«La prueba de oro es cuántos profesores se quedan a comer»

Susana Acosta
SUSANA ACOSTA REDACCIÓN

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Dionisio Gómez, cocinero del CEE Nuestra Señora del Rosario de A Coruña, con Lola, una de las alumnas del centro
Dionisio Gómez, cocinero del CEE Nuestra Señora del Rosario de A Coruña, con Lola, una de las alumnas del centro MARCOS MÍGUEZ

El CEE Nuestra Señora del Rosario, en A Coruña, también se ha sumado al proyecto de comedores ecológicos

27 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Otro de los colegios integrado en el proyecto de comedores ecológicos es el Centro de Educación Especial Nuestra Señora del Rosario de A Coruña. Al frente de la cocina se encuentra Dionisio Gómez. Toda una institución. Él es uno de esos profesionales ante los que hay que quitarse el sombrero por su buen hacer, porque, si hay algo que prima, como en el resto de los colegios que aparecen aquí, es la calidad del producto: «Hay que intentar cambiar, no te puedes encasillar», es la primera frase que suelta para explicar cómo se inició en el mundo ecológico: «Me cogió de refilón. Oí el tema en la red de cocineros que tenemos por WhatsApp y me gustó la idea. Lo que más me atrajo fue la calidad del producto», explica. El colegio, al igual que el Otero Valcárcel, se acaba de iniciar en el proyecto, pero Dionisio ya aclara que el objetivo es dar, en la medida de lo posible, alimentos de temporada ecológicos y lo más cercanos posible: «Es una manera también de reactivar la economía local y del rural. Si le puedo dar ganancia a una familia de aquí al lado, mejor que a una cadena de fuera», dice. Y cuando esto sucede, cuando la comida está hecha con productos ecológicos y de temporada, vaya si lo notan los cerca de sesenta alumnos que todos los días comen en el colegio: «Sí, sí, se nota mucho en el sabor. Además, la prueba de oro es cuántos profesores se quedan a comer en el colegio. Aquí, la gran mayoría», asegura la directora del centro, Noelia López.

En todo este proceso, Dionisio reconoce que hay un período de adaptación y tuvo que introducir cambios: «Hay que reducir las proteínas animales en los primeros platos y potenciar las legumbres locales. Muchas cosas no se hacían antes por falta de conocimiento. Es querer aprender un poco. Por ejemplo, no sabía que muchas lentejas vienen de Estados Unidos o Canadá, y las alubias, de Argentina o Bolivia. Por un poco más, puedes comprar productos que son de aquí», afirma mientras ofrece un bizcocho casero de naranja que ha hecho él para los alumnos y que, dicho sea de paso, está buenísimo. Dionisio también da a probar el segundo plato, paella de salmón y verduras. Y sin palabras: «Quiero seguir con esto. Por ejemplo, me gustaría introducir pasta integral el año que viene y huevos ecológicos con certificado de bienestar animal, pero voy poco a poco porque son muchas cosas. Además, a nivel personal también voy haciendo mis pinitos en esto de la ecología, ahora ya no uso bolsas de congelación de usar y tirar, sino recipientes que puedo volver a utilizar», dice. De repente, interrumpe la conversación Lola (arriba en la imagen), una de las alumnas: «Siempre estuvo bien la comida de Dionisio, pero ahora está mucho mejor», sentencia con una sonrisa de esas que te abrazan el alma.