Tenemos que hablar de Lidia

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HOTLI SIMANJUNTAK | Efe

16 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegaba al colegio con las piernas atrapadas en unos hierros brillantes que apenas aliviaban los estragos de la polio. Era muy simpática. Recuerdo sus ojos azules, una disposición natural para la risa y unas ganas enormes de comunicarse, a pesar de que el virus también le había afectado al habla. La infancia lo normaliza todo. No le poníamos nombre a lo que le había pasado pero con los años lo hicimos: poliomielitis. Hoy es imposible encontrarse en el colegio a una niña como aquella compañera. La enfermedad ha sido erradicada en España gracias a una de las estrategias de salud pública más eficaces que existe: la vacunación. Los niños han dejado de contraer el poliovirus que afecta al sistema nervioso central, destruye las neuronas motoras y provoca atrofia muscular, deformidades, parálisis permanente y hasta la muerte si se bloquea el diafragma.

El 30 de noviembre de 1803 arrancó en el puerto de A Coruña la primera expedición sanitaria internacional de la historia. El médico Francisco Javier Balmis lideró una epopeya que hoy se recuerda con admiración y sorpresa. Fue uno de esos instantes en los que la humanidad se manifiesta y unos seres humanos ayudan a otros sin que medie más recompensa que mejorar la vida de la gente. Balmis seleccionó a veintidós niños huérfanos para que portaran en sus cuerpos la vacuna de la viruela y poder trasladarla hasta América. Desde el presente, la utilización de los críos nos disgusta, pero lo cierto es que la expedición evitó la muerte y el sufrimiento de millones de personas. El creador de la vacuna de la viruela, Edward Jenner, proclamó: «No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este». Balmis sabía en aquel siglo XIX que arrancaba que las vacunas eran una herramienta de un poder desconocido hasta la fecha, un arma revolucionaria para combatir enfermedades terribles que hacían la vida de las personas miserable.

CAMPAÑA IRRESPONSABLE

La eurodiputada gallega Lidia Senra fomentó estos días la irresponsable campaña contra las vacunas que desde hace unos años mantienen extraños personajes con una inconcebible capacidad para colarse en los medios y convencer a miles de personas. Que una representante pública afirme en una pregunta a la UE que vacunarse «es una práctica de riesgo» o que «nadie ha podido demostrar la seguridad de las vacunas» es un acto de una insensatez casi delictiva que tendría que haber sido impugnado con contundencia por sus compañeros de partido. La activista gallega, durante años un referente por su defensa de nuestra identidad agraria, ha acabado militando  en las mismas filas que Javier Cárdenas. Una triste involución que contamina a quienes desde Galicia no la han desacreditado sin fisuras ni estrategias electorales.

Recuerdo muy bien los hierros en las piernas de aquella compañera. Para ella vivir sí que era una práctica de riesgo. Porque no accedió a la vacuna que la habría librado de aquella maldita polio.