-¿Se las puso todas en antena?
-Sí, las que me dio tiempo. Solo cuando tenían un mensaje político o partidista muy marcado no las podía llevar, no tanto por mí, sino por el programa.
-¿Echa de menos ¡Boom!?
-No. Lo último que desearía es estar en un plató de televisión. Me quedo con las vacas. La primera vez que los vi desde casa fue raro. ‘¡Pero si yo estaba ahí!’, me dije. No me los pierdo ninguna tarde y estoy convencido de que se van a llevar el bote. Tengo fe total y absoluta.
-¿Podría enterarse antes que un espectador normal?
-Digamos que podría tener información privilegiada pero no quiero.
-¿Y a Erundino, Valentín y a Manu no los extraña?
-Después de año y medio juntos, hay una relación de amistad, es lo que más echo de menos. Con los compañeros de Saber y Ganar hacemos quedadas periódicas. Una de las últimas fue en Santiago de Compostela.
-El programa de La 2 fue clave porque antes no se conocían.
-Personalmente, no nos conocíamos. Sabíamos quiénes éramos como concursantes y seguidores del programa. Valentín fue el que tuvo la idea de contactarnos, formar el equipo y presentarnos al casting de ¡Boom! Ese fue el primer premio, que nos escogieran. Me acuerdo que dijimos: ‘A ver si aguantamos unos cuantos programas’. El récord Guinness de permanencia en un concurso en televisión está en los 300. Los Lobos llevan ya más de 420, ahora con Alberto en mi lugar. Yo lo dejé en el 373.
-Valentín tuvo una buena corazonada...
-Ahí lo tienes. Un profesor con dos carreras, doctorado y premio de excelencia dando clases en la universidad por 250 euros.
-¿Es cierto que usted empezó a leer y a escribir solo a los tres años?
-Es lo que decían mi madre, una profesora de escuela portuguesa, y el maestro.
-El portugués lo habla, ¿y el gallego?
-¡Podo botarme a falar galego! [sonríe] Necesitaría estar ahí unos meses porque, aunque me gusta mucho Cunqueiro, un precursor del realismo mágico para mí, siempre lo leí en castellano. Además, Casillas de Flores está muy cerca de las tres localidades extremeñas donde se habla todavía un gallego medieval. ¡Y en cada una tienen una variedad dialectal distinta!
-¿Cómo saben Los Lobos tanto?
-¡Esa es la pregunta del millón! Supongo que se lo debemos a las ganas de saber, a la curiosidad por los misterios del mundo más que por los ruidos de la casa del vecino.
-En alguna pregunta llegó a pensar: ‘¡Pero cómo fallé esto!’
-¡En muchas!
-Demostró tener conocimientos de botánica, fisiología, geografía, deporte, cine, astronomía... ¿Qué estudió?
-Empecé Veterinaria, pero tuve que dejarlo para coger la explotación.
-¿Cómo está el campo en Casillas de Flores?
-Supongo que como en muchas zonas de Galicia: abandonado. Se lo están cargando, lo infravaloramos. La gente tiende a irse a las ciudades y no se por qué, con todo el ruido y la contaminación que hay. En el mundo rural se produce algo tan importante como son los alimentos. Además, aquí hay minifundismo, como en Galicia, y también nos afecta el cambio climático.
-¿El tren en Salamanca está como el de Extremadura?
-Para coger el tren tengo que ir desde Casillas de Flores a Salamanca. Son 123 kilómetros en coche...
-Le pregunto sobre sus fans, ¿quiénes lo impresionaron más?
-Los jóvenes. Me causa mucha satisfacción que me paren por la calle. Eso es porque ven un programa cultural. Puede haber futuro.
-Le están llegando muchas ofertas, ¿abandonará Casillas?
-¡Abandonarlo! Pero si aquí soy feliz.
-Entre los cientos de cartas que recibe, ¿también las hay de amor?
-Ja, ja, ja. Sí, también hay cartas de amor, algunas muy curiosas e inverosímiles
-¿Con proposiciones ‘indecentes’?
-Algunas tienen proposiciones alucinantes y de lo más variopintas.