Esta es la autopista de la mejor tortilla

TONI SILVA / CARLOS CRESPO / MARÍA GARRIDO

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CESAR DELGADO

Ponte en ruta, porque a pie de autopista y de carretera hay locales que sirven este manjar y si el peaje es desviarte un poco siempre merece la pena. Apunta estas direcciones de la AP-9 a la A-6. Te convienen

20 may 2019 . Actualizado a las 00:15 h.

Hay asfaltos que huelen a tortilla. Carreteras que tienen indicaciones invisibles, olfativas, donde conviene bajar la ventanilla y dejarse guiar por la nariz. Porque hay tortillas que dan vida al asfalto. En las vías de alta capacidad, donde los radares afloran porque los conductores siguen locos para que el tiempo le gane al espacio, se han levantado templos culinarios donde conviene que sea el tiempo el derrotado. Porque hay tortillas que nos dan la sensación de haber llegado a la meta.

Paramos en la A-6, en el kilómetro 558 (en el municipio de Coirós, A Coruña). A ambos lados de la vía de alta capacidad leemos el mismo reclamo, Cafestore. En un principio, la palabra queda muy lejos de sugerir alta cocina. Más bien bocadillos, sándwiches, platos combinados o menú del día… alimentos que se sirven a 120 por hora como la carretera que acabamos de dejar. Pero la vida nos suele recompensar cuando caminamos sin prisa, cuando nos sacudimos las preocupaciones y observamos lo que tenemos delante de nuestras narices (otra vez la nariz). Y entonces descubrimos que parar en Cafestore y no tomar su tortilla es como pasar por A Pedra de Vigo sin tocar las ostras, o atravesar la comarca del Ribeiro bebiendo exclusivamente agua.

Esta tortilla que aquí se elabora tiene buena parte de la culpa de que Cafestore haya sido elegido como uno de los mejores restaurantes de carretera de España por parte de una plataforma de profesionales del camión, Convey Transport. Ya saben, donde se acumulan los camiones aparcados está le mejor comida al mejor precio (los camioneros son nuestros sherpas para llenar la tripa en carretera).

VEINTE AL DÍA

Hay días que en Cafestore, en este Cafestore (la cadena tiene numerosas sedes), se preparan más de 20 tortillas, discos amarillos y con varios centímetros de altura que se comen a velocidad de autovía. «Apostamos por una comida tradicional, en la que también nos alaban nuestro caldo gallego, pero la tortilla es el plato estrella», señala Beatriz López, gerente de este local. Se han popularizado tanto que la mayor parte se consumen en raciones al precio de dos euros, una cantidad que sabe a gratis con el golpe del primer bocado. El coste varía, como en la Bolsa, en función del ingrediente, porque hay para elegir: «Las hacemos con chorizo, jamón y queso, también con pimiento, vamos variando y experimentando».

Hay mucho lucense que va a A Coruña. Y al revés, mucho coruñés que trabaja en Lugo. Y no son pocos los que, lejos de salir con el tiempo justo para llegar a su destino, se van de sus casas con la suficiente antelación para poder detenerse en Cafestore para comer la ración diaria de tortillas. «Muchos ya nos dicen que salen sin desayunar para parar aquí», explica Beatriz. Y hay quien para a la ida y a la vuelta. «Resulta anecdótico cuando el cliente me ve de un lado por la mañana y después, en su camino de regreso, me vuelve a ver en el local de enfrente y se queda desubicado, pensando que se ha metido mal en la autovía, y entonces les aclaro: ‘Tranquilo, que la que cambió de lado fui yo’», dice la gerente.

Después de la tortilla, las redes sociales y los comentarios en los digitales destacan este lugar por el «excelente» trato al cliente. Aunque se ubique en la lejanía de una autovía, los doce empleados tiene como reto tratar a todos los que entran por la puerta como si fuesen el vecino de la esquina que va a tomar su café diario. «Nunca entenderé que se valore la atención porque consideramos que es una obligación tratar al cliente lo mejor posible, desvivirse por él, hacer todo para que esté a gusto», sentencia Beatriz.

-¿Te conté la anécdota de Luis Fonsi?

-¿Luis Fonsi? No

Y entonces la gerente de este restaurante de Coirós relata que el famoso cantante portorriqueño hizo parada hace años en esta estación. Con los miembros de su banda, intercambiaron una agradable conversación con el equipo de camareros. Ese día Fonsi alabó las lentejas. «Por supuesto Fonsi -le dijo una empleada de Cafestore-, porque estas lentejas son como las de la abuela».

Creen que Luis Fonsi, tarde o temprano, volverá al kilómetro 588 de la A-6. Porque aquel día se fue sin probar la tortilla. 

«Aquí la tortilla se desayuna y cuando se acaba, se acabó»

Mónica Irago

Vilagarcía tiene su particular «milla de oro» del motor en la recta de Rubiáns. En ella concurren un buen número de concesionarios, puntos de venta de vehículos de ocasión, gasolineras, autolavados y talleres mecánicos de coches y camiones. Y entre ellos, a orillas de la PO-531, desde hace cuatro décadas, presta un servicio no menos importante O Churrasco de Rubiáns. Son incontables los trabajadores de la zona, y otros muchos a los que pilla de paso, que se detienen cada mañana en este local para, como dice su propietario Juan José García, «cargar las pilas». Es por ello que en atención a su diario desgaste físico en O Churrasco de Rubiáns, «desde siempre» se ha acompañado, a modo de cortesía de la casa, el mañanero café con leche con un pincho de tortilla de patatas en lugar de con el tradicional bizcocho o la pequeña pieza de bollería. «La gente lo agradece mucho más», corroboran.

Pero no solo por el sustento que la tortilla proporciona sino por la calidad que la misma atesora. Muchas son las alabanzas que cada jornada merece la tortilla de O Churrasco y su fama ha trascendido con mucho a quienes trabajan por la zona. Pero eso sí, hay que espabilarse. En la cocina de O Churrasco de Rubiáns se hace un número limitado de tortillas a primera hora de la mañana y «cuando se acaban, se acabó. Ya no se hacen más». Es decir, que nadie pida un pincho de tortilla a mediodía o de tarde porque no será atendido. «No tenemos tortilla de patata en nuestra carta», subraya Juanjo García. «Aun así al cabo del año hacemos muchas más tortillas que muchos bares que la sirven todo el día porque gusta mucho». Pero si la tortilla tiene su fama, el auténtico emblema de la casa, además de las carnes, es su salsa para el churrasco. Se elabora de forma absolutamente artesanal y bajo una receta inamovible desde 1979. Un buen día el responsable del local de Rubiáns pensó que podría resultar interesante la conjunción de ambos productos. Y así nació la tortilla de patata con salsa de churrasco. «Le aporta muchísimos matices. Le da color, mucho aroma, cremosidad y un puntito de picante». La receta es bien sencilla, apunta su creador. «Basta con añadir generosamente la salsa para churrasco en el momento de batir lo huevos, justo antes de mezclarlos con las patatas».

Con o sin salsa, el caso es que para disfrutar de la tortilla de O Churrasco de Rubiáns habrá necesariamente que madrugar.

«Los hay que se meten en la autopista por la tortilla»

Marcos Míguez

No es tan extraño que un gallego del sur enfile la autopista AP-9 para ir a comer tortilla a Betanzos. Pero sí es mucho más excepcional pagar el peaje con el único objetivo de detenerse a medio camino entre Santiago y A Coruña, en el kilómetro 40, para probar la cocina del restaurante Ameixeira, al que se puede acceder desde los dos sentidos del vial. El boca a boca y las buenas críticas de los comensales en las páginas de reputación han provocado que en los últimos tiempos hayan aparecido los primeros comensales que no tenían otro objetivo para adentrarse en la autopista del Atlántico que no fuera el culinario. «No es lo habitual, pero alguno sí se mete solo por probar la tortilla». Las primeras salen de cocina a las ocho de la mañana, y se van haciendo a demanda hasta media tarde. Es un bocado rápido y sabroso, sobre todo cuando se hace, como es el caso, con sartenes de hierro, un par de kilos de patatas y 18 huevos.

Es una de las señas de identidad de este negocio que abrieron en 1984 el padre y el tío de Santi Turiel, que junto a su prima Mariluz Veiras se ha encargado de mantener vivas las llamas de unos fogones donde se preparan a diario callos, pulpo, jarrete o codillo confitado, las estrellas de la carta. La cocina casera es una apuesta segura en Galicia cuando hay buen producto, pero para que algunos clientes paren hasta dos o tres veces por semana tiene que haber algo más. «Intentamos ser muy cercanos y tratar bien a la gente, que ya nos conoce porque van 35 años». La mayoría son comerciales, transportistas o visitadores médicos que hacen su parada habitual para descansar o despejarse. Su presencia es casi una dinámica habitual en este negocio que abre de 6 a 23 horas. Pero a veces entran varios autobuses a la vez y hay que engrasar una maquinaria en la que están implicados 17 empleados. En el menú del día, entre principales y postres, se puede elegir entre 25 opciones, «y como mucho tenemos una demora de diez minutos». Si se recurre a la carta también hay otros platos más elaborados, «las recetas de toda la vida de mi madre y de mi tía». Una familia ordense que tiene un pequeño secreto. Los clientes de la zona que conocen las pistas interiores son capaces de caminar y sentarse a la mesa sin pagar peaje.