucho estar en ella, quedar con mis amigas aquí, en vez de salir. La verdad es que toda mi familia es de estar en casa, creo que mi madre es la menos casera de todos», señala la actriz gallega Alba Galocha que reside en Madrid.

Es muy inquieta y creativa, y en esa necesidad constante de expresión, ha encontrado en la costura una gran aliada. También el yoga, la lectura y la cocina, que no le hacía mucha gracia, le están sirviendo para pasar las horas. «Nunca me había gustado mucho -confiesa-, siempre me había dado pereza, y estos días me ayuda a perder un poco de tiempo». Mucho no le sobra, porque incluso ha tenido que preparar un par de pruebas desde casa, algo que le ha aportado una motivación extra en estas circunstancias. «Quieras que no, te da un poco de luz saber que cuando salgamos se va a seguir trabajando. A ver, es otra fórmula, son diferentes, pero estoy aprendiendo otras cosas. Me tengo que grabar yo, y la réplica me la da mi chico», señala.

La actriz de Néboa está disfrutando de los pequeños placeres que uno puede darse dentro de cuatro paredes y que el ritmo de vida, a veces, no permite reparar en ellos. «Estos días he podido parar y valorar, y siendo una persona como soy tan casera, digo por qué cuando no estoy viajando siempre busco una excusa para hacerlo, visitar a una amiga, ir a no se dónde... Realmente no necesitas ese entretenimiento de andar viajando, porque descubres que estar con las plantas, guardar y ordenar también te da gustera. Estoy valorando más las cosas que me hacen feliz, y son cosas que están muy a mano», señala Alba, que aunque no es mucho de teléfono, estos días está tirando de videollamada para seguir en contacto con los suyos. «El otro día -dice- acabamos cenando los tres hermanos por Skype, algo que nunca se nos habría ocurrido».

Lo primero que hará, cuando recuperemos la normalidad, será bajar a la plaza a tomar unas birras e ir al estudio a por la máquina de coser. Aunque lo que peor lleva es pensar que cuando «pase todo no voy a poder ir a ver los abuelos, que están en Meira, y darles un abrazo como si no pasase nada». Desde aquí se lo mandamos.