Paula Vázquez: «He salido al mundo y me ha encantado»

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La gallega tiene «Fama» para rato, confía en que va a funcionar muy bien porque el público está cansado de sensacionalismos. Ella un día se cansó de estar en una burbuja, y salió. «Cuando no estuve en la tele toqué el suelo»

17 mar 2018 . Actualizado a las 09:20 h.

No solo regresa con Fama a bailar en Movistar+, que hace diez años le dio muchas alegrías, sino que lo hace con lo que más le gusta: el entretenimiento puro y duro. La gallega ha estado un tiempo retirada de la televisión, primero porque Paolo Vasile prescindió de ella, después porque no le ofrecían nada de su gusto y, finalmente, por decisión personal. Durante este tiempo se compró una finca en Pantín, donde espera construirse una «casiña» al lado de sus padres.

-Hay una pista de baile y ahí aparece Paula Vázquez.

-[Risas]. El estreno fue muy emocionante, fue un día de reencuentros porque diez años después volvemos a ser el mismo equipo. En estos diez años, el baile, la danza, ha evolucionado muchísimo, por eso casi todos los alumnos tienen su propia compañía, vienen de innovar, de hacer cosas alrededor del mundo, y se nota muchísimo. Son jóvenes de entre 18 y 25 años muy preparados. Nos dicen que decidieron que iban a ser bailarines porque veían Fama con diez años. Los chicos, sobre todo, pudieron decirles a los padres: «Yo quiero que esta sea mi profesión». Hasta entonces no estaba bien visto. Hace diez años rompimos estereotipos, y ahora estamos recogiendo lo cosechado.

-¿Qué nos pasa? Últimamente todo lo que sea cantar y bailar...

-El público ya se ha cansado de sensacionalismos y de un entretenimiento muy amarillista, y de nuevo vuelven a apostar por talent shows, donde los valores que se transmiten son el esfuerzo, el trabajo, el éxito... Yo echaba de menos esta tele también.

-¿Qué tiene «Fama» que nunca dices no?

-Por un lado que lo hace Zeppelin, con los que llevo más de veinte años, y después que el formato ya en su momento me dio muchas alegrías. Ya dije que es como si el amor de tu vida vuelve a llamar a tu puerta.

-¿Tanto?

-Sí, porque esos tres años que duró Fama los recuerdo de buenos ratos, hacíamos una tele pequeñita, pero nos llevábamos unos alegrones con las audiencias. Marcó una fórmula diferente en la televisión.

-Regresa en un momento diferente.

-Sí, la gente, sobre todo joven, consume desde otras plataformas. Ya no ven tanto la pantalla en casa, sino desde las tablets, móvil, ordenador... Por eso tenemos las 24 horas, el canal de YouTube para poder seguir el día a día. Todo esto viene de Operación Triunfo, que lo ha puesto de moda y les ha funcionado muy bien, nosotros aprendemos y nos unimos a ese ciclón.

-Ya sé que tienes un menisco roto y que no estás para muchos trotes, pero obviando este percance... ¿eres muy bailonga?

-Yo con el 1,2,3, empecé bailando, pero no tengo talento. Pero a echar unos bailes en una fiesta sí que me animo, de hecho detrás de las cámaras me lo bailo todo.

-Tus declaraciones sobre el acoso en las redes con Évole fueron tremendas.

-Yo he notado en las redes que ha cambiado mucho el tono desde ese día, aunque sigue habiendo trolls y gentuza, que de repente haces un estreno y lo único que te ponen es: «Ay, ¿qué te has hecho en la cara?», que te dan ganas de decirle: «Pues lo que me da la gana, es mi cara». Primero, no me he hecho nada, y el titular debería ser que estoy trabajando, no lo que me he hecho en la cara. A los presentadores que se ponen bótox, que se rellenan... no les sacan estos titulares machistas. Pues ahora cuando recibes un feedback de ese tipo, salen seis o siete defendiéndote. Muchos porque han visto lo de Évole y se dan cuenta de que no es justo que se escondan detrás de un perfil falso, porque ahí se crecen.

-Es importante que lo hagáis público.

-Sí, yo cuando me dicen alguna barbaridad lo cuelgo, e incluso pido ayuda o etiqueto a los cuerpos del Estado para ver si pueden hacer algo. Pero hasta ahora nunca he recibido respuesta, a pesar de que ahora dicen que han detenido a una persona que está detrás de esos comentarios. Eso es algo que ha filtrado la Guardia Civil y no es cierto. Están hablando de alguien a quien denuncié hace un año, pero es que no es la misma persona de la que hablé con Évole. Están siendo unos oportunistas, han sacando la noticia justo el día de la presentación de Fama. Me duele mucho porque he estado esperando un año a que hicieran algo, y no lo han hecho hasta ahora.

-A la persona que te referías en «Salvados» no la han detenido.

-No, ni la detendrán porque quité la denuncia.

-¿Lo has pasado muy mal?

-Duele cuando hacen estas cosas, ofende, humilla, no es justo. Además no se dan cuenta de que yo estaba quejándome de que tanto patriota, tanta banderita... Y cuando Galicia estaba ardiendo, ¿dónde estaba toda esa gente que se subió a los autobuses en menos de 24 horas para ir a humillar a los catalanes? ¿Dónde estaban para defender Galicia e ir con los cubos de agua?

-Te enfrentas a todos. Les contestas.

-Sí, sí, es que se lo merecen ¡qué leches! Lo sorprendente es que muchos de ellos, que son muy valientes de cara al público, luego por detrás no lo son tanto. Tengo pantallazos guardados, incluso de directores de periódicos con los que me he metido por algún titular supermachista, que luego en privado me piden hasta una reunión para hacer un perfil feminista en su periódico. Una de las cosas a las que tenemos que perder el miedo las mujeres es a que nos digan eso de: «Ay, qué agresiva, qué carácter», porque si ellos lo hacen nadie se atreve a decirles eso.

-Antes nos tuviste unos años un poquito abandonados. ¿Necesitabas desconectar?

-No. Prescindieron de mí en Fama en aquel momento, luego estuve en Antena 3, donde trabajé 13 días en dos años, y luego me aparecieron ofertas en Telecinco que no me apetecía hacer, porque es un tipo de televisión que yo no sé hacer ni quiero hacer. A partir de ahí fue elegido, al principio no, porque donde yo quería estar me echaron, porque apareció Paolo Vasile, compró Cuatro y prescindió de mí. Yo tengo muy claro desde que empecé que no voy a usar mi atril para humillar a nadie.

-¿Qué has hecho este tiempo? ¿Aprendiste a cocinar?

-A cocinar no he aprendido [risas]. Tuve tiempo para comprarme unos terrenos en Galicia, ahí al lado de casa de mis padres, y hacerme una casiña.

-¿Volverás?

-Sí, claro que volveré. Yo me retiraré ahí. El trabajo me manda a Vietnam, a la Patagonia... al final da igual donde esté viviendo, y yo quiero volver a Pantín que es mi aldea. Estos años también me han servido para salir de mi burbuja de cristal, porque al final una se piensa que está en el mundo, pero desde los 17 años no había salido de los platós. No salgo por las noches para no tener mala cara al día siguiente, para no estropearme la voz y al final mi vida social estaba limitada a mi entorno. He salido al mundo y me ha encantado, porque hasta me intimidaba estar en lugares donde había mucha gente, me sentía observada, no sabía muy bien cómo llevar la popularidad y reaccionar a eso. Ahora, sin embargo, el otro día en la manifestación me sentía supercómoda. Estos años me han servido para tocar un poco el suelo.

-La última vez que hablamos tenías algo pendiente: ser madre. ¿Cómo va? ¿Congelaste los óvulos? Ahora está en auge.

-Me alegro muchísimo de que se esté concienciando la gente, yo aprendí mucho al hacerlo. Al final hay una realidad social y es que nosotras tenemos que ir posponiendo nuestra maternidad si queremos tener una carrera estable. Yo los congelé, tenía 38 años, ahora tengo 43 y todavía no me han entrado esas ganas tremendas de ser madre, pero creo que tarde o temprano me llegarán. De momento, mientras la salud me acompañe voy a esperar un poquito más, y sigue siendo una ilusión. Igual tarde o temprano doy una noticia, pero será cuando tenga la casa de Pantín terminada.

-¿Para que crezcan allí?

-Tengo la necesidad de hacer un nido. Aquí en Madrid vivo bien en una zona muy chula, pero me sigo sintiendo una extranjera, a pesar de que llevo 20 años. Hasta que no termine mi casiña creo que no empezaré a pensarlo.

-La tierriña tira...

-Mucho, y yo si tengo hijos me gustaría que huelan ese campo, ese mar, ese caldo...