Si sufres bullying, lee esto

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NO ESTÁS SOLO Protegerse no es de chivatos, sino de valientes, por eso tienes que contarlo. Aunque no lo creas, tu agresor necesita ayuda y te maltrata porque se siente inferior. Abre los ojos y encontrarás la salida

11 mar 2019 . Actualizado a las 08:41 h.

Hace tanto que se ríen de ti que quizás tengas asumido que es normal. Igualmente habrás normalizado las burlas, las amenazas, las collejas. A pesar de ello, apostaría a que la rabia te sigue brotando en forma de lágrimas cada vez que te arrebatan la comida que te prepararon con esmero para el recreo. Y seguramente te sientas culpable. Culpable por no saber evitarlo, por no responder a lo que tus padres esperan de ti. Crees que mereces no tener amigos y que la mejor defensa está en callar y en aislarte.

A estas alturas del texto, o te sientes identificado o te descubres como partícipe de alguna situación de acoso escolar. Lo primero de todo, si eres la víctima, es que entiendas que no eres un bicho raro: «Cambiarán cosas a su alrededor, pero el cambio más importante está en su actitud. ¿Qué puede hacer? Que recuerde que no está solo ni es raro, que todos hemos podido tener una sensación similar o haber sido hostigados en algún momento de nuestra vida. Esto es algo que va casi en la condición humana», asegura la psicóloga infantil Alejandra Dotor, que añade que las consecuencias pueden ser fatales: «Un aislamiento de tal manera que esa persona quiera desaparecer de la faz de la tierra y piense en la idea de quitarse la vida porque cree que no merece estar aquí».

A PALABRAS NECIAS...

Si estás sufriendo esta situación, tienes que evitar al agresor. «Evita a la persona que hostiga y las zonas donde te acorrala. Tienes que pedir ayuda e ir acompañado al baño, al patio o a cualquier sitio. No reacciones, ignóralo. A palabras necias, oídos sordos», incide la experta. Claro que para pedir ayuda primero hay que contarlo, y para contarlo hay que ser consciente de que se está siendo maltratado. Así lo confirma Alberto Arias, delegado de la Unidad de Participación Ciudadana de la Policía Nacional, que tiene entre sus cometidos el Plan Director de Mejora de la Convivencia y Mejora de la Seguridad en los Centros Educativos y sus Entornos. Para ello acude a los colegios a dar charlas desde 5.º de primaria hasta bachillerato, donde da las claves al alumnado para que haga frente al bullying. «Difícilmente se le puede pedir a la víctima que actúe mucho más allá de lo que hace. Se le puede pedir que sea un poco resistente, pero yo creo que esto es lo que se venía haciendo tradicionalmente y no tiene mucho éxito. Que lo cuente. Pero es difícil que lo identifique, porque lo normaliza y a veces piensa que es culpa suya, por eso a veces no lo ve como algo anormal o injusto», señala el inspector, que indica la herramienta para que se denuncien los casos que revistan mayor gravedad es el teléfono 900 018 018.

Claro que lo ideal es detener la violencia en su fase inicial, y en eso Arias dice que tienen mucho que ver los compañeros: «Para los casos más graves está la policía. Pero si se coge una situación de acoso escolar en los primeros momentos, es el propio entorno el que debe reaccionar. Intentamos responsabilizar a los compañeros de que tienen un deber importante, que es actuar rápido y bien. Que busquen apoyo en ellos, y si es necesario en padres, profesores y policía». El agente asegura que no se encuentran nada nuevo en los colegios, sino más bien lo que existió siempre. «La víctima lo es porque presenta una situación de debilidad. Una vez que aumenta el acoso tienden a tener una conducta similar, a marginarse, a aislarse voluntariamente, porque si ve que el entorno no reacciona y no tiene la opción de defenderse, intenta evadirse de ese entorno hostil». El elemento novedoso ahora es el ciberacoso, que es lo que más se encuentran: «La mayor parte de los casos tienen trascendencia en redes sociales, y nosotros les decimos que en Internet también intervengan si detectan acoso, porque pueden reportar estas conductas a la propia red social». Y es que no hay acoso sin alguien que lo tolere. «Es un pilar fundamental el hecho de que haya un entorno que está tolerando que eso suceda. Cuando alguien detecta que las bromas, las collejas y el aislamiento es siempre a la misma persona y no se hace nada, o encima hay risas y comentarios, digamos que es el que está propiciando esa situación», incide Arias, que sitúa la franja de edad clave del bullying entre los 11 y los 14 años.

Para que el bullying sea bullying y no un hecho puntual, tiene que mantenerse en el tiempo y ser intencionado. Y alguien que maltrata de esa forma necesita mucha ayuda: «El que lo sufre que vea que esa persona no tiene nada que ver con él, que se siente inferior y por eso necesita destacar. Quiere sentirse importante porque en alguna área de su vida le menosprecian y no sabe cómo sentirse popular o hacerse ver. Alguien así no está bien, no es feliz ni está equilibrado ni va a desarrollar una autoestima sana. No se encuentra bien y por eso se comporta así. No se le puede tachar de nada, necesita asistencia psicológica y que se hable con los padres». En casa se tienen que limitar a escuchar, sin juzgar: «A veces no lo cuentan porque se sienten avergonzados o culpables y no quieren desilusionar a sus padres o que se les vea débiles, o que reaccionen de forma que se sepa y que eso traiga consecuencias más negativas , porque hay amenazas de ‘como lo digas, te vas a enterar’». La psicóloga insiste también en que el acoso debería ser un tema a debatir de forma normal. «Es fundamental que en casa los padres hablen de qué es el hostigamiento, proponer entre ellos alternativas en familia y preguntarles si lo han visto, porque igual lo han normalizado», explica la psicóloga.

«Hay algo más de concienciación en el sentido de que ahora todo el mundo sabe que hay acoso escolar, cuando no hace tantos años no tenía nombre, aunque existe desde que existe la escuela», zanja el inspector. Ahora todos tenemos la oportunidad de luchar contra él. Y de ser valientes por las víctimas.

4 PASOS A SEGUIR PARA LA VÍCTIMA

1. Cuéntalo cuanto antes

No serás un chivato, sino un valiente. No estás solo. Pide ayuda a tus compañeros, a tus padres y a los profesores sin temer a las amenazas de tu agresor, porque sabrán cómo ayudarte. No te aísles, necesitas compañía.

2. Quítate la culpa

No te mereces lo que te está pasando y tu situación no es normal. No te sientas culpable porque tus padres no se sentirán decepcionados, sino orgullosos de que afrontes esto.

3. Evita al agresor

Evita a la persona que te hostiga y las zonas donde te acorrala. Vete acompañado al baño o al patio. No reacciones ante sus provocaciones, ignóralo y aplica el refrán: A palabras necias, oídos sordos.

4. Compréndelo

La persona que te maltrata necesita ayuda y no tiene nada que ver contigo. Se siente inferior y por eso necesita destacar, porque en algún área de su vida le menosprecian. No está bien y necesita mucha ayuda.