El Maluma uruguayo se instala en Galicia

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Este simpático y locuaz cantante de 27 años confiesa estar feliz a este lado del Atlántico

12 ago 2018 . Actualizado a las 23:36 h.

e pregunto a mi hija. Dice que Ni la hora, de Ana Guerra y Juan Magán. Hace quince días me había contestado que la canción del verano era La Cintura de Álvaro Soler. Así que deduzco que el asunto no está tan claro este año como el pasado con el Despacito o hace casi dos décadas con Mayonesa, aquella del bate que bate que hizo famoso al grupo uruguayo Chocolate latino. Pues uno de los integrantes de la última etapa de esta banda, Diego Salomé, quiere triunfar aquí. Sueña con ser un Luis Fonsi o Maluma, con el que se le compara.

Este simpático y locuaz cantante de 27 años sonríe con lo del sobrenombre del Maluma uruguayo. «Estuvimos en Medellín, precisamente, grabando con uno de los productores de Maluma, y las sensaciones fueron muy buenas», destaca. Lleva tres meses en Galicia y en otoño espera que el trabajo previo que está llevando a cabo dé sus frutos. «Ya tengo tres discos de cumbias, pero ahora cambié al reguetón. Hay varias posibilidades con grandes sellos y esperamos que en septiembre u octubre podamos hacer el lanzamiento», avanza Diego, que ya disfruta de cierto éxito en redes. Por ejemplo, el vídeo de la canción Te vas ya casi alcanza los tres millones de reproducciones en Youtube. «Sí, y en Instagram tengo bastantes seguidores, pero ahora hay que refrendarlo con más canciones y conciertos», analiza. La canción de este verano no está clara. La del próximo podría ser una del Maluma uruguayo instalado en Galicia. «Me vine para este lado del mundo y estoy feliz», sentencia.

CON LOQUILLO AL LADO DEL MAR

El Season Fest de Nigrán es uno de los innumerables festivales que en los últimos años nacieron en Galicia. Me llamó la atención su ecléctico cartel con Café Quijano, Dyango o Loquillo, como nombres más importantes, junto a otros más de aquí, como mis amigos Los Árboles o los Chelsea Boots. Recuerdo haber ido al concierto de presentación de estos últimos cuando eran un grupo de amigos del colegio que se hacían llamar Sin blanca. Después se fueron a estudiar a Madrid y ahí siguen. Fueron teloneros de Loquillo, pero no llegué a tiempo a su actuación. Como ya era tarde y solo faltaban por sonar los grandes clásicos del rockero catalán, los porteros nos dejaron pasar sin necesidad de entrada. No había demasiado público a pesar de la magnífica temperatura, la aparente buena organización y el supuesto tirón de Loquillo. Escuché los primeros acordes de Siempre quise ir a L. A. y me vinieron a la cabeza cantidad de veranos vividos y la imagen de Begoña, que nos dejó solitarios como el Cadillac.

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