Mónica Forteza, con distrofia muscular: «La condena no es la silla, sino la falta de ilusión»

La Voz

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MARCOS MÍGUEZ

21 oct 2019 . Actualizado a las 10:30 h.

Su sonrisa tiene la chispa de una travesura infantil y el fondo de un maratón vital. Mónica Forteza, con una distrofia muscular por la que lleva 19 en silla de ruedas, es una corredora de fondo de 46 años. Y lo tiene claro: «La condena no es estar en una silla de ruedas, lo son el sedentarismo y la falta de ilusión. Pero tus opciones no dependen solo de tu actitud». Psicóloga por la UNED, Mónica trabaja de la mañana a la noche por su autonomía. «Es mi principal trabajo», subraya quien encuentra en el agua un medio a la medida de su alegría. «Si llevo 18 años haciendo natación es gracias a un equipo técnico y humano», valora Mónica. «Estar en el agua me recuerda que mi cuerpo puede moverse de forma maravillosa», explica. Mónica tiene una asistente personal y una actitud que ha vencido 35 años de criterios dispares. «Hubo médicos que me desaconsejaron el ejercicio, y otros que me recomendaron el aeróbico suave. Elegí intentarlo», dice.

 La asignatura pendiente es, según ella, el transporte: «No me refiero al urbano. Si quiero ir a Vilagarcía con Renfe debo avisar con 48 horas de antelación. Estamos en la antesala de la accesibilidad universal», asegura. Otro frente es el de los estereotipos que asocian la discapacidad a la debilidad, la soledad o la carencia de vida social o sexual. Ella ha vivido el paternalismo en el trabajo de diversas formas, dice. «Ser mujer y discapacitada, doble discriminación», señala.

Mónica tampoco pasa por alto «el olvido y abandono sanitario en programas de fisioterapia de mantenimiento» para personas con enfermedades raras. «Estamos en una especie de limbo», plantea.

Sus amigos, que han resistido a los años, no fallan. Becky, su perra de asistencia, tampoco. «Becky y yo somos un equipo. ¿A qué me ayuda? A tener paciencia. Si tengo prisa y cojo la carpeta, el gorro y el bolso, y todo se cae, tengo que elegir. Y ella moviendo el rabo me dice: ‘¡Estoy aquí para cogerlo! Cualquier imprevisto con ella se convierte en un juego».

¿Cuál es la clave? «No mirar atrás ni pensar en futuros inciertos. Yo siempre digo: ‘Con lo que tengas en la nevera intenta hacerte el mejor bocadillo’. El día está lleno, llenito de oportunidades».