Lo vemos presentando «D&F» con Florentino Fernández y esa magia que desprenden es de hechizar. «Nos alternamos siendo el payaso tonto y el listo», cuenta. El humor marcó su corazón desde la infancia, pero Dani también tiene su lado «alemán».
19 ago 2017 . Actualizado a las 13:50 h.Desde Esperanza Sur como Simón, el caradura hermano de Paz en Aída, Daniel Martínez (1982) llega a D&F siendo más Dani que nunca. «Conectamos con la gente porque hablamos su idioma», declara. Es actor, presentador, imitador y humorista pero «el teatro y la radio es donde me siento más yo», cuenta. Su carrera profesional no ha hecho más que crecer y, claro, a los Capricornio no hay nada que se les resista. «Soy muy cabezón y luchador». Así que ahora nos es más fácil entender por qué ha volado tan lejos. ¿Dónde aterrizará?
-¿Cuál crees que es el secreto del éxito de «D&F»?
-Una vez me dijo un chico: ‘Me gustáis mucho porque es como si fuerais mis amigos’. Y así es, hacemos un humor muy popular. Un humor que harías con tu grupo de amigos, por lo que todo el mundo se identifica con nosotros. Conectamos con la gente porque hablamos el idioma de la gente y creo que esa es la clave. Aparte que a mí Flo, tanto dentro de los programas como fuera, me hace mucha gracia, como yo a él [risas]. No nos cansamos el uno del otro, seguimos sorprendiéndonos y riéndonos juntos.
-¿Qué es lo que mejor os complementa?
-En el humor por parejas, hay muchos momentos en el que uno tiene que ser el payaso listo y otro el payaso tonto. Pero claro, nos cambiamos los papeles según lo necesite el otro. Nunca tenemos el mismo papel. Esa capacidad de ver que él está tirando por ahí y yo tengo que tirar por aquí, es muy importante. Y por supuesto, el saber perder. Cuando él te vacila, te deja mal y se ríe la gente, perdiste. Ya está, tienes que asumirlo, ¡ja, ja, ja! Esa generosidad que tenemos el uno con el otro, en la comedia, es uno de nuestros secretos.
-¿Cómo es trabajar con Flo?
-Es un tipo que sabe mucho de televisión: de esquematizar la tele, del ritmo televisivo adecuado... Y aprendes muchísimo. Lo que más destaco de Flo es que es muy generoso, algo que es muy difícil de encontrar en una estrella de su nivel. Yo recuerdo que al principio iba a ser colaborador de una sección del programa y, al final, nos acabamos echando tantas risas en la redacción que dijo: ‘Yo quiero que el copresente conmigo’. Es muy difícil que alguien que va a tener un programa suyo, propio, tenga ese gesto de generosidad. Eso es Flo.
-Venga, mójate. ¿Con cuál de tus profesiones disfrutas más?
-Yo creo que con la radio y en el teatro. Cuando hacemos espectáculos, ahí yo mando. No hay ni tiempos para ir a publicidad... ni nada. Así que yo marco los tiempos y hago lo que quiero. Eso es lo bueno que tiene el teatro. Al final, es una libertad tan grande y tienes al público ahí tan acción-reacción que a mí me gusta mucho.
-Hacer reír es un trabajo difícil que no todo el mundo entiende de la misma manera, ¿no?
-¡Sí, sí! Mi madre la primera [risas]. Ella me decía: ‘¿Pero en serio? ¿De esto vas a poder vivir?’. Yo siempre recuerdo mi infancia y una de las cosas que me vienen siempre a la cabeza son los cómicos que veía y con los que disfrutaba, como Ángel Garó de Un, dos, tres, que me volvía loco. Y mi madre siempre escuchaba en la radio a Luis del Olmo con la sección El Jardín de los Bonsáis que contaba con personajes como Dani de la Cámara. Eran mi referencia. Hay muchas cosas que marcan en la infancia, y el humor dejó muchas huellas en la mía.
-Desvélame el secreto, ¿te levantas así con tan buen humor?
-Tengo que decir que la primera hora después de levantarme es complicada, eh. En cuanto despierto, si estoy con alguien en casa, dame 40 minutitos. En cuanto me activo ya me da la risa, ¡ja, ja, ja! Al final, ves cosas todos los días que te duelen, pero hay que vivir porque vida solo hay una y ya que estamos aquí, de paso, hay que pasarlo lo mejor posible.
-¿De dónde viene ese humor?
-Pues... ¡fíjate! Yo soy muy irónico, muy vacilón. Pero donde verdaderamente saco ese yo es con mi grupo de amigos, que son los de toda la vida y claro, somos todos así. En la tele hago ese humor que hacía con ellos, así que mi grupo de amigos es la fuente que me inspira. De hecho cuando voy con ellos de viaje es cuando más fuerte vengo. Y espera, que no puedo dejarla de lado: la radio también me sirvió para improvisar mucho.
-Trabajar al lado de tantos cómicos te habrá hecho aprender y ver las cosas de tantas maneras... ¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?
-Hay muchos, pero recuerdo uno de Luis San Narciso que un día me dijo cuando yo estaba lleno de dudas: ‘En esta profesión nunca abandones un hechizo’. Y es una frase que siempre tengo en mente, porque en una profesión como esta nunca sabes lo que puede pasar.
-Eso, eso. En esta profesión «tonterías las justas», que ¡luego hay problemas!
- Sí, sí, sí [risas].
-A la hora de poner las cartas sobre la mesa, ¿se te da bien ponerte serio o se te escapa la risilla?
-¡Ja,ja,ja! Se me da bien porque soy muy profesional y me tomo muy en serio mi trabajo. Tengo un lado muy empresario también y soy, como digo yo, muy alemán trabajando. Muy puntual, muy maniático para todo. Soy de los que se enrabia consigo mismo por haber fallado en algo. Y esa combinación creo que me va bastante bien, muy responsable pero aparte divertido.
-Y si tuvieran una cita contigo, ¿se lo pondrías fácil?
-Por supuesto. Yo conecto con la gente por el humor. Entonces si yo le hago una gracia a una chica, la pilla y me la devuelve, ya tiene ganado tanto... Eso sí, lo paso mal cuando digo algo, no lo pilla y al final pienso, bueno da igual, ¡ja, ja, ja!
-Nos acordamos de Simón, el hermano de Paz en «Aída», ¿recuerdas algún momento especial?
-El momento más especial que recuerdo es llegar a rodar y claro, yo era fan de ellos, por lo que el primer día que yo grababa me moría de la risa. Recuerdo que me miraban todos como diciendo: ‘¡Pero a este que le pasa, es un fan o qué!’. Y claro, me costó no reírme pero lo conseguí. A todo te acostumbras, todo lo normalizas [risas].
-Capricornio, ¿no? Sois muy luchadores.
-Somos luchadores y veo también que somos cabezones que, en mí, lo clava ¡ja,ja,ja! Pero sí, efectivamente, somos de pelear. A mí me ha costado mucho dedicarme a esto, he peleado muchísimo pero también he tenido momentos de querer dejarlo todo y querer volver a León. Pero la lucha y el ser muy cabezón, creyendo en lo que haces, me ha dado esa fuerza para seguir. Siempre llevo conmigo el lema de: ‘Cree en ti mismo porque si algo te gusta de verdad vas a llegar lejos’.