El reino de las empanadillas

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M.MORALEJO

27 may 2017 . Actualizado a las 16:44 h.

Afirmarlo de forma categórica entraña sus riesgos. Pero voy a asumirlo. El sur de Galicia es mucho más empanadillero que el norte. Es decir, resulta habitual ver empanadillas en el expositor de tapas de bares y mesones de Vigo y no tanto en establecimientos de A Coruña. Como en todo, hay excepciones, por ejemplo el bar La Bombilla de la coruñesa calle de la Galera, uno de los locales de referencia en Galicia. La sigue ofreciendo (la empanadilla), aunque mucha gente piensa que no. «Es que solo las tenemos por la tarde. Hacemos la masa de 4 a 6 y se acaban en un abrir y cerrar de ojos. No hay muchos locales que las hagan porque son muy trabajosas», apunta Diana Bar, propietaria de este negocio legendario. Algo similar ocurre en panaderías y pastelerías del norte y del sur de la comunidad. Inolvidables son las de Rufino, en el centro de Vigo, que cerró hace ya algunos años y que ofrecía dos modalidades, una de ellas hojaldrada. O las del bar Carballo, siempre esponjosas. Expuesto todo esto parece evidente que para encontrar el reino de las empanadillas debemos situarnos en el sur de Galicia, en concreto en la calle López Mora de Vigo, donde tienen en carta hasta de 40 tipos diferentes. «La estrella es la de pollo, champiñones y queso parmesano. Es la líder indiscutible en ventas. La que también está teniendo mucho éxito es una para veganos que ideamos hace un año y que lleva mozarela fresca, tomate natural y albahaca», destaca Ana Terzado, propietaria de A Tapa do Barril, un negocio familiar fundado por sus padres en 1972.

«Al principio éramos El Barril a secas, pero más adelante cambiamos al actual porque la tapa mítica del mesón era ya la empanadilla», recuerda Ana, una mujer clave en esta historia. «De niña comía fatal y a mi madre se le ocurrió hacer empanadillas con distintos rellenos para que comiese un poco de todo. Como era tan mala comedora llegaron a la conclusión de que si yo las devoraba lo mismo harían los clientes», recuerda sobre los orígenes de esta tradición iniciada por sus progenitores, Manuel Luis Terzado y Lidia Raposo. En la carta hay más cosas, como croquetas o tortilla de patata, y Ana me cuenta que van a retomar la elaboración de empanadas y que acaban de cerrar un acuerdo con una granja de A Estrada para comprarles toda la producción de huevos. «Hay gente que viene a comer al mediodía y tenemos que ofrecerles algo más. Hoy [hablamos el martes], por ejemplo, que hace mucho calor, preparamos ensaladilla rusa», informa desde este original local que solo abre de lunes a viernes. «Cuando era pequeña mis padres cerraban los sábados para poder hacer recados conmigo. Y como el domingo esta zona se queda muy solitaria, empezamos a cerrar los fines de semana».

CONDIMENTOS INDIOS

Confiesa que hay algunas que salieron de la ocurrencia o sugerencia de clientes. «Por ejemplo una de curri, manzana y pollo. Y el otro día vino un estudiante Erasmus procedente de Sri Lanka que nos dijo que había una empanadilla en su país muy típica e igual me animo a hacerla. Lleva condimentos indios, patata, verdura... Tengo que perfeccionar la receta», comenta sonriente. Como esta semana comencé un régimen que espero seguir de manera estricta me está costando un esfuerzo tremendo escribir bajo la imagen que les muestro. Y es que reconozco que una buena empanadilla es una de mis debilidades. Las más económicas, las clásicas de bonito, carne o pollo, salen a 1,65 y las más caras, como la de langostino, nata y champiñones, o la de zamburiñas con crema de queso, a 2,95. Con el hambre que tengo me vale cualquiera.