Jon Plazaola: «Me alejo bastante del cliché del vasco rudo y frío»

Virginia Madrid

YES

cedida

Se viene arriba ante las negativas, le gustan los desafíos y se confiesa optimista por naturaleza. Es el ingenuo y bonachón Iñaki en «Allí abajo»: «Cuando termina la temporada, me dejo bigote y hago desaparecer las camisas de cuadros de mi armario»

04 may 2019 . Actualizado a las 21:19 h.

Jon Plazaola (Villarreal de Urrechua, Guipúzcoa, 1982) es de los que ven siempre el vaso medio lleno, de los que tiran adelante, por mucho que le cierren una puerta tras otra, porque «los que insisten, los que no se rinden, al final encuentran su oportunidad». Y eso es precisamente lo que le sucedió a este simpático guipuzcoano con su personaje de Iñaki en la serie de Allí abajo: «Esta serie me ha brindado una gran oportunidad. Ha sido un escaparate fantástico». Antes que actor, Plazaola ha trabajado como cómico, presentador y guionista. Este chicarrón del norte es un todoterreno que disfruta metiéndose en mil charcos: «Me encanta salirme de mi zona de confort, porque es la mejor forma de aprender», asegura.

-Con tu personaje de Iñaki en la serie has conocido el éxito y también el reconocimiento profesional. ¿Satisfecho?

-Mucho, muy, muy contento. Pero ahora que se acaba con esta quinta temporada, tengo una sensación agridulce. Estoy alegre y muy orgulloso por todo lo que he vivido y me ha regalado esta serie: los buenos ratos compartidos con el equipo, el cariño del público, la oportunidad que me ha dado a nivel profesional porque ha sido un escaparate fantástico; pero por otro lado, estoy un poco tristón, porque se cierra una etapa.

-Gracias a Iñaki, este mocetón ingenuo y noblote, te has metido al público en el bolsillo. ¿A ti también te ha llegado al corazón?

-¡Claro! A Iñaki es fácil cogerle cariño. Es un tipo entrañable, un buenazo, que no las ve venir, y que ha dejado una huella imborrable en mí. Eso sí, cuando terminaba de grabar, reconozco que me afeitaba, me dejaba bigote y hacía desaparecer las camisas de cuadros de mi armario, con tal de distanciarme del personaje, porque terminaba hasta el moño de él. Eran demasiadas horas al día siendo Iñaki.

-¿Con qué te quedas de él?

-Con su buen corazón, porque por muchas bofetadas que le da la vida, sigue adelante, no se rinde y eso es algo que valoro muchísimo en las personas. Sobre todo dedicándome a la interpretación, pues la carrera de un actor se forja a base de noes y del popular, «ya te llamaremos». Los que insisten, los que no se rinden, al final encuentran su oportunidad.

-¿Tú te has encontrado con muchos noes en tu carrera como actor?

-¡Claro! Unos cuantos, pero forman parte del aprendizaje. He tenido noes como actor, pero también en la vida. Y los que tendrán que venir. Si me hubiese quedado en el primer no que recibí, no habría llegado donde estoy hoy.

-Se te nota muy perseverante.

-Sí. Siempre digo: ‘El que la sigue, la consigue’. Es un poco mi lema. Creo en el trabajo, en el esfuerzo, en darlo todo, en la meritocracia. También es cierto que hay gente que nace con un don, que tiene talento innato y es algo increíble. Pero, como yo no tengo ese don, me centro en aprender. Procuro estar con los ojos y los oídos muy abiertos para sacar todo lo máximo posible de cada proyecto, de los compañeros.

-A propósito de compañeros, tras haber compartido tantas escenas con María León, ya será algo más, ¿no?

-Trabajar con María ha sido un lujo, un regalo fantástico y creo que se transmite el buen rollo que existe entre nosotros. Ya es mi amiga y también mi maestra.

-En esta última temporada, la acción se desarrolla en Andalucía donde Iñaki se va a sentir como pez fuera del agua.

-Pues sí. Y ahí está lo divertido, porque aunque Iñaki sale de su zona de confort, y va a vivir momentos en que se sentirá superado; el tío va tapando goteras como puede y sale adelante.

-¿A ti te gusta salirte de tu zona de confort?

-Sí. Es la única forma de progresar, de aprender y de ponerse a prueba. Me gusta adaptarme a todo tipo de situaciones y con este oficio no te queda otra: rodar en horarios intempestivos, soportar frío, calor, lluvia y recorrer cientos de kilómetros en furgonetas cuando vamos de gira con una obra de teatro. Es indispensable saber adaptarse y tirar adelante.

-¿Tú también tienes cuadrilla?

-Por supuesto. Está formada por mi gente de toda la vida, a la mayoría los conocí en el parvulario. Ellos me arropan, me apoyan, me aconsejan y me recuerdan de dónde vengo. Me encanta ir a mi pueblo, a mis raíces y estar con mi gente, allí me siento fenomenal.

-¿Y qué te toca la fibra?

-La gente. Me cae bien hasta que me demuestra lo contrario. Soy optimista por naturaleza. No me sale ser un tipo negativo ni desconfiado. Eso es algo que he descubierto recorriendo el mundo. Da igual donde vivamos, el idioma que hablemos o la cultura que tengamos, porque todos nos reímos, nos emocionamos y sufrimos pérdidas. Eso es algo que aprendes viajando, te abre la mente y te hace ser más tolerante.

-Algo que seguro aprendiste cuando durante un tiempo, viajar formaba parte de tu trabajo.

-Sí. Cuando hice el programa para la ETB Vascos por Europa aprendí muchísimo a nivel personal. Viajar es como hacer un máster en experiencias personales. Después hice otro programa con el que fuimos a la India y recorrimos Asia, fue impresionante descubrir otros colores, olores, la luz. Fue inolvidable.

-Pareces cercano y emotivo. ¿Lo eres?

-Sí, soy bastante cercano. La verdad es que me distancio bastante del cliché del vasco rudo, frío y distante.

-¿Dónde encuentras tus momentos de felicidad?

-En las pequeñas cosas, en el día a día, en echar ratos junto a los míos, mis amigos y mi familia.

-¿Un objetivo vital?

-Seguir viviendo con entusiasmo cada día. Espero poder alcanzar la madurez sin dejar de tener la ilusión de un niño, seguir teniendo el brillo en los ojos y de vibrar por dentro, ya que de lo contrario uno se va apagando interiormente y se vuelve gris. La vida es maravillosa y hay que aprovecharla al máximo.