«La llamé África por mi padre»

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Marcos Míguez

20 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Lleva África en la sangre. Su padre es de Senegal y ella es mitad africana y mitad gallega. Tanto que lleva tatuado en su brazo izquierdo el mapa de África con la Torre de Hércules. Awa Pulleiro Coulibaly y su marido, Breogán Blanco González, son padres de una niña de 18 meses y, como no podía ser de otra forma, en su nombre su madre plasmó su amor por el continente africano.

«Tenía clarísimo que cuando tuviera una hija la llamaría África por mis raíces por parte de padre. Quería que la niña tuviera un nombre significativo de su continente, y él encantado, claro», explica Awa. «En el caso de que hubiera sido niño le habríamos puesto un nombre gallego. Ahora hay muchas niñas que se llaman África, también India o Asia, que también me gusta, pero quería que tuviera un significado», dice.

A la pequeña África su madre le inculca la cultura de su abuelo de muchas formas. «Le pongo música africana y ella feliz, ya baila. También la visto con bubús, los trajes típicos de allá. La intento vincular en todo lo que pueda», dice. Por eso no es de extrañar que la pareja quiera llevar a su hija a conocer el lugar que le da nombre en cuanto puedan. «Me gustaría ir con ella, cuando pueda por tema de vacunas y cuando crezca un poco, para conocer también a sus tíos y a sus primos». Porque Awa tiene a buena parte de su familia en Senegal. «Tengo siete tíos y ellos tienen aproximadamente ocho hijos cada uno. Así que imagínate. Cuando yo fui hace unos cinco años fue un desfase. Allí es tradicional que cuando van visitas les pongan un té y algo de comer, y es una ofensa que lo rechaces. Se lo toman muy en serio. Entonces íbamos de casa en casa y fue muy heavy. Mi marido enfermó, unos amigos que venían con nosotros también, porque iban muy avisados de que no podían rechazarlo, y es todo súper picante. Cuando fui al médico a por medicinas para ellos, porque a mí no me sentó mal, me dijo que yo debía de llevarlo en la sangre», relata Awa.

Tanto que en su boda, en el 2016, no faltó un guiño a África. «Entramos con un grupo de música africano tocando los djembes. Fue brutal», recuerda. Quizá en un futuro su hija le copie la idea.