Santiago Segura: «A mi hija Sirena quise ponerle Salsa, pero no me dejaron»

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«Padre no hay más que uno» es la comedia que estrenó ayer en cines, aunque a Santiago Segura le tiraba su madre: «Yo no me cortaba un pelo, decía que quería más a mamá». Ahora las que lo tienen loco son sus hijas, las mejores compañeras de rodaje

04 ago 2019 . Actualizado a las 13:08 h.

Si algo le preocupaba a Santiago Segura antes de empezar a rodar era que los coproductores no viesen en sus niñas a las mismas actrices que él creía tener delante. «Yo no soy objetivo, a mí se me cae la baba, por eso les enseñé a ellos el casting», asegura. No hizo falta más para que Calma y Sirena pasasen a formar parte del elenco de una comedia familiar, la primera para él, en la que Segura es un padre desastre que de pronto se tiene que ocupar de todo: «Es que en casa no hay que ayudar. Tú tienes que hacer las cosas del hogar en la parte que te corresponde, que es el 50 % si sois dos». Y dice que lo cumple.

-Por fin de persona normal.

-Sí, es sorprendente, pero al fin lo he conseguido.

-¿Estarás madurando?

-No, tampoco te creas. Era una asignatura pendiente. Si haces de una persona que cojea, que tiene un acento raro, que tiene unos dientes así torcidos... Eso son muletas para el actor. Y siempre he pensado que lo más difícil en cine es hacer de una persona más o menos normal. Sobre todo porque, ¿quién es normal? ¿Qué es la normalidad? Es un padre muy despistado y es un poco cuñao, porque es el clásico que le dice a su mujer: «Es que no te organizas», «no te pongas nerviosa», «te ahogas en un vaso de agua»… Ese tipo de cosas que irritan tanto a la gente.

-Alguna vez has dicho que en esa actitud no ves maldad, sino ignorancia.

-Sí, no creo que sea una cuestión de crueldad psicológica. Es como cuando ves que alguien se acaba de caer de la bici y le dices: «¡Es que no vas bien!». Y le explicas cómo tendría que haber llevado el manillar, le dices que no ha puesto bien las manos… Pero él lo que quiere es que le ayudes a levantarse, no que le cuentes tus teorías y disertaciones sobre cómo manejar ciclomotores.

-Muchos dicen: «Yo ayudo en casa», en lugar de hacer la parte que les corresponde. Imagino por la peli que tú haces algo más que ayudar.

-Muy bien, me gusta que lo imagines, ¡ja, ja! No, es verdad, es lo que dices tú, no hay que ayudar. ¿Qué coño ayudar? Tú tienes que hacer las cosas del hogar en la parte que te corresponde, que es el 50 % si sois dos. No es decir: «Es que te he ayudado en todo lo que he podido». No, no, tú lo que tienes que hacer es tu parte. Y no estás ayudando a nadie, te estás ayudando a ti mismo porque la casa es de todos.

-¿Y cómo lo recuerdas en tu casa?

-En mi casa había el modelo de antes. Mi madre era ama de casa y mi padre trabajaba. Él era el proveedor al que había que respetar, el que llegaba y se le ponían las zapatillas. Y yo decía: «Pero si mi madre está currando también aquí, gestionando la casa y a las dos bestias que éramos mi hermano y yo. Ese es un trabajo no remunerado y que no se valora lo suficiente. Pero es que ahora aún encima han cambiado las cosas y las madres se encargan de eso y de un trabajo fuera de casa, por lo que es absurdo que no se haga al 50 %.

-Padre no hay más que uno, pero por lo que dices me da que tú eras más de tu madre.

-Yo era un niño que no me cortaba un pelo. A mí me preguntabas: «¿A quién quieres más, a papá o a mamá?». Y decía: «A mamá». No tenía ninguna duda. Mi padre me caía muy bien y le quería mucho, pero es que mi madre era la bomba. Y creo que mi padre me entendía, porque me parece que él también quería más a mi madre que a nosotros, ja, ja. Era maravillosa.

-¿Y el rodaje con Calma y Sirena?

-Lo de Calma y Sirena ha sido un sueño para mí porque las adoro, se me cae la baba constantemente, soy un padre de esos enamorados de sus hijas, así que trabajar con ellas es un chollo. Me estoy mal acostumbrando, ya te digo.

-¿Pero cómo se les puede hacer un «casting» a tus hijas y ser objetivo?

-Yo se lo dije a la coproductora: «Mira, yo no soy objetivo». Yo soy el típico de: «Ay mis hijas qué monas, que simpáticas». Claro, soy el padre. Por eso se lo enseñé al resto de los responsables de la producción, para no cometer ese error de nepotismo que tampoco me gusta ver. Pero resultó que para los papeles que había escrito eran perfectas.

-¿Y si llegan a decir Calma sí y Sirena no, por ejemplo?

-Pues eso sí que me hubiera creado un conflicto bastante grave. De hecho, no voy a decirlo porque se me mosquea, pero para una había otra opción, había más dudas, y ahí sí que me empecé a agobiar porque dije: «Madre mía, como cojan a una sí y a otra no...».

-¿Qué te dijeron en el cole?

-A la pequeña me dijeron que no se lo aconsejaban, porque iba un poquito mal al ser de diciembre. Y yo miré a la profesora como diciendo: «A ver, señora, que yo se lo digo para que me dé los deberes que tenga que hacer y que me recomiende un buen tutor o lo que sea, no le estoy preguntando». En España hasta los 6 años no tienen que estar escolarizados, y la niña tiene 5. En un momento dado me agobié, pero era solo un mes fuera de clase en una niña de 5 años. Y además le dije: «Mira, si no me pareciera un regalo la disciplina que adquiere en un rodaje, que tiene que aprender cosas, relacionarse con un montón de adultos y con los otros niños...». Ahora pienso en el error que hubiera sido por mi parte que no hubiese hecho la peli por hacer caso a esta señora.

-¿Por qué Calma y Sirena?

-Los nombre son, yo creo, por mi obsesión de que no me recordaran a ninguna compañera de clase, a ninguna actriz, a ninguna exnovia… Ahora digo Calma, y es mi hija. Aunque reconozco que a Sirena no me dejaron ponerle otro nombre que se me había ocurrido, que era Salsa. Y yo creo que hubiera acertado totalmente, porque sin verlas Calma es Calma, y Salsa hubiera sido Salsa, porque es un demonio, la clásica niña gamberra. El famoso trasto.

-La que se parece al padre, ¿no?

-No, si a mí se parece más Calma porque yo soy muy responsable, muy ordenadito y tal… ja, ja.

-Fuiste a «Sábado Deluxe». Sigues demostrando que tú lo das todo por la promoción, complejos cero.

-Es que tú puedes hacer la mejor película de tu vida que si no se entera la gente de que se estrena, te comes un colín. Yo por eso estoy obsesionado, aunque esté encantando la película en pases previos, porque si no se entera la gente que está en las playas y en las terrazas, y no van a verla…

-Sí, pero hay quien selecciona a esa gente que quiere como público. Tú no discriminas en ese sentido.

-No, no, por supuesto que no. Ya te digo que como hay tantas Españas, yo quiero anunciarle a toda España que esta es mi comedia familiar y que es divertida. Luego la película encuentra su público, pero eso de: «No, es que esto va dirigido a...».

-Ahora los niños se enfrascan en el móvil y en la «tablet». Antes no había, lo tuyo eran los cómics.

-Sí, yo era un niño al que le encantaba jugar con mis muñecos, leer mis tebeos o mis cómics. Tenía un universo propio ahí.

-Aunque a veces lo rompían. El «bullying» siempre ha estado ahí, y tú lo sufriste. ¿Cómo lo llevas como padre?

-Tú lo has dicho, es algo difícil de erradicar porque la crueldad es inherente al ser humano. Cómo lograremos algún día que los niños no sean cabrones y le digan al otro tetudo, orejas de soplillo, gordo gafas… lo veo tan complejo. Yo creo que los padres, en la medida de lo posible, no queremos que a nuestras hijas las acosen ni que sean acosadoras. Es importante que los padres estén concienciados también.

-A ti te daban consejos opuestos. Tu madre te decía que dialogases y tu padre que les dieras un buen golpe. Y al final elegiste el de tu padre.

-Ja, ja. Bueno, yo tomé el de mi madre durante meses. Lo que pasa es que luego dije: «Voy a hacer caso a este hombre». Y no sería lo que yo recomendaría, pero la verdad es que funcionó, ¡ja, ja! Aunque ahora me parece una cosa un poco salvaje. Pero es que a veces sí que es verdad que hasta que no te plantas, te están chuleando. Es tan difícil…

-Ahora estás tú del otro lado.

-Sí, y lecciones de paternidad no te da nadie. Te encuentras un poco perdido. Es como las lecciones de vida, cómo enfrentarte a la vejez, a la muerte, a la paternidad… Pues tienes que ir dando palos de ciego intentando hacerlo lo mejor posible con cariño, sentido común y lógica.