Cristina Pedroche: «A mí nadie me dice el escote que me tengo que poner»

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Roberto Garver

Hoy tiene un día intenso. Primero correrá la San Silvestre, después comerá un buen plato de macarrones que le prepara su madre y ya no probará bocado hasta la hora de las uvas que se tomará en directo. «Antes el reclamo era la capa de Ramón García, ahora es el vestido de la Pedroche -dice-. Esta noche quiero darlo todo».

31 dic 2016 . Actualizado a las 16:19 h.

A los cinco minutos de empezar a hablar con Cristina Pedroche sabes su vida entera. No se corta, se pone por delante con la naturalidad de una chica de 28 años que ya lleva unos cuantos en televisión y a la que descubrieron por «sus ganas». «Un directivo me dijo no eres la mejor, pero lo vas a ser; él vio en mí ese arrojo, porque a mí no me gusta decir que no; si las cosas me gustan y me emocionan voy siempre adelante», apunta. Hoy es su gran noche y quiere que sea todavía más especial que los años anteriores en que revolucionó las redes con sus looks. «Quiero darlo todo, sé que no le puedo gustar a todo el mundo, algunos querrían que fuera tapada de negro hasta arriba, pero me voy a poner lo que a mí me gusta, quiero brillar como una estrella».

-¿Estás nerviosa por la expectación de hoy?

-Es muy emocionante despedir el año con toda la gente, pero nervios de me va a salir mal o de no equivocarme no. Hay que pensar siempre que todo va a salir bien porque al final sale bien.

-¿Tienes alguna superstición para esta noche?

-Que me como las uvas sí o sí. Las doce uvas me las como; el primer año con Frank Blanco le dije tú dices ‘un, dos, tres, cuatro...’ porque yo me las voy a ir comiendo. Es mejor hacerlo así. El año pasado, igual; y este año con Chicote haré lo mismo. Y si él se las quiere comer también pues saldremos los dos con la boca llena hablando. Me da buena suerte comerme las uvas.

-¿En tu casa también te las tomabas?

-Siempre me las he comido, y es verdad que hubo esos momentos de risa, sobre todo con mi padre haciendo el tonto; pero es que cuando estás comiendo las uvas, el secreto es no mirar a nadie, solo a la tele. Si no te entra la risa... Yo me las como con pepita, con piel... Y lo curioso es que a mí las uvas no me gustan, solo las tomo en Fin de Año.

-Estaremos todos expectantes a ver qué chaqueta lleva Chicote [risas].

-Sí, sí.

-Venga, apúntame un poquito qué sorpresa nos vas a dar.

-El problema es que este año todavía tiene que ser más especial. No significa que vaya a enseñar más, pero yo quiero sentirme como una princesa desde mi punto de vista. Es la última noche del año y todo lo que no hago durante el año me apetece hacerlo. Porque yo cuando salgo de fiesta, y no salgo mucho, voy siempre muy normal, vaqueros, camiseta negra. Pero este día quiero darlo todo, me lo pongo todo.

-¿Te lo pones todo?

-Purpurina, bien de brillo, todo vale.

-¿Has escogido color?

-A mí más que color, me gusta que brille. Que no significa que haya cristales, pero que brille. Quiero brillar, hay que brillar como una estrella.

-El primer año se montó un revuelo tremendo, eso lo aceptas como parte del juego, ¿no?

-Todo lo que hago se critica para bien o para mal, así que me da un poco igual. No puedo gustar a todo el mundo, porque mucha gente querrá que vaya tapada, de negro, pues no. Y otros pensarán que el año pasado fui espectacular. Entonces no puedo encajarles a todos. Así que me pongo lo que me gusta, además lo hago con Josie, el estilista. No me lo pongo todo sin sentido, sino que él me aconseja para que sea moda, no es un vestido sin más. Es un vestido trabajado y muy pensado. El año pasado lo hizo Pronovias, y este año también.

Roberto Garver

-Se ha convertido en un reclamo. El momentazo de Fin de Año.

-Sí, ya es una tradición. Antes era la capa de Ramón García, y ahora el vestido de la Pedroche. Y yo, feliz.

-Para Chicote es una sorpresa...

-Sí, sí. Igual que para Carlos Sobera el año pasado. Que me preguntaba y yo le decía: «Da igual, tú relájate» [risas]. Yo en cuanto me quite la capa ya lo ves, porque yo bajo tapada y la sorpresa es para todo el mundo. Chicote no verá mi vestido hasta el mismo momento que los espectadores.

-¿Y a Dabiz le ha gustado más?

-Sí, estamos ahí. Date cuenta de que lo que ha visto es una foto, y no es lo mismo que el definitivo. Queremos algo muy de moda, muy del 2017. Cuidamos todo: el peinado, el maquillaje, el tacón. El año pasado el vestido lo decía todo, por eso llevé el pelo recogido, mi look es muy juvenil, no me gusta ponerme mucho maquillaje. Si ya el vestido tiene toda la atención no hacen falta grandes moños, ni pelos raros.

-¿Qué le pides al nuevo año?

-Es que suena a ñoño, pero pedir cuando ya lo tienes todo, me parece egoísta. Si tuviera que pedir algo, pediría trabajo para mi familia que no tiene, sobre todo para mi primo. Salud tenemos, amor tenemos. Solo falta eso.

-En este tiempo, en dos años, la vida te ha cambiado mucho.

-Sí, va todo muy rápido. A veces no me da tiempo a disfrutar las cosas como me gustaría, que fuera más calmado. Tengo tantas cosas que cuando me toca ahora lo del vestido ni me paro a disfrutar. Es venga, resolver y ya.

-Pero has ido encadenando éxitos, ahora formas parte también del restaurante de Dabiz.

-Sí, muy feliz. Dabiz y yo nos compenetramos muy bien. Yo no voy a cocinar nunca, pero sí es verdad que en Diverxo a lo mejor cojeaban en la organización, y yo vengo de fuera, soy totalmente objetiva e intento ayudarlo. Yo no me voy a poner a decirle cómo tiene que hacer un plato. A mí me da a probarlos y le digo lo que me parece. Él está tan metido en eso que a veces pierdes la perspectiva. Y yo vengo de nuevas y sé lo que está bien, y en lo que necesiten ahí estaré.

-¿Tú no cocinas?

-No, yo siempre decía que aprendería a cocinar cuando tuviera hijos. Pues ahora ya no. A mí me cocinó siempre mi madre, me dejaba el táper hecho, soy hija única y la verdad es que siempre mi madre me ha cuidado mucho y lo sigue haciendo. Pero ahora en tema alimentario me cuida Dabiz. Y cuando tengamos hijos tendrán potitos 3 estrellas Michelin.

-¿Tú ni un huevo frito entonces?

-A ver, el año pasado en Reyes le hice a Dabiz una tortilla de patata. Estaba buena, pero tampoco me voy a poner a crear yo ahora.

-¿Cuál es tu plato preferido?

-A mí me gusta comer mucha cantidad. Me gusta todo, pero desde que fuimos Dabiz y yo a Italia me he dado cuenta de que yo no había comido una buena pasta hasta ese momento. Allí me pareció increíble. De Dabiz me gustan desde las croquetas a un sándwich mixto, las cosas más simples. Porque no tienen nada que ver con el sándwich que me hacía yo. Es otro mundo. Desde eso a unas cocochas, o el rollo tailandés o japonés que él hace tan bien.

-¿Qué fue lo que te gustó más de él?

-Todo. La verdad es que cuando le vi lo primero en lo que me fijé de él fue en la sonrisa. Yo pensé: «Quiero esa cara y esa boca para mí toda la vida». Y así fue. Desde el primer día, no hubo duda.

-¿Y él?

-Igual. Ya lo hemos hablado muchas veces, fue una conexión total. Él dijo: ‘Qué guapa y qué normal es’. Porque, bueno, siempre se tiene esa visión de la gente de la tele, como más distante. Y claro cuando me conoció y vio que en un restaurante japonés me lo comía todo dijo: «Es el amor de mi vida» [risas]. Yo también pensaba: «Jo, qué voy a comer con este chico», porque yo hasta que lo conocí a él pues comía lo más básico, verdura, filete de pollo...

-He leído que llegaste a decir que si tuvieras hijos no los querrías tanto como a Dabiz.

-¡Qué pesaos! ¡Si ya lo expliqué! No voy a saber a quién voy a querer más hasta que los tenga, era una conversación de ‘arcoiris, unicornios, y enajenación de amor’ y ya está. Si no mis padres, pobres, se mosquean. Cada uno que quiera a quienquiera. No me parece bien tampoco que cuando una madre tiene un hijo solo tenga que querer a su hijo, porque de hecho muchos matrimonios se rompen por eso. También por parte de los hombres, ¿eh? Que conozco a muchos padres que se hacen más cargo. Es verdad que nosotras somos también de ponernos pesos a nosotras mismas. Yo soy una persona superorganizada, me gusta llevarlo todo y enterarme de todo. Pero soy yo así, mi prima, por ejemplo, no lo es. Y lo hace todo en el último momento. Pues ya está, cada uno es como es. Si yo dije eso se tiene que entender que yo soy una chica que no había conocido el amor y que de repente conocí al amor de mi vida. Una chica que está enamorada hasta las trancas y entonces dice eso, cuando tenga un hijo ya diré.

-¿El día de Fin de Año cenas algo especial o ya no cenas directamente?

-Pues normalmente ceno después, porque entre los nervios, el vestido, el maquillaje... Como suelo correr la San Silvestre ese mismo mediodía como un plato de pasta sobre las doce o la una. Suele hacerme mi madre unos macarrones con salchichas que me saben a gloria. A mí me encanta la gastronomía, todos los restaurantes a los que me lleva Dabiz, me encanta lo que hace él más loco, pero de repente, una pasta cocida con tomate y salchichas me vuelve loca [risas].

 -¿Luego sales por ahí?

-No, no. Yo me quito el vestido, me cambio, me pongo las zapatillas de deporte y a mi casa. El año pasado fuimos después del programa a casa de los padres de Dabiz a felicitarlos y luego a casa de los míos, pero esas fechas son fatales, no hay ni un taxi, hay mucho lío y yo creo que este año nos iremos para casa.

-Estás más delgada. ¿Te has estado preparando para esta fecha?

-No. Yo cuando engordo es porque como y me echo a dormir. Ahora estoy todo el día corriendo, hago deporte (corro y salto a la comba), entonces eliminas. Pero yo soy un acordeón y a lo mejor ahora peso 3 kilos menos, y el mes que viene 3 kilos más. Cuando comes bien y sano no se engorda de una forma tan bestia. El peso no es importante, lo importante es tener salud, con 3 kilos más o menos. Es verdad que soy más sibarita comiendo. Antes a media mañana me comía un Donuts y era feliz [se ríe] y ahora no me lo como porque los como bien hechos. Por la noche ceno muy ligero, verdura a la plancha, me lo hace Dabiz en el wok. Que yo entiendo que la gente diga: ‘Jo, cenar verdura, qué coñazo’. Pues normal, porque así no sabe a ‘na’, pero Dabiz me lo hace con una salsa de no sé qué y, claro, me levanto con la barriga plana porque he comido mucho y sano. Vamos, tengo unos análisis para enmarcar [risas].

-¿Es verdad que un directivo te dijo: «No eres la mejor, pero voy a hacer que lo seas»?

-No, me dijo: «No eres la mejor, pero lo vas a ser». Fue una motivación. Y es verdad. Yo no era la mejor. Había chicas más preparadas, con más experiencia, con más tele, sabían cómo moverse, pero él vio en mí que yo tenía muchas ganas. Y ya no solo ganas de hacerlo, ganas de aprender. No presento Pekín ahora como al principio, pero voy asumiendo los retos. Llevo ya mucho, aunque tengo 28 años. A mí no me gusta decir que no; si las cosas me encajan y me emocionan, me voy para donde sea. Si me hace feliz, adelante.

-Siempre has tenido ese arrojo.

-Sí, es que hay que ser así en la vida. Es que nadie me tiene que poner límites, ni yo misma. No quiero. Quiero ser la mejor siempre. Y eso me ha pasado desde el instituto, está claro que no era la mejor, pero yo siempre estudiaba para sacar el diez. Y así con todo en la vida, que luego no lo saco, pues bueno. Pero si voy a por el 8 me quedaré en el 6. Siempre hay que ir a por el diez. Yo más feliz no puedo ser. Yo me acuesto pensando en que soy superafortunada y que las cosas no caen del cielo.

-Hace dos años le diste este titular a mi compañera: «Dije que a los dos millones de seguidores en Twitter me desnudaría ¡tengo miedo!».

-Lo dije, pero tenía que ser antes de acabar ese año. Ahora tengo más de dos, pero ahora ya no tiene sentido que me desnude porque sí. La gente tiene muchas ganas de carne [risas].

-¿Ya no vas a hacer otro reto?

-Nunca se sabe. Yo me quiero desnudar cuando yo quiera, no cuando nadie me lo diga. Pasa lo mismo con el vestido: la gente que me critica porque piensa que alguien me ha dicho que me ponga tal vestido es que no me conoce. Es que a mí si me dicen: «Te tienes que poner ese vestido», digo no. El vestido lo elijo yo, porque al final la que pone la cara soy yo. Y si me critican, que lo hagan por algo que he decidido yo. Nunca dejaría que nadie me dijera: «Tienes que ponerte escote para salir en este programa». Jamás. Me pongo el escote porque me encanta y me veo supersexi, pero a lo mejor al otro día salgo con una camiseta enseñando el hombro. Nadie me dice nada. Sigo la línea de estar guapa y bien. A mí nadie me dice «te tienes que poner un escote o la falda más corta», vamos.

-¿Las mujeres te dan más caña?

-Que me diga lo que quiera quien quiera. Soy un personaje público y me expongo a eso. A mí nadie jamás me ha dicho a la cara: «Qué guarra por ponerte este vestido». Jamás. Ni qué gorda, ni qué delgada. La gente se acerca y es maravillosa. El tema haters hacen mucho ruido, pero yo no les hago caso. Todo lo que recibo de la calle es cariño y amor. La gente es ideal.