Debbie y Carrie Fisher, un adiós de película

YES

Jason LaVeris

CUANDO LA VIDA ES ARTE Hasta el final de sus días, madre e hija supieron lo que era un buen espectáculo: hoy llega a HBO un documental protagonizado por ambas.

07 ene 2017 . Actualizado a las 13:27 h.

Un día. Fue todo lo que pudo resistir la octogenaria Debbie Reynolds a la muerte de su hija. Carrie Fisher ocupaba las portadas de medio mundo, sobrecogido por el adiós a la princesa Leia, cuando despertamos con la noticia de que su madre, la chica que robó el corazón de Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia, se había ido también. Y la cabeza de los peliculeros voló hasta Postales desde el filo: ni en el último suspiro habían sido capaces de dejar de rivalizar entre ellas por el tamaño del titular. Como si viviesen en una escena de esta película escrita por Fisher sobre su propia novela, como en aquella fiesta en la que Shirley MacLaine (la madre) pide a Meryl Streep (la hija) que cante. Streep-Fisher, que no quería ni fiesta ni vivir con su madre, canta a regañadientes un triste You don’t know me (No me conoces). Y sin que haga falta insistir, la madre se suma al show con una reivindicativa versión de I’m still here (Aún estoy aquí)... por si alguien, hija incluida, tenía alguna duda.

LA VIDA BAJO LOS FOCOS

La compleja relación de Reynolds y Fisher siempre fue pública. Distinguir entre la vida privada y la vivida bajo los focos era complicado. En sus libros, en sus monólogos, en sus guiones... Carrie Fisher utilizó, en el mejor sentido del término, su vida como la mejor creación de su carrera. Era inteligente, deslenguada, divertida, autocrítica y dura. Consigo misma y con su madre. Dijo una vez que simplemente llegó un momento en el que no quería ser la hija de Debbie Reynolds. Y su madre reconoció, años después, que lo había conseguido de alguna manera: porque donde quiera que ella fuese, ya no era Debbie, tan solo la madre de la princesa Leia. Y esto que sonaba a reproche, Reynolds también lo aprovechó en su carrera: en uno de sus espectáculos en Las Vegas, se presentaba así. La fama, las drogas, el alcohol, la enfermedad mental y las relaciones sentimentales de dominio público minaron la relación entre ambas. Pero la mezcla de amor y dependencia era tan fuerte que, tras una década sin hablarse, volvieron a estar juntas. Incluso como vecinas. Tal vez porque una no puede escoger quién es su madre. O tal vez porque siempre puede ser peor... como le espeta MacLaine a Streep en la película, ¿preferirías que tu madre fuese Joan Crawford? Fisher decía que no quería que su vida imitase al arte, sino que su vida fuera arte. La frase, tal cual, está en el guion. Como sus adicciones y las de su madre, como el amor que debían sentir la una por la otra, a pesar de la incompresión mutua.

Hace dos años, el Sindicato de Actores reconocía la carrera de la veterana Debbie Reynolds. Fue Carrie, claro, quien la presentó. De ella dijo que era mucho más que una madre: estilista no solicitada, decoradora de interiores y consejera matrimonial. Y reconoció que fue difícil compartir a su madre con sus seguidores, que la trataban como parte de su familia. Había en su presentación mucho respeto, pero también mucha ironía. La misma con la que su madre recordó lo feo que era su moño en Cantando bajo la lluvia. «Ten cuidado con los peinados, le dije a Carrie. Afortunadamente, George Lucas le puso dos. Gracias, George», soltó Debbie.

SHOW POST MORTEM

Ni siquiera fallecidas las dos dejarán de ser personajes públicos. Como no hay bussines como el show bussines, hoy mismo (y también en España) HBO estrenará el documental sobre ambas que iba a lanzar en primavera. ¿Cómo era su relación en la actualidad, su vida de vecinas, sus recuerdos, sus reproches, cómo se enfrentaban las dos a la enfermedad mental de Carrie? Bright Lights: Starring Debbie Reynolds and Carrie Fisher les dará voz en el último (y póstumo) capítulo del apasionante espectáculo, quién sabe si involuntario, que fue su vida.