Jaime Lorente: «En Galicia hubo déficit de marisco por mi culpa»

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Saltó de «La casa de papel» al estrellato. Y aunque seguirá tras la máscara de Denver, este mes hace doblete en la cartelera. «La sombra de la ley», que se estrenó el jueves, nos muestra de nuevo su faceta guerrillera. «A veces me digo: ?Jaime, tienes que pararte a pensar qué tienes de macarra?», confiesa

13 oct 2018 . Actualizado a las 23:29 h.

Su voz, dulce y pausada, contrasta con el carácter de los personajes guerreros con los que está despuntando. Desde el carismático Denver de La casa de papel hasta el macarra de Nano en Élite pasando por León, el jornalero luchador de La sombra de la ley, Jaime Lorente está que se sale y no piensa desaprovechar esta oportunidad que premia una carrera de fondo. Coincidir con Bardem en Todos lo saben ha sido cumplir otro sueño para este currante curtido en el teatro al que ya reconocen por la calle.

-Enhorabuena por este momentazo.

-Muchas gracias. Sí, está siendo un buen momento.

-En «La sombra de la ley» eres León, un jornalero anarquista que lucha a través de la guerra por sus ideas.

-A costa de lo que sea, sí. Es el contrapunto del personaje de Paco Tous, que es Salvador y es quizás el que más se acerca al socialismo. León no, es todo lo contrario. Se ha dado cuenta de que solo a través de la violencia puede cambiar las cosas y está dispuesto a ser muy guerrillero.

-¿Tienes ese punto guerrillero tú, o no tienes nada que ver con él?

-No tengo absolutamente nada que ver. Entiendo la motivación del cambio, pero no estoy a favor de la violencia ni mucho menos. Creo que por muy mal que se hagan las cosas, la violencia nunca va a ser el camino del cambio.

-Y de nuevo junto a Paco Tous.

-Sí, yo estoy encantadísimo, yo haría todos los trabajos del mundo con él. Desde que coincidimos en La casa de papel nos entendimos de maravilla, nos queremos muchísimo y trabajo muy a gusto con él. Me ha enseñado muchísimo.

-Siempre te vemos con personajes de clase obrera que se sacan las castañas del fuego.

-Totalmente, ja, ja. Los papeles siempre son de gente que ha envejecido un poco antes de tiempo quizás. Y yo me lo paso muy bien haciéndolos, creo que tienen un fondo humano muy interesante. Aunque bueno, también tengo ganas de hacer otras cosas que gracias a Dios estoy haciendo ahora.

-Eso también tiene algo en común con Denver, tu personaje de «La casa de papel». Fue una catapulta.

-Sí, eso yo creo que fue LA catapulta, ja, ja. Gracias a La casa de papel ahora mi trabajo se ve y la gente puede contar conmigo para los proyectos. Ha sido la plataforma donde el trabajo de todos ha salido a la luz. Estoy muy agradecido.

-Yo me enganché cuando se emitía en la tele, antes de que llegase a Netflix, y ahora es un auténtico fenómeno. Cómo cambian las cosas cuando lo mismo lo ofreces de diferente manera.

-Totalmente, sí, sí. El plato donde lo sirven te lo cambia y se hace como más apetitoso. Yo creo que el cometido de Netflix de tener la televisión a la carta en el momento que tú quieras y con los capítulos que tú quieras te da una libertad que hace que igual consumas más.

-¿En qué se nota esto de que de repente te estén viendo en todo el mundo?

-Se nota. En lo primero que lo notamos todos fue en las redes sociales, que es el canal de comunicación más directo que tiene el mundo hacia el propio mundo. Ahí fue como el bum, y fue cuando nos dimos cuenta de que eso lo estaba reventando. Y después que, claro, se empieza a hacer eco y la gente te empieza a situar, a colocar. Te empiezan a reconocer, y la vida nos ha cambiado mucho a todos los de La casa de papel, sobre todo la vida más social, a nivel de ocio uno sale y ya no es lo mismo que antes. Pero bueno, creo que es muy positivo porque el trabajo ha gustado, ha llegado a la gente, se ha reconocido y es una parte más del oficio.

-Estás en la tercera temporada, que se está haciendo interminable la espera.

-Sí, se está haciendo interminable para todos, para todos, ja, ja. No puedo no estar.

-Eres Denver, ¿pero qué país o ciudad hubieses elegido tú para bautizarte?

-Pues fíjate, soy incapaz, incapaz, de ponerle otro nombre. Es que ya fue desde el principio, porque cuando leí las separatas, que eran una secuencia y media, ya era Denver. Y me resultó tan extraño y tan basto que después fue como que no podía llamarse de otra forma. No sé, ¿Wisconsin? Es que no le pega, ja, ja.

-Denver es un tío algo macarra, pero de muy buen corazón. En «Élite» vuelven a ponerte de macarra. ¿Lo eres un poco?

-Sí, sí. Yo creo que el de Élite ha sido el trabajo más difícil de personaje que he tenido por eso mismo, porque compartía rango social con Denver, ese macarrismo innato, y me daba un poco de miedo porque cuando uno hace un macarra, pues hace un macarra. Yo quería hacer un macarra muy diferente a Denver. Pero ha sido complicadísimo, porque quería otorgarle el macarrismo, pero en otro sitio diferente. Creo que lo he conseguido, ya verás.

-Dices que no tienes nada que ver con eso, pero algo tienes que tener para que te quede tan logrado.

-Totalmente, pues fíjate que la estética quinqui a mí me fascina, ja, ja. Pero por estética, no por ética. Y después no sé, supongo que tengo que tener algo parecido a eso, porque a nivel emocional y psicológico les entiendo. Por eso creo que los resuelvo medio bien. Pero que conste que también lo he pensado y he dicho: ‘Jaime, tienes que pararte a pensar qué tienes de macarra’.

-Sí, sí, hay algo ahí latente.

-Hay algo, sí. Será la raíz de Murcia, no sé, algo tiene que haber, ja, ja.

-También estás en «Todos lo saben». Menudo reparto, ¿no? ¿Cómo te sentiste con Penélope, Bardem y Darín?

-Eso fue... fue uno de los mayores regalos. Fíjate que tengo muy poquito en la película, pero el aprendizaje... poder estar rodando con esa gente y ver cómo trabajan de primera mano ha sido uno de mis sueños, que ya puedo decir que cumplí.

-Pero Bardem es tu preferido.

-Sí, Bardem, pero sin duda. Te lo digo porque es mi favorito.

-¿Y cómo trabaja esta gente?

-Pues mira, te digo que con un compromiso hacia el oficio brutal, con mucho amor por lo que hacen. Había una energía muy única, de mucho respeto y sin mucho ego. Por ejemplo, a Bardem yo le vi una persona absolutamente normal que estaba muy comprometida con su trabajo, sin creérselo. Entiendo que él sabrá quién es, pero... ¡ja, ja!

-Tú te curtiste en el teatro. ¿Sois de una pasta distinta?

-Bueno, yo creo que el teatro te da cosas que a veces el cine y la televisión no te dan. Sobre todo conocimiento del oficio, del trabajo del actor. Yo siempre he querido hacer teatro, y el cine y la tele se cruzaron. Pero yo soy un friki del teatro.

-Con la pantalla estás viviendo la fama, la popularidad. ¿Cómo es ahora un día en el que sales a tomarte algo o al cine?

-Pues depende del día, hay días que uno se levanta con la cara distinta. Pero en cuanto hay una persona que te reconoce, se crea un poco de bullicio y ya se complica. Es verdad que uno se tiene que parar a pensar en que hace un trabajo público y que una parte del trabajo y que te va en el cargo, es que estés cenando y te pidan una foto.

-¿Se liga más ahora o se asustan?

-Yo creo que al revés, ¿eh? No te puedo decir yo específicamente porque no soy muy fiestero, soy más de ir con mis amigos a cenar o a tomar unas cervezas. No estoy en ambientes de ligoteo muy frecuentemente, pero yo entiendo que será más, ¿no?

-Bueno, no lo sé. A mí no me conocen por la calle.

-¡Ja, ja!

-Corres, pero dices que comes lo que te da la gana. Qué suerte, ¿no?

-Lo que me da la gana y más. De hecho, el verano que grabamos La sombra de la ley ahí en Galicia yo creo que hubo déficit de marisco por mi culpa, ja, ja. Yo como lo que sea, me da igual, amo la comida.

-Estás en racha. ¿Seguirás así?

-Pues es que mi año se llama La casa de papel. Vamos a estar mucho tiempo rodando y estoy absolutamente bloqueado con esto. Es tan brutal el concepto y el guion que en poco tiempo no se puede hacer... eso sí que te lo puedo adelantar.