¿Pera o moco?

YES

INTERNET

ESTE ES EL JUEGO DE LOS SABORES buenos y malos. Estas grageas de colores con los gustos más insólitos arrasan entre los niños. Calcetines malolientes o toallita de bebé son solo algunas de las que pueden chupar... o escupir.

12 nov 2016 . Actualizado a las 05:05 h.

Grageas. Quédate con este término, porque es el que se repetirá a partir de ahora en casa -si es que no lo hace ya- de la boca de los niños. Todos las quieren y, por supuesto, todos las piden. «¿Grageas?», les preguntas tú con la extrañeza propia del que recibe una petición así. Y entonces llega la explicación a tanta insistencia. No son unas grageas cualquiera. Estas pequeñas píldoras de colores tienen sabores insólitos, tanto para bien como para mal. Ahí está la gracia del asunto y la razón por la que comerlas se convierte en un juego.

Cada color tiene dos sabores, uno bueno y uno horrible. El afortunado al que le toca la gragea rica se anota un punto, mientras que a su oponente no le queda otra que escupir la suya tan rápido como pueda para evitar que le inunde demasiado el paladar. Pero, ¿qué puede saber tan mal como para deshacerse del caramelo como si no hubiese mañana? Vamos al apartado de los sabores, que da para mucho. Los caramelos que vienen en la caja -las hay de diferentes tamaños- se presentan en ocho colores diferentes y tienen un total de 16 sabores.

COLORES Y SABORES

Las grageas de color verde amarillento con pinchitas pueden saber a pera o a moco; las verdes lisas, a césped cortado o a lima; las azules, a pasta de dientes o a arándanos; las multicolor, a tutti fruti o a calcetines malolientes; las naranjas y rojas, a melocotón o a vómito; las blancas y amarillas a huevos podridos o a palomitas de mantequilla; las blancas, a toallitas de bebé o a coco, y las marrones, a comida para perros o a pudding de chocolate. Una vez conocidos los sabores, es fácil entender la necesidad de escupir cuanto antes una de las dos. Como es fácil también de entender el enorme poder de atracción que ejerce para los niños la posibilidad de degustar unos calcetines malolientes y vivir para contarlo. Pero para tan tremenda hazaña necesitan las grageas. Ellos no dejarán de pedírtelas. Y tú no te escaparás de probarlas.