-A la hora de poner las cartas sobre la mesa, ¿se te da bien ponerte serio o se te escapa la risilla?
-¡Ja,ja,ja! Se me da bien porque soy muy profesional y me tomo muy en serio mi trabajo. Tengo un lado muy empresario también y soy, como digo yo, muy alemán trabajando. Muy puntual, muy maniático para todo. Soy de los que se enrabia consigo mismo por haber fallado en algo. Y esa combinación creo que me va bastante bien, muy responsable pero aparte divertido.
-Y si tuvieran una cita contigo, ¿se lo pondrías fácil?
-Por supuesto. Yo conecto con la gente por el humor. Entonces si yo le hago una gracia a una chica, la pilla y me la devuelve, ya tiene ganado tanto... Eso sí, lo paso mal cuando digo algo, no lo pilla y al final pienso, bueno da igual, ¡ja, ja, ja!
-Nos acordamos de Simón, el hermano de Paz en «Aída», ¿recuerdas algún momento especial?
-El momento más especial que recuerdo es llegar a rodar y claro, yo era fan de ellos, por lo que el primer día que yo grababa me moría de la risa. Recuerdo que me miraban todos como diciendo: ‘¡Pero a este que le pasa, es un fan o qué!’. Y claro, me costó no reírme pero lo conseguí. A todo te acostumbras, todo lo normalizas [risas].
-Capricornio, ¿no? Sois muy luchadores.
-Somos luchadores y veo también que somos cabezones que, en mí, lo clava ¡ja,ja,ja! Pero sí, efectivamente, somos de pelear. A mí me ha costado mucho dedicarme a esto, he peleado muchísimo pero también he tenido momentos de querer dejarlo todo y querer volver a León. Pero la lucha y el ser muy cabezón, creyendo en lo que haces, me ha dado esa fuerza para seguir. Siempre llevo conmigo el lema de: ‘Cree en ti mismo porque si algo te gusta de verdad vas a llegar lejos’.