SaF05, la leona con melena

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE V TELEVISIÓN

YES

01 oct 2016 . Actualizado a las 05:15 h.

A cinco leonas de la reserva de Moremi, en Botsuana, les crece la melena y rugen como machos. La primera fue avistada en el año 2010 por un fotógrafo de National Geographic. Hasta que el conductor del todoterreno desde el que disparaba le advirtió de su error, el veterano Grant Atkinson solo encontraba evidencias de que el ejemplar que tenía ante sus ojos era todo un macho. No solo su aspecto físico parecía delatar su género; el comportamiento de aquel animal encajaba sin fisuras en la idea previa que el avezado observador tenía de quién era quién en la sabana. Alertado de su error, Atkinson incorporó a su mente una visión menos rígida de la realidad. Si cambiaba de perspectiva, era evidente que entre las patas de aquel mamífero las cosas no acababan de encajar. Desde entonces, antes de adjudicar un género, a los leones de la reserva se los observa desde atrás.

Los científicos han desarrollado una teoría plausible sobre este extravagante dimorfismo. Porque además de melena, las leonas con peluca también desarrollaban su pulsión sexual con otras hembras, a las que montaban sin el objetivo previo de procrear. El tiempo demostró que además de greñas estas criaturas eran estériles, como si la naturaleza les hubiera cobrado un peaje por su atrevimiento. Hoy se cree que un exceso de testosterona puede estar detrás del aspecto y del comportamiento de estos animales, aunque todavía resta por explicar qué ha provocado esa segregación hormonal tan contundente. La leona de Atkinson ha sido bautizada como SaF05, en homenaje a Safo de Lesbos. Avanza firme por un camino que la convertirá en el nuevo símbolo del movimiento lésbico y dejará sin argumentos a todos los que consideran la homosexualidad una expresión exclusivamente humana del vicio más perverso que puede ser reconducido con terapias y electrochoques.

Pensando en SaF05 he visto a muchas leonas con melena a nuestro alrededor. Mujeres que cada mañana se embuten en un traje de hombre para poder competir en la sabana social, en donde muchas reglas permanecen invariables desde que el ecosistema era solo masculino. Viven todavía muchas mujeres que fueron las primeras abogadas de su ciudad. Cuando un cliente aparecía por la puerta las confundía con la secretaria. Pioneras que se metieron por vez primera en un laboratorio o que empuñaron antes que otras un bisturí o que firmaron con nombre de mujer sentencias judiciales. Han pasado apenas unas décadas. Poco tiempo para normalizar un proceso acelerado en el que tantas han tenido que multiplicarse para seguir atendiendo a los cachorros mientras rugían al ponerse el sol. La pregunta es, unos pocos años después, si la solución es cardarse la melena de león e imitar los bramidos del macho, o encontrar una nueva forma de seguir siendo leona. SaF05 deja dos lecciones. La más evidente es que conviene no fiarse de las apariencias. Pero en el fondo hay otra más profunda. Cuidado con el camino que se escoge para reubicarnos en el mundo; se puede dejar de ser leona sin llegar a ser león.

A