#GaysMerecenMásqueMedallas

Noelia Silvosa REDACTORA

YES

20 ago 2016 . Actualizado a las 05:10 h.

No merecen una, merecen dos. Una por sus méritos deportivos y otra por aguantar estas estupideces. Es delirante. El hastagh #GaysNoMerecenMedallas es para empezar a imputar y no parar. Eso como mínimo. Apareció en Twitter hace una semana y, ese mismo día, se hizo Trending Topic. Muchos lo condenaron. Sin embargo, lo más inteligente -y menos contaminante para todos- sería no haberlo alimentado. Así nos evitaríamos tener que encontrárnoslo en tantos titulares. Los mismos que, días antes, calificaban los Juegos Olímpicos de Río como Los juegos con más gays. Increíble. Y, de nuevo, estúpido. ¿Alguien diría que son los juegos con más bajos? ¿Y con más pelirrojos? ¿Quizás con más acné? Con semejante dosis de caspa, en cualquier momento alguien propondrá la prueba de solteros contra casados. Y no, por favor.

PARA ECHARSE A LLORAR

Tener que leer algo así a estas alturas es para echarse a llorar. A mí no me importa con quién comparta su vida un medallista. A mí, realmente, no me importa con quién comparta su vida nadie. Esa es la verdad. Me importa un poco más que las piscinas se vuelvan verdes. Que aparezcan balas en las gradas. Que se oculten los asaltos y los ataques. Y me importa, por supuesto, que en pleno 2016 sigamos hablando de igualdad mientras discriminamos contando cuántos gays, lesbianas y bisexuales compiten en los juegos. Amigo, eso es para hacérselo mirar.

Para empezar, ¿quién sabe cúantos hay realmente? ¿O cuántos hubo en la historia de las Olimpiadas? Y, lo que es más importante, ¿quién se cree con derecho a saberlo? Afortunadamente, cada vez más gays se sienten con la fuerza suficiente como para elegir si quieren decir o no que lo son. También en el mundo del deporte. Pero quedan muchos mundos donde todavía cuesta más dar ese paso. Y muchas mentes en las que, lamentablemente, no se dará nunca. Celebremos al que lo hace público y al que lo mantiene en privado. Que se te meta en la cabeza que el dichoso armario no existe ni tienes por qué tener tú la llave.

Ellos y ellas no merecen solo una medalla. Qué va. Quizás tampoco merezcan dos. Lo que merecen es un respeto. Por su espíritu de superación, sí, pero también por su aguante. ¿Alguna vez dejaremos de mirar para la cama de los demás? Uy, no. Que así vemos cómo está la nuestra. Y es probable que no nos guste el resultado.