Iker Jiménez: «Claro que creo en los ovnis, no tengo la menor duda»

YES

Pablo Blazquez

Asegura que una experiencia en las cuevas de Altamira lo transformó y desde entonces solo ve el lado bueno de las cosas. Entusiasta hasta el extremo, se acepta como rumbero desde que un vídeo cantando con su mujer se hizo viral en la Red.

17 sep 2016 . Actualizado a las 05:05 h.

Es muy difícil encontrarle a Iker Jiménez (Vitoria, 1973) un lado oculto, misterioso, porque enseguida se muestra con la naturalidad de un padre que le está dando un Nesquik a su hija. «No quiero perderme ni un segundo de ella», confiesa. Con esa filosofía de apuntar a lo esencial ha recorrido un largo camino de éxitos, tanto en la radio, en la que fue líder durante 15 años, como ahora con su programa Cuarto Milenio, que lleva en televisión 12 temporadas. Un triunfo que él achaca al éxito de un equipo entusiasta, solo capaz de hacer el trabajo con el corazón. «Eso el público lo nota», concluye.

-¿Cómo se puede estar en televisión con un programa de este tipo durante 12 temporadas y que tenga tanta audiencia?

-Esa es una gran pregunta, me gustaría saber responderla. Hace poco me enteré de que había cuatro tesis doctorales sobre esa cuestión, cosa que me pareció sorprendente. Yo creo que hay varios factores, el misterio interesa y seguimos teniendo las mismas incertidumbres que el hombre de Altamira cuando moría un compañero. Evidentemente es una forma de interés universal. Pero yo creo que este programa lo hago porque me gusta y de corazón, y eso que tendría que ser obvio a lo mejor no es tan común.

-Tiene que ver más con la pasión.

-Sí, con el entusiasmo, que se contagia. Cuando tú estás con una gente que es depresiva, hay mucho vampiro psíquico, eso se contagia, te chupa energía, no quieres estar. Cuando hay gente optimista, que te apoya, que quiere estar, eso es lo importante. Y a mí eso me pasa con mi equipo. Y el público no es tonto, eso lo capta enseguida, sabe cuándo hay máscara y cuándo no. Eso lo dijo una vez un crítico de mí: «Iker Jiménez, ese tipo que se lo pasa mejor que los invitados» [risas].

-Pero tú tienes un estilo muy determinado. ¿Cómo lo definirías, en esa línea que estás diciendo?

-Sí, entusiasta. Eso es lo que soy. Yo fui periodista porque era un niño entusiasta, me gustaba contar. Pero si mañana quitan Cuarto Milenio iba a ser exactamente igual. Esta profesión no es solo un trabajo, impregna tu vida, tu forma de ser. Y el entusiasmo se contagia, ese apasionamiento con las cosas.

-Y curiosamente hablando de temas que nos dan pánico, tú te consideras una persona optimista.

-Sí. Totalmente. Fíjate, a mí lo que me da terror es un informativo, cuando veo lo que cuentan en los telediarios, la realidad material. Gente que mata, secuestra... Yo podía seguir instalado en los temas de siempre, pero me abro a muchos contenidos, ahora por ejemplo, estoy preparando un programa sobre el tejo, un árbol que abunda en Galicia, y que tiene muchas propiedades curativas, que ya utilizaban nuestros antepasados para hacer flechas... Abrimos los contenidos. Y no te creas, la mayor audiencia la hemos tenido con temas históricos, polémicos, que no dan nada de miedo. Temas como el diablo siguen generando mucho rechazo, son tabúes.

-¿Qué es lo que te da más miedo?

-Todo eso que te contaba, y ahora que soy padre más todavía. Me da miedo la frialdad de la sociedad, la sed de sangre; y muchas conductas en la sociedad que veo, ciertas actitudes de rebaño.

-De todas formas, tú cuando saliste cantando rumba en ese vídeo viral con tu mujer nos trastornaste a todos. ¿Eres muy rumbero?

-[Risas]. Sí, tuvo 35 millones de visitas. Carmen lo hizo por hacer, y yo creo que mucha gente se sintió identificada con eso de cantar en el coche. El día anterior habíamos visto en la tele Ochéntame con Peret, Rumba 3 y todos esos cantantes de entonces. Yo ni sabía que Carmen estaba grabando. Mira, te voy a contar una anécdota para que veas un poco cómo soy. Yo sigo jugando al fútbol con un equipo desde hace muchos años. Y cuando me llamaron para hacer el primer programa en Cuatro y el director de Telecinco me llamó para continuar, yo le dije: «No, no voy a seguir, porque sabéis que grabamos los lunes, y yo los lunes juego al fútbol» [risas] Y mi jefe, claro, me respondió: «Llevo treinta años en la tele y esto no lo había visto nunca. Esto es fama, dinero...». Pero yo le contesté que llevaba veinte años jugando al fútbol e iba a seguir haciéndolo. Las cosas más normales son las que me interesan, las más triviales. Pero desde ese momento salimos los domingos.

-¿Tú tienes un lado oculto?

-Yo creo que nadie se conoce a sí mismo lo suficiente. Yo creo que soy un tío muy alegre, muy simpático. Y muy apasionado. Soy también muy insistente, soy capricornio, y cuando se me cruza algo no paro. Mi mujer lo sufre mucho. Para mí no es trabajo, pero soy un poco obsesivo. Soy un yonqui de la curiosidad y del asombro. Como el que lee.

-¿Y con Carmen fuiste tan obsesionado? ¿Diste tú el primer paso?

-No lo sé. Nos conocimos en la facultad y ella es en este tándem la persona que pone los pies en la tierra. Que tiene más responsabilidad en el programa de lo que la gente se cree, tiene mucha intuición. Se anticipa, sabe muy bien cómo va a captar la gente las cosas. Tiene una gran capacidad. de organización, la gente la redescubre cuando hacemos esas charlas por ahí adelante. Porque nosotros jamás llevamos un guion. Nunca. Trabajamos el programa, pero a la hora de contarlo jamás lo hacemos con un guion. Queremos que el público sepa que lo hacemos de verdad.

-¿De niño ya lo tenías claro?

-A los 10 años me pasó algo y cambió mi vida. Tenía un tío que estaba interesado en el tema de los ovnis y tenía un desván lleno de libros. Lo abrí, y tenía un libro con informes de la policía. Esa noche no dormí aterrorizado. Y al día siguiente salió en el periódico: «Ovnis en Vitoria». Justo el día que descubro que eso existía, la casualidad me lleva a ese tema. Durante varios días pasaron más cosas relacionadas con ovnis, y mi primo y yo cogimos un casete y empezamos a grabar testimonios. Y muchos años después, en Cuarto Milenio, entrevisté a esa misma gente con la que había hablado de niño.

-¿Tú crees en los ovnis?

-Claro, claro. No tengo la menor duda. No sé lo que es, pero es algo misterioso que ha acompañado a la humanidad desde siempre. Yo creo en esos testimonios, en lo que me cuentan.

-¿También en el Más Allá?

-Sí, puedo estar equivocado, pero sí. Yo he visto ovnis, no tengo la menor duda. Pero la experiencia más estremecedora la tuve en las cuevas de Altamira. Fuimos a hacer un reportaje y, por una carambola, tuve la oportunidad de quedarme solo en esas cuevas, a oscuras, con una pequeña linterna. Algo imposible, porque está prohibido. Y entonces pasó algo, no sé cómo denominarlo. No sé si fue una visión, o una sensación, pero te aseguro que el chico que entró en esa cueva no fue el mismo que salió de ella. Salí mejor persona, una persona más tendente a la luz. Cuando mi equipo me vio la cara desencajada se asustaron. Yo no soy ningún santón, dudo como todo el mundo, pero esa luz que salió de allí me hizo coger el lado bueno de las cosas. Y desde ese momento estoy en armonía, cojo lo mejor y confío.

-¿Has sufrido mucho?

-Sí, gestionar el éxito es muy complicado, pierdes amigos, generas envidias, sufres ataques... Hay personas encargadas de hacer daño, gente que quiere cargarse el programa...

-¿Algún momento de esos de «apretar el culo» porque te puede el miedo?

-Sí, por supuesto. Recuerdo una vez en mi despacho, acababa de descubrir dónde había aparecido el cadáver de una mujer descuartizada, yo llegué a ver ese cuarto, en una sensación entre vigilia y sueño, de esas que no sabes muy bien qué son. Pero recuerdo un miedo horroroso en esa soledad de mi despacho.